INTERNACIONAL-GRECIA-KRADIARIO
LA GRECIA HUMILLADA, POBRE Y DIVIDIDA DECIDE SOBRE SU FUTURO INTERNO Y FRENTE AL EURO EN REFERÉNDUM
Grecia es este domingo el epicentro de Europa. Después de
seis años de crisis y de soportar el programa de austeridad más duro de la zona
euro, los griegos están convocados a un referéndum cuya onda expansiva -sea
cual sea el resultado- se extenderá por todo el continente y más allá. Las
capitales europeas, pero también Washington, Moscú y Pekín, están inquietas.
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Es el primer referéndum en 40 años en Grecia. El último,
celebrado en 1974 tras la caída de la dictadura, puso fin a la monarquía y
restauró la república. Hoy los griegos sienten estar tomando una decisión igual
de trascendente. De ella "dependerán las generaciones futuras", ha
declarado el primer ministro, Alexis Tsipras.
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Los cinco meses de dura negociación entre la troika (UE, BCE
y FMI) y el nuevo Gobierno de la izquierda radical Syriza saltaron por los
aires hace una semana cuando Tsipras convocó unilateralmente la consulta. Sobre
el papel, los griegos votan sí o no a las condiciones de los acreedores para
seguir prestando dinero a Grecia. Son inaceptables para Syriza, que pide un no
contundente para reforzar su posición negociadora y arrancar más concesiones.
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La papeleta no hace ninguna referencia a la permanencia en
el euro o en la UE, pero instituciones y gobiernos europeos, así como la
oposición griega, advierten con que es eso en realidad lo que está en juego. El
mensaje subliminal es que a Europa se le ha agotado la paciencia. Tsipras, que
ha pronunciado todos sus discursos de los últimos días junto a una bandera
europea, insiste en que la eurozona no puede permitirse echar a Grecia.
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La fulgurante y tensa campaña ha sido en gran parte una
batalla de narrativas. Si este es un referéndum sobre la austeridad o un referéndum
sobre el euro. "Unos irán a votar a favor o en contra del Gobierno, otros
a favor o en contra de la UE, otros a favor o en contra de los recortes. Por
eso será un resultado muy difícil de interpretar", señala el analista
político Yorgos Sefertzis.
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El referéndum se celebra además bajo circunstancias
dramáticas, tras una semana de control de capitales: los bancos cerrados, colas
en los cajeros para retirar el máximo de 60 euros permitidos, rumores sobre una
inminente quita a los depósitos y los primeros conatos de pánico en el
supermercado. El Gobierno ha acusado a los acreedores de empujar el país al
corralito para "chantajear" al pueblo griego y manipular el resultado
del referéndum.
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Las emociones decidirán el voto. Para unos, el miedo a
perder los ahorros, a salir de Europa, a quedar aislados con el enemigo turco
siempre al acecho. Para otros, la rabia del sufrimiento acumulado y un
sentimiento de humillación nacional.
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En los últimos años los griegos han tenido oportunidad de
castigar en las urnas a la clase política que hundió el país en la miseria.
Syriza, partido minoritario en el extremo del espectro político, ganó las
elecciones en enero pasado gracias a la pérdida de credibilidad de Pasok y
Nueva Democracia, las dos fuerzas que se habían alternado en el poder desde
1974.
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Pero nunca hasta ahora los griegos habían podido expresarse
contra la odiada troika, los hombres de negro extranjeros que han administrado
sin contemplaciones la medicina de austeridad. El paro se ha triplicado,
salarios y pensiones se han desplomado y un 25% de la economía griega se ha
volatilizado, escribió la agencia Reuters.
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El país está en erupción y la intención de voto es como la
lava: incandescente y líquida. Nadie sabe cómo se solidificará en las urnas.
Los sondeos apuntan a un resultado extremadamente ajustado que amenaza con
dejar un país desgarrado y prolongar la inestabilidad en una economía que no se
puede permitir más reveses, agregó la agencia.
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Atenas no ha escatimado con la artillería verbal, que ha ido
in crescendo a lo largo de la semana. La última dinamita la disparó ayer Yanis
Varufakis (derecha), el polémico ministro de Finanzas, que en una entrevista en El Mundo
acusó de "terrorismo" a los acreedores y en otra en el Frankfurter
Allgemaine Zeitung que su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, azote de Syriza,
"ya quería el Grexit (la salida de Grecia del euro) en el 2012".
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El referéndum es también un plebiscito sobre Tsipras y
Varufakis. El segundo ha dicho claramente que dimitirá si pierden. Tsipras ha
sido más ambiguo.
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Los escenarios que se abren para Grecia, gane el sí o gane
el no, son poco halagüeños. Aunque teóricamente el corralito debe levantarse el
martes, los analistas creen que será imposible. "Los bancos no abrirán la
semana que viene. Es mentira -dice el alcalde de Atenas, Yorgos Kaminis-. Pero
hay que votar que sí para que puedan abrir lo antes posible".
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Se especula con que si gana el sí se intentará formar un
gobierno de unidad nacional en el que tendría que participar Syriza, pero
parece difícil. Si no habría que ir a elecciones, en septiembre, y no puede
descartarse que Syriza volviera a ganar. Mientras, los acreedores deberían dar
un voto de confianza a Grecia y activar mecanismos de emergencia para evitar el
colapso bancario, pronosticó Reuters.
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El no reforzaría a Syriza pero habría que esperar la
reacción de los acreedores. Si vuelven a la mesa de negociación o leen el
resultado griego en clave de ruptura con Europa. Sin nuevos fondos europeos,
Atenas no tendría más remedio que comenzar a emitir una moneda paralela, el
primer paso para la salida del euro.
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El referéndum ha dejado a Syriza muy sola, con compañeros de
cama ciertamente incómodos. En el bando del no sólo tiene a su socio de
gobierno, la derecha ultranacionalista de Griegos Independientes, y a los
neonazis de Aurora Dorada. Los comunistas del KKE, antieuropeos, piden el
boicot. El resto de partidos de oposición piden el sí.
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