Por Walter Krohne
Es una pena y una vergüenza nacional. El
mayor espectáculo futbolístico que los seguidores y fanáticos de este deporte
universal disfrutan cada cuatro años, ha quedado truncado en la actual versión
de Sudáfrica por culpa de la actitud mercantilista y poco visionaria de Televisión Nacional de Chile.
Sólo se transmiten en directo algunos
partidos, los que deciden “los encargados” sin tomar en cuenta que TVN es el
canal de todos los chilenos, como ellos mismos dicen a diario.
Me recuerda la historia en los países
totalitarios, cuando una pequeña cúpula decidía lo que los ciudadanos podían
ver por televisión abierta o lo que les estaba vedado.
Quizá el ejemplo sea un poco exagerado y no
fue este el origen del problema en Chile, pero el efecto final es el mismo. En
este caso las transmisiones directas de los partidos no se anularon por cuestiones ideológicas sino por razones netamente mercantilistas.
Ya se conocen horrendos términos utilizados por
los desilusionados hinchas que ponen en duda hasta lo del funcionamiento del “estado
democrático”, porque no encuentran una explicación convincente para tratar de comprender que
un grupúsculo de “expertos” pueda cambiar el rumbo de los hinchas en un mes lleno
de ilusiones para millones de chilenos.
El escándalo, ya
conocido, estalló con fuerza por estos días y TVN tuvo que emitir hoy una
declaración que en su parte más medular dice: “Cuando la FIFA licitó las transmisiones
de Sudáfrica 2010, la empresa televisiva estatal compró estos derechos en
exclusiva para Chile. El valor de la transacción fue más de tres veces superior
a lo que costó en el torneo precedente, ante lo cual TVN cedió parte de los
derechos a DIRECTV para la TV
de pago y a (las radioemisoras) Bío-Bío, Cooperativa, Agricultura y ADN con la
idea de financiar el costo económico de la compra y diversificarlo a diferentes
plataformas”.
Los más indignados fueron aquellos que
adquirieron plasmas gigantes y, muchos, que no pudieron viajar a Sudáfrica por
cuestiones económicas, pidieron vacaciones para estar el día entero frente a
las transmisiones que TVN había ofrecido
como el canal de Chile.
Nunca nadie se adelantó a explicar la situación
como correspondía, nadie estuvo dispuesto en TVN a poner la cara, como se dice.
Se actuó como siempre “a hechos consumados”.
Tres o cuatro comentaristas – entre ellos el ex capitán de la Selección Iván Zamorano, que no es periodista - tuvieron que asumir la falta de las transmisiones directas para entretener a los teleespectadores. Hablaron y hablaron hasta que el tema se les comenzaba a agotar y no les quedó más que repetir lo que ya habían dicho antes. Hay que
decir de paso, que la oferta del llamado “canal del Mundial”, se puede
calificar hasta ahora de entre regular y mala, según una mini encuesta realizada por Krohne Archiv.
No pueden decir que en Chile no hay suficiente
dinero como para no haber transmitido los 64 partidos que comprendía el
paquete mundialista. Ahora lo harán en diferido y todo saben que no es lo mismo
ver un partido seis horas después de jugado, conociéndose ya el resultado, que en
una transmisión directa como corresponde.
Sería muy valioso si se hiciera una
investigación a fondo sobre lo que realmente ocurrió en TVN. Si faltó dinero,
el tema era solucionable hasta por el mismo canal, que en 2009 se coronó como
la estación líder en audiencia y en recaudación con 5.699 millones de pesos.
¿Significa todo esto que en el futuro debemos
olvidarnos de la señal abierta y recurrir a la TV pagada para poder asegurarnos que al menos
en los octavos y en los cuartos de final veremos todos los partidos en casita? o planteada de otra forma esta interrogante ¿no podemos confiar en lo que tenemos los chilenos?
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