Entrevista del diario EL Mercurio al ex ministro de Hacienda Andrés Velasco
Publicamos a continuación un extracto de las declaraciones del ex ministro Velasco en respuesta a las opiniones del ex ministro de Defensa del gobierno de Michelle Bachelet Francisco Velasco efectuadas el domingo pasado en el mismo diario "El Mercurio" -Cuerpo Reportajes-:
Andrés Velasco: “Si de asignar culpas se trata, le recomiendo a Vidal que parta por mirarse al espejo”.
Extracto de la entrevista realizada por Rocío Montes y Eduardo Sepúlveda
Fue ministro de Hacienda durante todo el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, y fueron años intensos. Tal vez por ello Andrés Velasco Brañes (Santiago, 1960) hasta ahora había estado menos pendiente de los asuntos públicos que de los privados. “Con mi señora bromeamos con que ambos estamos con licencia posnatal. Acaba de nacer nuestro tercer hijo, y hemos estado muy dedicados a regalonear a la familia. Además, mucha lectura pendiente y uno que otro viaje por trabajo han hecho que el tiempo pase volando”, relata sobre los casi tres meses fuera del Gobierno.
Desde que dejó su oficina de Teatinos 120, se instaló en las dependencias del think tank Cieplan, liderado por Alejandro Foxley. Pronto también volverá a trabajar para la Universidad de Harvard, en su sede David Rockefeller en Santiago. Pero aunque estudia varias ofertas, no se moverá de Chile: “Aquí están mis amores, como dice la canción. Aquí tendré mi base”.
En eso estaba Velasco… hasta el domingo pasado. Hace siete días “El Mercurio” publicó una entrevista al ex ministro de Defensa Francisco Vidal. En ella sacó a la luz los enfrentamientos entre dos visiones ideológicas dentro del gabinete, y acusó de la derrota a “las políticas equivocadas” llevadas a cabo por los “liberales en lo económico”, cuyo máximo representante era el ex ministro de Hacienda. “La Concertación debe hacer su propio ‘nunca más’ y evitar que un gobierno suyo sea dominado nuevamente por tecnócratas”, dijo Vidal. Dio el puntapié inicial a un debate de fondo y polémico en la Concertación.
El lunes ambos se encontraron en el restaurante Divertimento, donde se reunió por primera vez el gabinete de Bachelet. El ambiente era tenso. Quedó graficado cuando, ante decenas de periodistas, Velasco llegó al lugar y no saludó a Vidal. En esta entrevista, el ex ministro de Hacienda responde a las críticas y relata cuál es su versión de los episodios más conflictivos de la administración bacheletista.
“No sé en qué país vive Vidal”
—¿Cuántas de las críticas que ha realizado el gobierno de Piñera sobre el manejo económico de la administración Bachelet usted acepta?
—Chile hoy crece a buen tranco, a pesar de haber vivido la mayor crisis internacional en 80 años y el mayor terremoto de nuestra historia. ¿Esto ocurre por casualidad o por arte de magia? Por supuesto que no. Es porque durante muchos años hicimos las cosas bien. Chile no habría resistido tan bien tanto remezón si alguna de esas críticas tuviera alguna verosimilitud. Veamos lo fiscal: Chile tiene 6 por ciento del PIB en deuda pública, Alemania 70, Grecia 140. Qué no darían los países europeos por tener cifras como las de Chile.
—¿Considera necesario que la Concertación haga una autocrítica profunda y de cara a la ciudadanía sobre las razones de la derrota?
—Por supuesto que a todos nos corresponde hacer un análisis riguroso y profundo. Por eso he ido a cuanto encuentro, cónclave, taller o reunión me han invitado. Ahí he visto a mucha gente que está dispuesta a hablar con franqueza, a hacer una revisión todo lo descarnada que sea necesario, pero con altura de miras, serenamente.
—¿Y cómo enfrenta las declaraciones del ex ministro Francisco Vidal, quien ha responsabilizado del fracaso a la “lógica tecnocrática, profundamente ideológica y tremendamente liberal en lo económico” supuestamente encarnada en usted?
—Yo no sé en qué país vive Francisco Vidal. Lo que los ministros de Hacienda hicimos fue llevar a la práctica los programas de la Concertación. Esas políticas le cambiaron la cara a Chile en los últimos veinte años. Mejoraron drásticamente docenas de indicadores sociales: cayeron la pobreza y la mortalidad infantil, aumentaron la escolaridad y la esperanza de vida, y así sucesivamente. La gente lo entendió de ese modo, y por eso en encuesta tras encuesta, estudio tras estudio, valoró las políticas sociales y económicas de la Concertación y de sus gobiernos. En la última encuesta CEP antes de la elección presidencial, 69 por ciento de los encuestados aprobó “la forma en que Michelle Bachelet y su equipo económico está manejando la economía”. Echarle la culpa del resultado electoral al manejo económico es simplemente surrealista.
—Y si tenía propuestas alternativas, él bien pudo haberlas planteado cuando era subsecretario o ministro.
De eso se trata gobernar, que es muy distinto a jugar al díscolo. Pero no lo hizo. Como dijo Francisco Díaz, importante asesor de La Moneda: “Vidal no llegó nunca con una propuesta, ni siquiera con un papelito amarillo”.
—¿Pero cree que le corresponde a usted hacer un mea culpa por la derrota?
