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viernes, 18 de octubre de 2013

18-10-2013-KRADIARIO EDICIÓN N°874

EL DESARROLLO DE UN PAÍS  DEBE CONSTRUIRSE TODOS LOS DÍAS, NO SE TRATA SOLO DEL CRECIMIENTO DEL PIB
Por Walter Krohne

Hay situaciones que en el manejo de un Estado son incomprensibles e inaceptables, como debe ser el buen  funcionamiento de los servicios públicos de los cuales depende la vida de los ciudadanos.
El Registro Civil es el último escándalo que ha develado  la ineficiencia más absoluta del aparato estatal.
Antes lo fueron el Servicio de Impuestos Internos, con el perdonazo a Johnson’s;  el Instituto Nacional de Estadísticas con el censo poblacional 2012, que hasta ahora no nos permite saber cuántos habitantes somos en este largo y angosto país;  el servicio de Correos, que después de la huelga de casi un mes no ha podido normalizar la entrega de correspondencia como lo comprueba Kradiario con cartas que le  fueron despachadas desde Alemania en julio y que aún no llegan a destino;  para que hablar de algunos hogares del Sename, donde se ha detectado la existencia de una red de prostitución infantil. Y en este largo historial de chambonadas  se ubica por supuesto el Transantiago en el primer lugar,  una obra fracasada del gobierno de Michelle Bachelet.
¿Qué pasa en Chile? o ¿Qué ocurre con los funcionarios del Estado? ¿Por qué tanta ineficiencia?
Lo del Registro  Civil es un buen ejemplo para  conocer de cerca la ineficacia del trabajo estatal. No es posible que después de una huelga, que fue  mal manejada por las autoridades gubernamentales, los dirigentes  gremiales y la jefatura del servicio, todo quedara convertido en un completo caos. La paralización fue larguísima  y lo peor es que durante gran parte de ésta no hubo servicios de emergencia para atender debidamente a chilenos y extranjeros que necesitaban una nueva cédula de identidad, un pasaporte para viajar al exterior, una tarjeta para extranjeros como residente en Chile, la inscripción de un nacimiento, la celebración  de un  matrimonio o la matrícula de un vehículo.
Lo peor es que en los puestos de emergencia que se lograron instalar en comisarías y en el estadio Víctor Jara, por ejemplo, se perdieron misteriosamente unos 400 pasaportes y otros documentos de identificación que podrían estar hoy en manos de delincuentes. Pero para finalizar esta increíble historia ayer se cayó el sistema de modernización computacional por tercera vez en pocas semanas dejando toda la red nacional del servicio simplemente en blackout, hecho que rebasó el vaso y el Gobierno, que es igual de culpable, tomó la decisión de destituir a su director. Lo mismo hizo antes con los directores del INE y de Impuestos Internos, tras un largo tira y afloje. El de Correos se ha salvado hasta ahora, seguramente por tener buenos “pitutos”, como se dice en la jerga del servicio público.
Esto confirma lo que hemos dicho y repetido en varias oportunidades, especialmente cuando los políticos oficialistas nos hablan de que estamos muy cerca de convertirnos en un país desarrollado. Para ellos lo único que les interesa es el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) sin mostrar ninguna inclinación por darle similar importancia en este proceso a muchos otros aspectos como debería ser el funcionamiento impecable de los servicios públicos. Estos son los engranajes indispensables para que el país funcione bien y siga avanzando hacia la modernización estatal.
No queremos escudriñar más a fondo en otros servicios estatales, porque seguramente podremos reafirmar con nuevos argumentos nuestra tesis que indica la existencia de  una tremenda confusión en este camino del desarrollo, que se confunde con el PIB y factores económicos que muchas veces son indeseables para los ciudadanos.
Lo que habría que saber ahora es ¿qué pasa en otros servicios como la Aduana? o ¿con las policías? o ¿con los hospitales públicos? o ¿con los servicios de emergencia?
Nuestra historia de servicios públicos es bien tenebrosa por decir lo menos. ¿Recuerdan la famosa Onemi y el tsunami? o ¿el ferrocarril del sur con carros comprados en España que se desarmaron completamente en el primer  viaje? o ¿el plan de La Moneda “Frontera Norte” cuyos equipos fueron adquiridos a sobreprecio?
No nos saquemos “la suerte entre gitanos”… estamos aún lejos de ser un país desarrollado.

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