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miércoles, 16 de junio de 2010
PROBLEMAS ALEMANES CONDUCEN AL ELECTORADO A APOYAR A LA DERECHA DURA
La derecha más conservadora, concentrada en la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, es en estos momentos también la fuerza política más cotizada en Alemania como consecuencia de la situación de inestabilidad interna que ha vivido esta potencia económica europea en los últimos meses.
Su líder Karl-Theodor zu Guttenberg (foto abajo izquierda), actual ministro de defensa de la canciller Angela Merkel, es hoy el político más popular con el 68 por ciento de aceptación por parte del electorado alemán.
Esto ha llevado a la actual coalición gobernante, integrada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU/CSU) y el Partido Liberal (FDP), a un preocupante bajo nivel. Analistas dicen que las divergencias internas entre los dos integrantes de esta coalición han permitido que el poder político en Alemania "haya salido de Berlín para concentrarse ahora en la metrópoli bávara de München".
Tanto es así que si las elecciones fueran el domingo que viene, la coalición gobernante sólo obtendría el 37% de los votos contra 57% de la oposición integrada por los socialdemócrata (SPD), los Verdes y la Izquierda. Este estudio demoscópico fue realizado por la cadena de televisión ARD.
El más mal parado es el FDP con un cinco por ciento, es su peor resultado desde que se iniciaron estas encuestas en 2003. Este partido ha caído en la intención de voto del 14,6% en las elecciones de septiembre al 5% actual.
El resto se ha mantenido o ha subido o bajado muy levemente, como la Izquierda que bajó un punto de 12 a 11 por ciento.
El otro problema revelado por esta encuesta es una marcada “insatisfacción” con la coalición conservadora-liberal, alcanzando un nuevo récord a la baja, como informó hoy la Deutsche Welle (DW) en Berlín.
Sólo un doce por ciento de los ciudadanos alemanes están satisfechos con su rendimiento, aunque, si bien es cierto, este resultado representa ocho puntos menos que a comienzos de este mes, cuando un 86 por ciento se declaró insatisfecho. En todo caso, este tan marcado nivel de rechazo no se registraba desde marzo de 2004.
Según la Constitución, la coalición actual debe seguir en el gobierno hasta el 2013. Sin embargo, un 47% pide que se realicen elecciones adelantadas y un 24% demanda un gobierno de gran coalición (CDU/CSU y SPD). Sólo un 23 por ciento opinó que lo mejor es que la coalición actual culmine su mandato en 2013.
Otras encuestas señalan que la jefa de gobierno (canciller) Angela Merkel (CDU) (abajo izquierda) y el vicecanciller y ministro de relaciones exteriores Guido Westerwelle han perdido gran aceptación en el electorado alemán. Merkel cuenta hoy con sólo un 40 por ciento, habiendo bajado sólo en el mes de junio 8 puntos, que es su nivel más bajo de popularidad. Desde mayo ha bajado 18 puntos. Westerwelle tiene apenas un 20 por ciento de aceptación. Este es su peor resultado desde enero de 2003. Con ello, el jefe de los liberales sigue siendo la luz más opaca de todos los políticos alemanes, indico DW.
En todo este torbellino, el gran ganador es la derecha bávara liderada, como dijimos, por Karl-Theodor zu Guttenberg. Es una realidad política que recién comienza y que su evolución debería mantener “en guardia” a todos los cientistas políticos, analistas y observadores.
Merkel llama al orden
La canciller alemana, Angela Merkel, ha tenido que llamar al orden a los miembros de su alianza de Gobierno de centroderecha, enzarzados en peleas que ponen en peligro su continuidad a sólo siete meses de haber asumido el poder. "Tenemos que bajar el tono en lo que respecta al trato en la coalición. Tenemos que dar una imagen de fiabilidad a la gente en estos tiempos difíciles. Sólo así podremos recuperar la confianza", zanjó Merkel.
La analista Laura Araoz, de la dpa, comentó hoy que la canciller Merkel tiene razones de sobra para lanzar esta llamada. Los encontronazos entre su Unión Democristiana (CDU), la rama bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), y el Partido Liberal, se han multiplicado en las últimas semanas.
Un choque que podría tener consecuencias es el que tuvo la canciller con su ministro de Defensa, el socialcristiano Karl-Theodor zu Guttenberg, al quedarse muy contrariado cuando la canciller rechazó su propuesta de abolir el servicio militar y se molestó cuando no le consultaron sobre un incidente en torno a la misión alemana en Afganistán. Según la edición dominical del Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ministro sopesa la posibilidad de renunciar.
Los socialcristianos, liderados por el primer ministro bávaro, Horst Seehofer, siguen en permanente forcejeo con los liberales. La semana pasada, el ministro liberal de Salud, Philipp Rössler, llamó "cerda salvaje" a la CSU por haber truncado su ambicioso plan de reformar el sistema de sanidad pública.
Tampoco es mejor la sintonía entre la CDU de Merkel y los liberales. La canciller hizo quedar mal a su ministro de Economía, el liberal Rainer Brüderle. Sólo una hora después de que Brüderle anunciara la decisión de no conceder avales a la automotriz Opel (con cuatro plantas en Alemania), la mandataria se apresuró a aclarar que no estaba dicha la última palabra.
Los liberales atraviesan grandes dificultades para imponer su sello en el Gobierno de Merkel. Sólo un "no" sonoro y categórico del vicecanciller y presidente liberal, Guido Westerwelle (abajo derecha), impidió que el Gabinete aprobase aumentos impositivos. Los liberales evitan la subida de impuestos, aún cuando muchos en el país creen que sería más justo repartir mejor las cargas entre ricos y pobres.
Pero la prueba de fuego llegará el 30 de junio, cuando sea elegido el nuevo presidente federal. Muchos liberales y más de un democristiano no ocultan su simpatía por el candidato presentado por la oposición, Joachim Gauck, un disidente del régimen de la Alemania comunista de gran reputación en el país.
Merkel decidió proponer para el puesto a su correligionario y primer ministro de Baja Sajonia, Christian Wulff. La decisión levantó ampollas en el oficialismo, poseedor de una cómoda mayoría en la asamblea federal que escoge al presidente. Si algunos de los propios le niegan el voto al candidato de Merkel, podría significar el fin de la gestión de centroderecha. "La elección del 30 de junio podría ser la fecha definitiva de divorcio", estima el Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung.
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