GASTOS DE LA NACIÓN
¿UN PRESUPUESTO EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE?
Por Hugo Latorre Fuenzalida.
La Presidenta ha entregado los grandes lineamientos del
próximo presupuesto de la nación. Como lo hizo en cadena nacional, no se puede
explayar en cifras que resultan, para la mayoría, engorrosas e incomprensibles;
así es que nos quedamos con los enunciados.
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Lo que se puede concluir de lo poco dicho, es que este
presupuesto está pensado y elaborado dentro de la filosofía de “en la medida de
lo posible”. Es decir, no da señales de cambio en ningún sentido.
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Decimos esto, pues en un momento económico como el que
vivimos, lo que se requiere es que alguien inyecte nuevo dinamismo, y como el
sector privado se está restando de
invertir lo necesario para retomar mayores niveles de crecimiento -crecimiento
que no sea dependiente de la actividad minera, como ha sido hasta ahora-,
debería ser el Estado el que haga un esfuerzo de inversión adicional..
De esta forma se inauguraría un proceso contracíclico, imprescindible para la salud económica de las grandes mayorías de chilenos que dependen del salario.
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Los empresarios obtienen ganancias en las crisis, al igual que en las bonanzas, y hasta a veces resultan ser más gananciosa las crisis, pues se aprovechan las opciones de adquirir barato y de tomar posiciones ventajosas, oportunidades generadas en estos ciclos a la baja. Así es que por el lado del capital no tenemos que preocuparnos.
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En un tiempo en que el Estado asume una serie de gastos adicionales, como los anunciados en las proclamas de los procesos de reforma, más los implementos impostergables en salud y recuperación de infraestructura, también en energía y seguridad, lo cierto es que lo anunciado como meta del crecimiento del gasto (4,5%), representa una cifra mezquina e insuficiente para alcanzar esos objetivos programáticos.
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Pero como el crecimiento del presupuesto se calcula según lo que se gastó, es decir lo ejecutado y no sobre el presupuesto enunciativo del 2015, lo real es que este presupuesto no crezca a 4,5% sino en cifra que sobrepase el 6% respecto al presupuesto ejecutado el año actual.
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Con todo, estaríamos hablando de montos adicionales que no superan los 2500 a 3000 millones de dólares, que se deben distribuir entre educación, salud, infraestructura, etc.
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La alocución de la presidenta no dejó claro cuánto costará al fisco la gratuidad en la educación superior del 50% más vulnerable; tampoco el traspaso y gratuidad de los sectores municipales y subvencionados; los nuevos hospitales prometidos y las nuevas contrataciones en la planta médica especializada.
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Se sabe que más del 25% del incremento del gasto se irá al ministerio de educación, eso es algo cercano a los 750 millones de dólares. Lo que tampoco ha quedado claro es la modalidad de la gratuidad, si va a ser por la vía de la oferta o de la demanda. Es necesario aclarar esto pues es más previsible un gasto sobre la oferta, pues se asigna por instituciones; en cambio si es por la demanda se da con la realidad de diferentes aranceles, lo que hace indefinido el monto asignable, a menos que el Fisco fije los aranceles a pagar a los establecimientos por la educación de cada alumno en cada carrera (a lo que se opone la Universidad Católica, y es de imaginar que los restantes entes privados-supuestamente que no obtienen lucro-).
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El otro gran problema que enfrenta Chile en vistas a su desarrollo futuro, es el dogma neoliberal de que el sector Estado no debe intervenir en negocios, es decir no debe ser productivo, pues esa misión está asignada sólo al sector privado de la economía.
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Esto, además de no ser real, pues existe CODELCO, ENAP, el METRO, lo que ya transgrede esa sacrosanta estupidez ideológica, define una minusvalía de Chile respecto al resto de las economías modernas y realmente competitivas, que les lleva a demandar del Estado una actividad plena y simbiótica con el sector privado. Acá, producto de este mundo metafísico de la derecha chilena, combatimos en el exigente ring de la economía globalizada con un solo pie y una mano atada, lo que nos hace, necesariamente quedarnos atrás de manera absurda y culpable.
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Este presupuesto, para ser contracíclico y ayudar a salir de este marasmo de las materias primas, debería contar con un mayor monto de inversión productiva de parte del Estado. De esta forma nos prepararíamos para una segunda fase competitiva de Chile, ya no soportada en el extractivismo ni en el consumo suntuario, sino en la tecnología, en la industrialización y en la educación de nuestros ciudadanos y trabajadores.
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Las caídas de los precios de las materias primas pueden ser una instancia virtuosa si sabemos aprovechar de manera creativa la crisis. Pero si seguimos siendo reactivos y pasivos respecto a nuestra fatalidad, entonces nada podemos esperar para el futuro inmediato y el median o plazo.
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Asumimos la globalización desde la perspectiva resignada ay designada por los poderes financieros del capitalismo central; debemos asumir esta lección para salir de la mediocre inserción tercermundista y lanzarnos a la conquista de nuestros desafíos más evidentes: desarrollo humano, tecnológico y productivo.
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Claro que con este modelo de presupuesto, el tranco se ve rengueante y la pendiente tremendamente empinada.
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