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jueves, 17 de octubre de 2013

17-10-2013-KRADIARIO-EDICIÓN N° 874

¿Por qué Ecuador se alejó de Chile?
Por Roberto Pizarro (*)

Chile se ha comprometido con los países del norte industrializado y se obnubiló con el emergente mundo asiático, colocando en un lugar subalterno la integración económica regional. En vez de cooperar con sus vecinos, o al menos respetar sus realidades económicas y políticas, se alejó de ellos y además acostumbra a cuestionarlos.
 Hace pocos días en la Paz el Presidente del Ecuador declaró urbi et orbi que la reivindicación boliviana para una salida soberana al Pacífico era de toda justicia. El Presidente Piñera, la Cancillería y algunos parlamentarios interesados en política internacional reaccionaron con molestia. Rafael Correa parecía olvidarse no sólo de los tratados internacionales que respaldan la posición chilena, sino también hacía caso omiso de las relaciones de hermandad que desde hace muchos años existen entre Chile y Ecuador.
En realidad, Rafael Correa no se olvidaba de nada y siempre ha estado claro de los vínculos estrechos entre ambos países. El problema es otro y tiene que ver con el tipo de política internacional que ha impulsado Chile desde hace ya varios años. En vez de ver la paja en el ojo ajeno es bueno aclarar nuestras responsabilidades.
En efecto, la política exterior se ha convertido en un asunto de negocios. Todos sus esfuerzos radican en impulsar tratados de libre comercio, privilegiando la proyección de las empresas globalizadas. Al mismo tiempo, Chile se ha comprometido con los países del norte industrializado y se obnubiló con el emergente mundo asiático, colocando en un lugar subalterno la integración económica regional. En vez de cooperar con sus vecinos, o al menos respetar sus realidades económicas y políticas, se alejó de ellos y además acostumbra a cuestionarlos. El calificativo de populismo para estigmatizar a los gobiernos nacional-populares de la región suele utilizarse con una soltura propia de otras causas. La Concertación primero y Piñera después han aislado a nuestro país de sus vecinos.
La Cancillería chilena siempre ha dado por garantizado que tanto los tradicionales vínculos militares y políticos con Ecuador como las diferencias de ambos con Perú bastaban para asegurar una fluida relación de carácter permanente. Sin embargo, con Correa la situación ha sido manifiestamente distinta. El actual Presidente desconfía de la postura pronorteamericana y neoliberal de los gobiernos chilenos y, habiéndose resuelto el conflicto en la cordillera del Cóndor, ha estrechado las relaciones diplomáticas con Perú. Y no se supo entender al nuevo gobierno del Ecuador ni actuar en consecuencia.
Así las cosas, el gobierno del Ecuador en 2012, en manifiesta contradicción con Chile, fijó el límite marítimo común con Perú, alejándose de su postura de refrendar los tratados de 1952 y 1954. Ello debilitó la posición chilena en la Haya. Este cambio resultó sorprendente, poniendo de manifiesto la fragilidad de la diplomacia chilena, incapaz de sostener sus entendimientos históricos con un gobierno nacional-popular como el de Correa. Un evidente traspié para la diplomacia chilena.
Por otra parte, a la clase política, economistas y empresarios, e incluso a la mayor parte de la prensa, les cuesta aceptar que el panorama regional ha experimentado un vuelco significativo en los últimos años. El fracaso del neoliberalismo y la corruptela de la clase política tradicional generaron la emergencia de un nuevo liderazgo en la región. Masivas protestas ciudadanas, las mismas que hoy día claman por cambios en Chile, dieron origen a los gobiernos nacional-populares en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina. También la conquista del poder político de una centro-izquierda menos radical en Brasil, Uruguay y Paraguay revela un desencanto con las políticas económicas y sociales ortodoxas. Esto es lo que no entienden ni tampoco respetan los que controlan el poder en nuestro país. Y es precisamente lo que impide desplegar una política exterior que mantenga a nuestro país en el seno de la región.
La emergencia de UNASUR, CELAC, el Banco del Sur, el ALBA, así como el fracaso del ALCA y el distanciamiento de la política norteamericana de los gobiernos de Chávez, Correa, Morales y los Kirchner revelan una marcada diferencia entre Chile y la mayor parte de los países de la región. Mientras ello sucede Chile desborda entusiasmo a favor de la suscripción de un TLC con los Estados Unidos y actualmente persevera con la Alianza del Pacífico y el TPP (Tratado Transpacífico), iniciativas que se apartan de los proyectos regionales y que promueven los intereses norteamericanos y de los negocios transnacionales.
La política internacional de Chile y su estrategia económica marchan contra el signo de los tiempos. Pero además la clase política y el mundo empresarial cometen el grave error de descalificar al nuevo liderazgo regional y sus iniciativas. La convivencia entre países, especialmente limítrofes, obliga a respetar a los gobiernos elegidos democráticamente, aceptar sus realidades y reconocer los caminos económicos y políticos que han adoptado. Eso es lo que le cuesta entender al establishment local y a la diplomacia. Por eso nuestro país está aislado en la región y Ecuador, nuestro tradicional aliado, se ha alejado de Chile.
(*) - Economista de la Universidad de Chile, con estudios de post grado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, ministro de Planificación y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Integra el Grupo Nueva Economía. Publicado por Other News

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