Entre sus prioridades destacan los ataques directos
contra movimientos (feminista y el LGTBIQ+) y las migraciones, especialmente aquellas
de procedencia musulmana.
Santiago Abascal
Mientras esta red de la ultraderecha sigue expandiendo su
influencia a nivel global, los gobiernos democráticos de Occidente enfrentan un
reto crucial: encontrar respuestas efectivas para frenar su avance sin
comprometer los principios que defienden.
Ojo con Musk y Trump
Elon Musk, el “super” magnate detrás de SpaceX, también
ha forjado una relación cercana con Meloni. De hecho, tras su encuentro con
Trump, el Gobierno italiano confirmó que negocia con SpaceX un acuerdo valorado
en 1.500 millones de euros para utilizar el sistema de satélites Starlink en
comunicaciones seguras. Este potencial convenio subraya la conexión entre los
intereses tecnológicos y la nueva agenda política de la ultraderecha.
Miradas hacia América del Sur
Elon Musk, dueño de Tesla, Space X y X, entre otras
empresas, confirmó hoy que "sus compañías están buscando activamente las
formas de invertir en Argentina" y apoyar al país.
En el ámbito europeo, el presidente húngaro, Viktor
Orbán, emerge como el principal referente de las políticas liberales que
inspiran a esta ola reaccionaria. Bajo su liderazgo, Hungría se ha convertido
en un laboratorio de ideas antidemocráticas, con políticas dirigidas contra los
derechos del colectivo LGTBIQ+, el feminismo, la pluralidad informativa y la
migración. Estas medidas han provocado sanciones económicas de la Comisión
Europea, incluida la retención de fondos millonarios como respuesta a los
ataques de Orbán al Estado de derecho.
La reciente victoria de Trump fue celebrada con entusiasmo por Meloni y Orbán, pero también por otros líderes de la ultraderecha internacional, como el holandés Geert Wilders, el español Santiago Abascal y la alemana Alice Weidel, quien se perfila como una figura clave en los próximos comicios alemanes. El mismo Musk trabajó fueretemente en su campaña.
Esta red de líderes y alianzas no solo redefine las estrategias de la ultraderecha, sino que proyecta interrogantes sobre el futuro de las democracias occidentales y la capacidad de sus instituciones para enfrentar esta amenaza.
Los Verdes han instado al Ejecutivo comunitario a investigar la falta de neutralidad del algoritmo de X, que, aseguran, opera «en beneficio de Musk y sus intereses políticos». La preocupación por el impacto de estas dinámicas en el proceso electoral alemán pone de manifiesto la creciente influencia de las plataformas tecnológicas en el tablero político global y las dificultades para regularlas eficazmente.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer
ministro británico, Keir Starmer, han lanzado duras críticas contra Elon Musk,
a quien acusan de fomentar una «internacional de reaccionarios» utilizando la
desinformación como principal herramienta. Estas declaraciones surgen tras las
controversias protagonizadas por el propietario de X, que refuerzan su
alineación con figuras de la ultraderecha global.
Así y todo, no toda la derecha británica respalda a Musk.
Nigel Farage, líder del partido Reform UK y uno de los principales promotores
del brexit, ha expresado su desacuerdo con Musk. Stephen Christopher Lennon (foto izquierda), conocido por el pseudónimo de Tommy Robinson y previamente por el de Andrew McMaster o Paul Harris, es un activista político antiinmigración e islamófobo de nacionalidad británica, siendo uno de los más temidos.
Fundó el ED (Liga de Defensa Inglesa (en inglés English Defence League) que es un grupo de extrema derecha e islamofóbico. Esta decisión ha provocado un ataque directo del magnate, quien declaró: «El Partido Reform UK necesita un nuevo líder. Farage no tiene lo que hace falta».
Las oscuras ideas
Detrás de figuras como Elon Musk, Donald Trump, Viktor
Orbán y otros líderes de la ultraderecha global subyace una filosofía que
rechaza los principios fundamentales de la democracia liberal y la igualdad. Se
trata de la llamada «ilustración oscura», un movimiento ideológico que ha
cobrado fuerza en los últimos años, especialmente en círculos tecnológicos y
empresariales como Silicon Valley.
