EL DESARROLLO DE UN PAÍS DEBE CONSTRUIRSE TODOS LOS DÍAS, NO SE TRATA SOLO DEL CRECIMIENTO DEL PIB
Por Walter Krohne
Hay situaciones que en el manejo de un Estado son
incomprensibles e inaceptables, como debe ser el buen funcionamiento de los servicios públicos de los cuales depende la vida de los ciudadanos.
El Registro Civil es el último escándalo que ha develado la ineficiencia más absoluta del aparato
estatal.
Antes lo fueron el Servicio de Impuestos Internos, con el perdonazo a
Johnson’s; el Instituto Nacional de
Estadísticas con el censo poblacional 2012, que hasta ahora no nos permite saber
cuántos habitantes somos en este largo y angosto país; el servicio de Correos, que después de la
huelga de casi un mes no ha podido normalizar la entrega de correspondencia
como lo comprueba Kradiario con cartas que le fueron despachadas desde Alemania en julio y que
aún no llegan a destino; para que hablar de algunos hogares del Sename, donde se ha detectado la existencia de una red de prostitución infantil. Y en este largo historial de chambonadas se ubica por supuesto el Transantiago en
el primer lugar, una obra fracasada
del gobierno de Michelle Bachelet.
¿Qué pasa en Chile? o ¿Qué ocurre con los funcionarios del
Estado? ¿Por qué tanta ineficiencia?
Lo del Registro Civil
es un buen ejemplo para conocer de cerca
la ineficacia del trabajo estatal. No es posible que después de una huelga, que
fue mal manejada por las autoridades
gubernamentales, los dirigentes gremiales
y la jefatura del servicio, todo quedara convertido en un completo caos. La
paralización fue larguísima y lo peor es
que durante gran parte de ésta no hubo servicios de emergencia para atender debidamente a
chilenos y extranjeros que necesitaban una nueva cédula de identidad, un
pasaporte para viajar al exterior, una tarjeta para extranjeros como residente
en Chile, la inscripción de un nacimiento, la celebración de un
matrimonio o la matrícula de un vehículo.
Lo peor es que en los puestos de emergencia que se lograron
instalar en comisarías y en el estadio Víctor Jara, por ejemplo, se perdieron
misteriosamente unos 400 pasaportes y otros documentos de identificación que
podrían estar hoy en manos de delincuentes. Pero para finalizar esta increíble
historia ayer se cayó el sistema de modernización computacional por tercera vez
en pocas semanas dejando toda la red nacional del servicio simplemente en blackout,
hecho que rebasó el vaso y el Gobierno, que es igual de culpable, tomó
la decisión de destituir a su director. Lo mismo hizo antes con los directores
del INE y de Impuestos Internos, tras un largo tira y afloje. El de Correos se ha salvado hasta ahora,
seguramente por tener buenos “pitutos”, como se dice en la jerga del servicio
público.
Esto confirma lo que hemos dicho y repetido en varias
oportunidades, especialmente cuando los políticos oficialistas nos hablan de
que estamos muy cerca de convertirnos en un país desarrollado. Para ellos lo
único que les interesa es el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) sin
mostrar ninguna inclinación por darle similar importancia en este proceso a muchos otros aspectos como debería
ser el funcionamiento impecable de los servicios públicos. Estos son los
engranajes indispensables para que el país funcione bien y siga avanzando hacia la
modernización estatal.
No queremos escudriñar más a fondo en otros servicios
estatales, porque seguramente podremos reafirmar con nuevos argumentos nuestra
tesis que indica la existencia de una tremenda confusión en este camino del desarrollo,
que se confunde con el PIB y factores económicos que muchas veces son
indeseables para los ciudadanos.
Lo que habría que saber ahora es ¿qué pasa en otros
servicios como la Aduana? o ¿con las policías? o ¿con los hospitales públicos?
o ¿con los servicios de emergencia?
Nuestra historia de servicios públicos es bien tenebrosa por
decir lo menos. ¿Recuerdan la famosa Onemi y el tsunami? o ¿el ferrocarril del
sur con carros comprados en España que se desarmaron completamente en el primer
viaje? o ¿el plan de La Moneda “Frontera
Norte” cuyos equipos fueron adquiridos a sobreprecio?
No nos saquemos “la suerte entre gitanos”… estamos aún lejos
de ser un país desarrollado.
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