¿Por qué Ecuador se alejó de Chile?
Por Roberto Pizarro (*)
Chile se ha comprometido con los países del norte
industrializado y se obnubiló con el emergente mundo asiático, colocando en un
lugar subalterno la integración económica regional. En vez de cooperar con sus
vecinos, o al menos respetar sus realidades económicas y políticas, se alejó de
ellos y además acostumbra a cuestionarlos.
En realidad, Rafael Correa no se olvidaba de nada y siempre
ha estado claro de los vínculos estrechos entre ambos países. El problema es
otro y tiene que ver con el tipo de política internacional que ha impulsado
Chile desde hace ya varios años. En vez de ver la paja en el ojo ajeno es bueno
aclarar nuestras responsabilidades.
En efecto, la política exterior se ha convertido en un
asunto de negocios. Todos sus esfuerzos radican en impulsar tratados de libre
comercio, privilegiando la proyección de las empresas globalizadas. Al mismo
tiempo, Chile se ha comprometido con los países del norte industrializado y se
obnubiló con el emergente mundo asiático, colocando en un lugar subalterno la
integración económica regional. En vez de cooperar con sus vecinos, o al menos
respetar sus realidades económicas y políticas, se alejó de ellos y además
acostumbra a cuestionarlos. El calificativo de populismo para estigmatizar a
los gobiernos nacional-populares de la región suele utilizarse con una soltura
propia de otras causas. La Concertación primero y Piñera después han aislado a
nuestro país de sus vecinos.
La Cancillería chilena siempre ha dado por garantizado que
tanto los tradicionales vínculos militares y políticos con Ecuador como las
diferencias de ambos con Perú bastaban para asegurar una fluida relación de
carácter permanente. Sin embargo, con Correa la situación ha sido
manifiestamente distinta. El actual Presidente desconfía de la postura
pronorteamericana y neoliberal de los gobiernos chilenos y, habiéndose resuelto
el conflicto en la cordillera del Cóndor, ha estrechado las relaciones
diplomáticas con Perú. Y no se supo entender al nuevo gobierno del Ecuador ni
actuar en consecuencia.
Así las cosas, el gobierno del Ecuador en 2012, en
manifiesta contradicción con Chile, fijó el límite marítimo común con Perú,
alejándose de su postura de refrendar los tratados de 1952 y 1954. Ello
debilitó la posición chilena en la Haya. Este cambio resultó sorprendente,
poniendo de manifiesto la fragilidad de la diplomacia chilena, incapaz de
sostener sus entendimientos históricos con un gobierno nacional-popular como el
de Correa. Un evidente traspié para la diplomacia chilena.
Por otra parte, a la clase política, economistas y
empresarios, e incluso a la mayor parte de la prensa, les cuesta aceptar que el
panorama regional ha experimentado un vuelco significativo en los últimos años.
El fracaso del neoliberalismo y la corruptela de la clase política tradicional
generaron la emergencia de un nuevo liderazgo en la región. Masivas protestas
ciudadanas, las mismas que hoy día claman por cambios en Chile, dieron origen a
los gobiernos nacional-populares en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina. También
la conquista del poder político de una centro-izquierda menos radical en
Brasil, Uruguay y Paraguay revela un desencanto con las políticas económicas y
sociales ortodoxas. Esto es lo que no entienden ni tampoco respetan los que
controlan el poder en nuestro país. Y es precisamente lo que impide desplegar
una política exterior que mantenga a nuestro país en el seno de la región.
La emergencia de UNASUR, CELAC, el Banco del Sur, el ALBA,
así como el fracaso del ALCA y el distanciamiento de la política norteamericana
de los gobiernos de Chávez, Correa, Morales y los Kirchner revelan una marcada
diferencia entre Chile y la mayor parte de los países de la región. Mientras
ello sucede Chile desborda entusiasmo a favor de la suscripción de un TLC con
los Estados Unidos y actualmente persevera con la Alianza del Pacífico y el TPP
(Tratado Transpacífico), iniciativas que se apartan de los proyectos regionales
y que promueven los intereses norteamericanos y de los negocios
transnacionales.
La política internacional de Chile y su estrategia económica
marchan contra el signo de los tiempos. Pero además la clase política y el
mundo empresarial cometen el grave error de descalificar al nuevo liderazgo
regional y sus iniciativas. La convivencia entre países, especialmente
limítrofes, obliga a respetar a los gobiernos elegidos democráticamente,
aceptar sus realidades y reconocer los caminos económicos y políticos que han
adoptado. Eso es lo que le cuesta entender al establishment local y a la
diplomacia. Por eso nuestro país está aislado en la región y Ecuador, nuestro
tradicional aliado, se ha alejado de Chile.
(*) - Economista de la Universidad de Chile, con estudios de post
grado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Fue decano de la Facultad de
Economía de la Universidad de Chile, ministro de Planificación y rector de la
Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Integra el Grupo Nueva Economía. Publicado por Other News
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