LA FALACIA DE LO POSIBLE
Por Wilson Tapia Villalobos (*)
El ex presidente Patricio Aylwin (1990-94) puso de moda en
Chile aquello de hacer justicia en la medida de lo posible. Se refería a los
Derechos Humanos atropellados durante la dictadura. Casi dos décadas después
del fin de su mandato, la frase adopta una dimensión que, con seguridad, él
nunca pretendió darle.
Hoy, el ambiente político chileno se encuentra conmovido por
el suicidio del general (r) Odlanier Mena (87). El ex militar se encontraba
condenado a seis años de prisión por el asesinato de tres militantes
socialistas. El hecho ocurrió un mes después del golpe militar, en octubre 1973,
en Arica, donde Mena era Jefe de la Guarnición del Ejército. Luego, fue
director de la Central Nacional de Inteligencia (CNI). Actualmente estaba
siendo procesado por la muerte del periodista y militante del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR) Augusto Carmona, asesinado el 7 de diciembre de
1977. Además, se hallaba encausado por el crimen, llevado a cabo el 21 de
agosto de 1979, de Federico Álvarez, otro militante del MIR. Ambos delitos
fueron cometidos por agentes de la CNI, mientras Mena era su Director.
El suicidio del general retirado se produjo en vísperas de
su traslado de penal y mientras disfrutaba del beneficio de salida de fin de
semana. Hasta ahora nadie ha explicado cómo un reo podía tener un arma en su
casa. Cercanos atribuyen su autoeliminación al abatimiento que le produjo la
decisión del presidente Sebastián Piñera de cerrar el Penal Cordillera. En ese
recinto, Mena y otros nueve militares cumplían sus condenas por graves
atropellos a los derechos humanos. Entre ellos, algunos que acumulan varias
cadenas perpetuas. Se trataba de un penal exclusivo. Los reos no vivían en
celdas, sino en cabañas.
Disponían de privacidad, de modernos medios de comunicación
y podían realizar actividades sociales. Contaban con áreas de esparcimiento,
recintos para realizar ejercicios y deportes. Una cárcel completamente fuera
del rango de los recintos penales chilenos. Y exclusivamente dedicado a ex
militares de alta graduación condenados por violaciones a los DD.HH.
La resolución asumida por Piñera generó polémica desde antes
del episodio del suicidio. Miembros de su propia coalición, entre ellos los
presidentes de los dos Partidos que la integran, manifestaron su desacuerdo. El
senador Carlos Larraín, líder de Renovación Nacional, dijo: "Esto es la
última muestra de desprecio por nuestro sector de la opinión pública, que no
habría esperado del gobierno que elegimos". Su colega de la Unión Demócrata
Independiente (UDI), el senador Patricio Melero, tuvo expresiones similares.
Paradojalmente, dos días antes de que se desatara la polémica, Carlos Larraín
formuló declaraciones pidiendo que no se estigmatizara a su hijo Martín (24).
El joven había protagonizado un accidente automovilístico en Curanipe. Como
resultado de ello, murió Hernán Canales (39).
El autor del atropello huyó del
lugar. Veinticuatro horas después fue detenido y se presume que manejaba bajo
los efectos del alcohol. El argumento que reiteradamente esgrimió Carlos
Larraín para defender a su hijo fue que nadie está por sobre la ley. Y que él
no ejercería presión alguna para evitar que la Justicia actuara. Sólo 48 horas
más tarde cambiaba de opinión. ¿O sólo eran dos estratagemas distintas?
Lo concreto es que el
traslado de los reos se realizó. Pero la ley sigue haciendo distingos en Chile.
Los militares fueron llevados a Punta Peuco. Otra cárcel creada para albergar
sólo a militares violadores de DD.HH. Y muy diferente a los presidios en que
son encerrados civiles. En ella no hay sobrepoblación, ni las condiciones
paupérrimas que deben soportar los presos comunes. Pero, claro, no está al
nivel de lo que era el penal Cordillera. Allí, también es cierto, sólo llegaban
los presos VIP. Los militares de alta graduación.
Justicia en la medida de lo posible. La frase la pronunció
Aylwin para justificar buena parte de la inacción de su gobierno frente a los
violadores de DD.HH. Luego, presidentes de su mismo conglomerado, la
Concertación de Partidos por la Democracia, ordenaron la construcción de
penales exclusivos. En 1995, Eduardo Frei Ruiz Tagle creó Punta Peuco. En 2004,
Ricardo Lagos hizo lo mismo con el Penal Cordillera.
Hasta ese momento, lo posible seguía siendo gobernar sin
molestar a la derecha, ni a los militares. Hoy, la línea parece haberse corrido
un poco, aunque sigan existiendo diferencias a favor de los ex militares
delincuentes. La pregunta que, con justicia, se hacen muchos chilenos es: ¿por
qué tal diferencia? ¿Acaso es más grave robar un banco o asaltar una casa
particular, incluso matarse entre civiles, que torturar, asesinar y hacer
desaparecer los cadáveres cuando los responsables de tal barbarie son
uniformados?
Tanto en la respuesta de Aylwin, como en las de Frei, Lagos,
Larraín y Melero, el peso del contenido político es mucho mayor que el valor de
la ética. Y es posible que en la actitud adoptada por Piñera ese desequilibrio
también esté presente. Si no fuera así, tal vez habría terminado por completo
con los privilegios. Pero puede que esté sopesando otras alternativas. Varias
veces, el mandatario se ha mostrado seguro de que el próximo gobierno no será
de su signo. Y las encuestas hablan claramente de un esmirriado apoyo popular a
su persona. Quizás terminar su mandato como un demócrata cabal lo pueda
relanzar. Y 2018 sea otra oportunidad para llegar a La Moneda. Todo es posible,
en la medida de lo posible.
(*) Periodista y
profesor universitario
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