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sábado, 12 de junio de 2010

El Granma del viernes, la Cuba del sábado



 
Por Yoani Sánchez
Desde La Habana
 
Quién hubiera dicho hace algunos años que el adusto periódico Granma abriría una sección que se convertiría en su parte más comentada y leída. Bajo el título de “Cartas a la dirección” salen a la luz cada viernes los escritos –enviados por lectores- que versan sobre aspectos económicos y organizativos de nuestra sociedad. Al principio, corrió la voz de que el órgano oficial del PCC pretendía tantear una Glasnost de probeta que después se extendería al resto de la prensa, pero el resultado ha sido un debate limitado, especialmente por ocurrir en un medio con una marcada tendencia inmovilista y reaccionaria.


El tono de la crítica ha ido en aumento y en ese mismo diario que nunca se ha impreso una foto en colores, aparecen ahora matices diferentes para enfocar viejos problemas. Se ha llegado incluso a hablar de “privatización” de “fin de los subsidios”, todo esto acompañado de frases tan críticas como “nuestra mentalidad estancada” y exhortaciones del tipo “tenemos que ser realistas”. Hasta ahí, pareciera que la polémica ha logrado instalarse en una publicación que tanto contribuyó durante décadas a cercenarla; pero es mejor no dejar correr el entusiasmo. Ya en el encabezamiento de las “Cartas… ” se aclara que se trata de “opiniones con las que se puede estar o no de acuerdo”. Todo un alarde de tolerancia que quienes somos discriminados por nuestros criterios, sabemos muy bien que no se cumple para nada en la vida real.

Cuando la algarabía se deja a un lado y uno separa las palabras aparecidas de los hechos logrados, se percibe el verdadero alcance y seriedad de este espacio de discusión. Salta a la vista que hay un límite claro en cuanto a temáticas, pues nunca en todo este tiempo se han tocado puntos candentes como las restricciones migratorias, la falta de libertad de expresión, la penalización al que piensa diferente, los presos políticos, la demanda de someter a votaciones directas el cargo de presidente o la necesidad de contar con una prensa menos plegada al aparato gubernamental. Curiosamente, las misivas aparecidas sólo se refieren al desvío de recursos, la indisciplina social, el modo de producción, la ineficiencia de algunos burócratas y el pedido de muchos de aplicar mayores controles. Esto puede estar dado porque se hace un filtrado de las opiniones o porque los propios lectores se abstienen de enviar ciertas inquietudes que saben nunca verán la luz.

Por otro lado, el Granma del viernes ha generado la falsa impresión de que la crítica es admitida y que se puede hablar “a camisa quitada”. Pero basta leer detenidamente sus líneas para constatar que hay una reverencia obligatoria a cumplir para ser admitido en el selecto grupo de los que pueden opinar. Se debe dejar caer una frase relativa a “mantener nuestro actual sistema” o dedicar un cumplido de exoneración a “los líderes históricos del proceso” y colocar una oración que reparta la culpa del desastre nacional fuera de nuestro territorio. Jamás -ni lo sueñen- se podrán leer en esas páginas de diseño anticuado las dudas que tienen mis compatriotas sobre la gestión de Raúl Castro y sobre la disfuncionalidad de este capitalismo de estado –o de clan familiar- bajo el que vivimos.

La Cuba del sábado, del martes, del domingo -esa que desborda inconformidad y angustia- apenas si se muestra en las “Cartas a la dirección”. El órgano del único partido permitido nunca difundirá a quienes no lo consideran –ni remotamente- la vanguardia de la nación. Hacerlo sería como si Saturno, tras haber devorado a sus hijos, la emprendiera contra su propio corazón.

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