TRABAJO INFANTIL EN CHILE, UN PROBLEMA INVISIBLE DEL MODELO
Por Leonel Sánchez Jorquera
El trabajo infantil es una terrible e invisibilizada
realidad en Chile. La imagen de los niños y niñas explotadas a niveles de la
esclavitud en países de África y Asia hacen ver que el problema en Chile es de
un nivel menor y casi anecdótico, lo cual es un grave error.
Se hace necesario un debate público sobre el trabajo
infantil que abarque ciertas aristas tales como su conceptualización, el hecho
de si se permitirán ciertas actividades laborales de niños y niñas y, de ser
afirmativa dicha cuestión, responder bajo qué requisitos y medidas de
protección sería permisible, además de considerar qué sucede con los ingresos
generados por dichos niños/as en el desarrollo de su actividad.Por ejemplo, niños
o niñas artistas, deportistas u otro talento que implique la generación de
recursos financieros.
Otra consideración a tener presente dice relación con la
volatilidad temporal del grupo etario del cual estamos hablando. En efecto, sin
perjuicio de los 107.000 niños y niñas que al año 2003 trabajaban en
condiciones inaceptables en Chile, conforme a un estudio de la época,
actualmente esas personas son en su gran mayoría adultos o adolescentes entre
15 y 18 años con un tratamiento – por parte del ordenamiento jurídico –
distinto a la problemática del trabajo infantil.
Lo anterior demuestra la urgencia de la protección normativa
y de la aplicación de políticas públicas sobre el problema del trabajo
infantil, pues el grupo vulnerable a quien afecta – los menores de 15 años – es
un grupo humano que, por razones obvias, rápidamente sale de dicha categoría,
donde los daños permanentes de su situación se mantendrán por el resto de sus
vidas.
Se debe tener presente que en la configuración del estatuto
jurídico que regula el trabajo infantil y en el diseño, gestión y evaluación de
las políticas públicas sobre erradicación y prevención del trabajo infantil,
estamos tratando con niños y niñas como sujetos de derechos plenos, integrales,
complejos y peculiares y no sobre objetos de aplicación de medidas de
intervención pública.
La problemática del trabajo infantil está muy asociada al
modelo de sociedad que estamos construyendo. Tal vez sea una de las temáticas
sociales más sensibles en cuanto a constituir un reflejo de la sociedad en la
cual vivimos.
La existencia del trabajo infantil, sus características, la
magnitud en la cual está presente, la forma en que los demás ciudadanos/as la
vemos y toleramos, dice relación con una visión de la comunidad – y sobre la
niñez en particular – que hace exteriorizar nuestra visión de mundo
comunitariamente compartida.
Uno de los aspectos fundamentales en el plano cultural,
social y económico dice relación con la sensibilización de la sociedad chilena
sobre el trabajo infantil, donde campañas masivas e ingeniosas sobre el tema
deben incorporar no solamente los casos de las peores formas de trabajo
infantil (prostitución, tráfico de drogas, entre otros) sino que sensibilizar
el tema frente a ciertas formas invisibles de trabajo infantil para la sociedad
(trabajo doméstico por ejemplo).
Dentro de las políticas a desarrollar para la erradicación
de la pobreza en nuestro país, se debe tener especial preocupación en su etapa
de diseño e implementación, de incorporar la variable del trabajo infantil
entre sus componentes.
Pero no todo trabajo infantil se explica por las condiciones
de vulnerabilidad económica, también operan factores culturales impuestos por
el modelo de sociedad, el cual es impulsado por los medios de comunicación de masas.
Así tenemos un conjunto de niños y niñas que sin tener
mayores necesidades de subsistencia, se vuelcan al trabajo infantil por el
deseo inculcado por el medio social y/o su entorno cotidiano, de acceder a
bienes y servicios suntuarios, de lujos o simplemente de moda, que sus familias
no están en condiciones de proveer.
De la complejidad que implica enfrentar el trabajo infantil
se concluye un desafío mayor, cual es, el comprender que cualquier reforma,
política, programa o campaña en contra del trabajo infantil debe considerar el
modelo de sociedad que estamos presentando mediante un bombardeo permanente de
estímulos contradictorios a los niños, niñas y sus familias.
Por un lado, le planteamos los inconvenientes y daños que
genera el trabajo infantil y, por otro, les lanzamos estímulos que los llevan a
realizar actividades laborales en busca del beneficio lucrativo directo que
conlleva dicha actividad al propio niño o niña o al hogar en el cual está
inserto.
Un campo a desarrollar es el de la participación comunitaria
de los niños y niñas, que permite invertir el tiempo de ocio en un tiempo de
adquisición de valores asociados a la vida comunitaria y desarrollo personal de
los niños/as, que es una de las justificaciones para iniciar a los menores en el
trabajo infantil.
Experiencias de Juntas de Vecinos Infantiles y de
organizaciones de voluntariado de niños/as generan un insumo de experiencias
particulares que pueden plasmarse en un programa de participación en la
formación de futuros ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus derechos, entre
los cuales está el derecho del niño o niña a estar protegido contra la
explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser
peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su
desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.
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