Los impulsores de esta corriente son Curtis Yarvin y Nick Land, pensadores que consideran a la democracia liberal un sistema «decadente», incapaz de afrontar los retos económicos. Según ellos, este modelo debería ser sustituido por un «feudalismo tecnológico moderno», donde los Estados funcionarían como corporaciones y los líderes actuarían como directores ejecutivos soberanos. En este sistema, las decisiones estarían orientadas exclusivamente por criterios de rentabilidad, libres de las «cadenas democráticas".
El Centro Europeo de Estudios sobre el Populismo apunta
que esta ideología ha sido etiquetada como neofascista debido a su enfoque
elitista y autoritario, que busca desmantelar el Estado de derecho y las
instituciones representativas.
La propuesta de un orden político controlado por una
élite tecnocrática, que gobierne sin la intervención de la ciudadanía, ha
encontrado eco en personalidades influyentes del ámbito político y tecnológico.
En el entorno de Trump, la «ilustración oscura» ha tenido
un impacto notable. Uno de sus principales exponentes es JD Vance, el
vicepresidente electo de Estados Unidos, quien ha adoptado abiertamente ideas
asociadas a esta corriente.
Canadá está en peligro
Esta semana la política canadiense, generalmente tranquila, acaparó la noticia internacional. Comenzó el 6 de enero con la renuncia del primer ministro de Canadá y líder del Partido Liberal, Justin Trudeau y termina con la confirmación que Canadá tendrá un nuevo primer ministro el 9 de marzo próximo y que habrá elecciones federales en mayo o junio. Todo ello aparece ligado a la entronización de Donald Trump, el 20 de enero próximo, y cuando a sus amenazas imperiales contra Panamá, Groenlandia y México, agregó insistentemente la amenaza de guerra comercial y anexión de Canadá como 51 Estado de EUA.
El golpe de gracia fue la demoledora renuncia de su
ministra de Finanzas y viceprimera ministra, Chrystia Freeland, el 16 de
diciembre pasado, crítica a Trudeau, el mismo día en que ella debía presentar
una puesta al día del estado de la economía canadiense a mediados del año
financiero.
Todo apunta a una victoria indiscutible del líder del Partido Conservador (PC) Pierre Poilievre. Es lo que confirman las encuestas IPSOS, ABACUS. entre otras. Pero al mismo tiempo, eso confirma que no son las amenazas de Donald Trump lo que forzó la renuncia de Justin Trudeau. Ella está ligada a la tradicional alternancia entre liberales y conservadores. Es producto del deseo de cambio por el desgaste normal,
Y es que las afirmaciones de Donald Trump en el sentido
de que lo mejor es eliminar la frontera y el que publique en redes sociales la
imagen de la bandera estadounidense sobre el territorio canadiense, ya no es una
broma, no hace reir a nadie. Es necesario recordar que, históricamente,
Canadá se construyó afirmando su independencia ante los Estados Unidos,
buscando desarrollar una política exterior independiente de Estados Unidos.
Como potencia capitalista intermedia. Canadá estaba consciente de que ser vecino
de Estados Unidos, “es como dormir con un elefante”. Es lo que afirmaba el
padre de Justin. Luego vino el viraje bajo el conservador Brian Mulroney, bajo
cuyo gobierno se firmó en 1989 el Acuerdo de Libre Comercio de América del
Norte.
En efecto, el nuevo contexto cuestiona el eje del discurso de Poilievre, que era contra Justin Trudeau. En el contexto actual, con su renuncia, Trudeau desaparece, aunque Poilievre afirme que eso no cambia nada: Ya no se trata del balance del gobierno de Justin Trudeau. El nuevo tema que tiende a unificar a los canadienses es como defenderse de Donald Trump, de sus amenazas, de su carácter imprevisible.
Ante un contexto de ofensiva
imperial de otra época expresada por Donald Trump, que no sólo ataca Canadá,
sino que amenaza con apoderarse del Canal de Panamá y de Groenlandia, con
cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América, entre otros
anuncios. La polarización que forma parte del discurso de Pierre Poilievre
contradice los deseos de unidad ante la amenaza contra la soberanía canadiense.
(*) Diverspos aportes entre otros de Radio Centre-Ville, una de las radios comunitarias más antiguas en Montreal. Igualmente de Chema Molina (Público es) y también de Marcelo Solervicens, comentarista internacional.
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