En realidad, más que una conversación extendida y complicada, entre Donald Trump y Xi Jinping fue más un "pulseo" para medir fuerzas y ver hasta dónde pueden ambos mantener una guerra comercial. En una hora y media esta semana se dieron cuenta ambos en la ciudad surcoreana de Busen, que esta guerra no tenía futuro por ningún lado y menos en el complicado momento en el que está viviendo hoy el mundo.
A Trump no le quedó más que recortar a la mitad sus aranceles para que Pekín frenara el flujo de fentanilo a Estados Unidos y, por primera vez en una negociación comercial, le puso pausa a una medida que amplió por miles las empresas chinas que es la de no poder recibir tecnología estadounidense.
Xi Jinping,
por su parte, reanudó las compras a los productores estadounidenses que
arriesgaban perder sus cosechas de soja y demoró la entrada en vigor de sus más
recientes controles a las exportaciones de 'tierras raras' cruciales en la
tecnología y municiones militares y pieza clave del repertorio con el que China
responde a las medidas comerciales de Trump.
Los dos abandonaron Busen aparentemente contentos. Para Trump fue una reunión con una calificación de "12 de 10". Para Xi Jinping fue un encuentro en el que demostró "la confianza y capacidad de China para navegar por aguas desafiantes".
Ahora habrá que ver si se mantiene la tregua y si las dos partes cumplen con todos o parte de esos "arreglos", vistos por analistas como un freno en la escalada de la guerra comercial pero no necesariamente un avance en las relaciones de Washington y Pekín.
"Trump
ha aplicado su nueva aritmética del poder mediante la coacción a todos y de
modo más despiadado hacia Pekín. Lo que quizá no esperaba tanto es que China
opusiese resistencia. Y Xi no cedió. Contrariamente se escuchó otra vez la
frase acuñada por un columnista del Financial Times para
describir cómo los mercados caen cuando Trump lanza amenazas de aranceles y
luego recuperan el terreno perdido cuando el presidente las echa hacia atrás.
China ha recibido los aranceles más duros de Trump 2.0. Las tarifas totales quedaron por el momento en 47%, desde 57%. Esto porque el mandatario redujo a la mitad los aranceles del 20% que le había puesto para presionar por un freno en el flujo de los precursores con los que se elabora el fentanilo. A pesar del recorte, los aranceles totales de Estados Unidos a China siguen siendo casi el doble de lo que eran hace un año.