—Nunca he rehuido responsabilidades cuando me caben. Pero si vamos a hacer autocrítica, partamos por casa. Pongamos todos los temas sobre la mesa. El enfoque de Vidal aborta cualquier reflexión posible, porque le echa todas las culpas a otros, a quienes además injustamente ubica fuera de la Concertación, con lo cual casi todo el mundo —partiendo por él mismo, por supuesto— queda liberado de responsabilidad.
Si de asignar culpas se trata, le recomiendo a Vidal que parta por mirarse al espejo. La gente penalizó con el voto la política pequeña, de operaciones y contubernios, de la zancadilla y el insulto, que él encarna como pocos.
—La política económica impulsada por el Gobierno de Bachelet, cuyo líder era usted, ¿fue alejando a la Concertación de la base social que los apoyó históricamente en las elecciones?
—Esa pregunta tendría sentido si el ganador de la elección hubiese sido Arrate, que criticó la política económica y trató de instalarse en las tradicionales bases sociales de la Concertación. Pero el Presidente de Chile no resultó ser Arrate, sino Piñera, un político respaldado por una coalición de derecha. La Concertación perdió votos en el centro, entre los votantes jóvenes. A esos votantes no se les reconquistaba ni con populismo ni con la demagogia que pedían algunos.
“Soy un liberal progresista”
—¿Cree ser un tecnócrata? ¿Se siente cómodo con esa definición?
—La división ficticia entre políticos y tecnócratas no es más que una argucia de algunos para mantener su monopolio sobre el poder. La verdadera línea divisoria no es ésa, sino entre personas que actúan con seriedad y responsabilidad y las que no; las que hacen bien la pega y las que la hacen al lote. Camilo Escalona, Andrés Zaldívar o Pablo Longueira son políticos-políticos, pero les importan las buenas políticas públicas. Alejandro Foxley, Evelyn Matthei o el mismo Ricardo Lagos Escobar comenzaron sus carreras como técnicos, pero con el tiempo demostraron tener una tremenda fuerza política. Ahora, ¿qué tienen en común todos ellos? Que son serios, que les importa el bien común. Eso hay que reconocerlo, esté uno o no de acuerdo con las ideas de cada uno.
—En lo que a mí respecta, ser ministro es ejercer un cargo político, y siempre lo entendí así y actué en consonancia. Pero también me esforcé por hacer bien las cosas, sin chapucerías. Y me honré de trabajar con gente de la talla de Eduardo Bitran, René Cortázar, Marcelo Tokman. Después de que salió del gobierno, a Bitran se lo han peleado gobiernos de todo el mundo para que los vaya a asesorar. Y para qué decir Daniel Fernández, durante cuyo mandato TVN llegó a ser la envidia de todos los canales.
—¿Y acepta ser un liberal en lo económico?
—Soy un liberal progresista, de esos que pensamos que la política social debe ser ambiciosa, que los mercados a veces fallan y que las políticas públicas deben intervenir para corregir esas fallas, que la competencia se garantiza con una fiscalización anti-monopolios cuero de diablo, y que a lo fiscal le corresponde un papel clave a la hora de atenuar las fluctuaciones de la economía.
—¿Existían tensiones ideológicas al interior del gabinete de Bachelet?
—La Concertación es una coalición grande y diversa. Esa diversidad estaba representada en el gabinete. El problema no es la existencia de la diversidad, sino cómo se le administra. Vi un gobierno en que los ministros opinaban, a veces disentían, y la Presidenta al final cortaba. Tal como debe ser.
—El ex ministro Vidal señaló que esta pugna “era comentario obligado en los locales partidarios, en los pasillos del Gobierno y de los ministerios y en los consejos de gabinete”.
—Es muy propio de Vidal estar preocupado de los comidillos de pasillo. Prefiero ocuparme de otras cosas.
—Vidal relató que en el penúltimo consejo de gabinete, ad portas de la primera vuelta, él planteó la necesidad de lanzar la reforma laboral y la AFP estatal, y que usted le respondió con una “descalificación brutal de carácter personal”.
—Él propuso mandar dos proyectos de ley cuando quedaba apenas una semana de sesiones legislativas. Yo argumenté que eso no sólo era mala economía, sino mala política, porque la gente lo percibiría como una maniobra y lo castigaría en las urnas. La Presidenta no acogió la idea de Vidal. Qué más quiere que le diga... A buen entendedor, pocas palabras.
—¿Qué sintió al escuchar el 21 de mayo el primer discurso del Presidente Piñera donde anunció el fin del 7% para los jubilados, la regulación del multi Rut en las empresas, el ingreso ético familiar
—Sentí dos cosas. Primero, una cuota de satisfacción, porque el legado de 20 años de Concertación es tan potente, que ahora el partido se juega en la cancha nuestra. Segundo, sentí una cuota de escepticismo, porque una cosa es lanzar ideas, otra muy distinta es mostrar la letra chica de las propuestas y explicar cómo se financian.
—¿No considera, como señalaron muchos concertacionistas, que son iniciativas que perfectamente se pudieron haber hecho durante los gobiernos de la Concertación?
—En cuanto a los jubilados, el gobierno de la Presidenta hizo algo muchísmo más importante y más justo, ni más ni menos que una reforma previsional global —algunos la han llamado la reforma social más importante de la última generación—, que a una pareja de abuelitos sin ahorro previsional le subió la pensión no 7%, sino 300%. En cuanto a ingresos mínimos para familias pobres, habrá que ver qué se propone, pero sea lo que sea tendrá su origen en el subsidio al trabajo de Bachelet, que habrá que ir evaluando y ampliando según corresponda.
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