La libertad de expresión es el
gran argumento de Elon Musk, el multimillonario empresario de las altas
tecnologías y otros sectores, al sublevarse contra las normas de la justicia
brasileña, que terminó por suspender las operaciones de su plataforma digital X
en Brasil el 30 de agosto.
Esa confrontación destaca dos
contradicciones. Se trata de un personaje de los más ricos del mundo, que se
juntó a la extrema derecha internacional que amenaza destruir la democracia y
por ende las libertades, incluso la de expresión.
Además Musk es dueño de empresas
que emplean las tecnologías más avanzadas, como Tesla de vehículos eléctricos,
Space X de viajes espaciales y Starlink de comunicación por satélites, y
que se ha puesto al servicio de ideas y políticas retrógradas, que niegan los
avances civilizacionales en temas ambientales, de género, étnicos y científicos
en general.
Además de exigir que todas las
cerca de 20 000 operadoras de internet bloqueasen el acceso a la X, el juez del
STF Alexandre de Moraes prohibió el uso de la aplicación VPN, que permite el
acceso omitiendo el local de donde se lo hace, imponiendo una multa de 50 000
reales (9.000 dólares) a quien viole la medida.
Luego volvió atrás en la
prohibición, pero mantuvo la multa, considerada una exageración por los
especialistas en comunicación, incluso juristas. La medida más cuestionada fue
la de exigir a Starlink, otra empresa de Musk, el pago de las multas impuestas
a X, que sumaban 18,3 millones de reales (3,3 millones de dólares).
Starlink ofrece conexión
satelital a internet en todo el mundo y en Brasil posee 224 000 usuarios, entre
ellos el Ejército y la Marina brasileños, principalmente en áreas de difícil
acceso, como la Amazonia.
La empresa empezó por negarse a
cumplir las órdenes judiciales, pero luego aceptó suspender el acceso a X,
mientras recurre al mismo STF sobre el pago de las multas, ya que X y Starlink
son empresas independientes y de distintos propósitos, aunque el propietario
sea el mismo.
Batalla política
“La cuestión es más política que
jurídica”, según Flavia Lefevre, abogada especializada en derecho de la
comunicación.
“Jurídicamente se puede
cuestionar las medidas contra Starlink, pero no la suspensión de la X que violó
la Constitución nacional, el Código de Defensa del Consumidor, la ley General
de Protección de Datos y el Marco Civil de internet”, argumentó Lefevre a IPS.
La gota de agua que rebasó el
vaso para la suspensión total de la plataforma X en Brasil, hasta que cumpla
las normas legales del país, fue la negativa de nombrar un representante, como
forma de eludir cualquier responsabilidad, en lo que se calificó como un reto a
la soberanía nacional.
Además, Musk juega
políticamente, apoya al republicano Donald Trump en Estados Unidos en las
elecciones de noviembre, al presidente argentino Javier Milei y al exgobernante
brasileño Jair Bolsonaro, todos de extrema derecha.
Es tan rico que no le importa
perder los usuarios brasileños de X, estimados en más de 20 millones, tampoco
la pérdida del valor de su empresa ante los conflictos que genera por razones
políticas.
En Brasil ataca personalmente a
Moraes, que concentra en sus manos los procesos judiciales que más amenazan a
Bolsonaro y sus activistas, como el del intento de golpe de Estado del 8 de
enero de 2023 y el de la difusión de falsedades informativas y discursos de
odio.
Musk insultó incluso al
presidente Luiz Inácio Lula da Silva al llamarlo “perrito de Moraes”, recordó
Lefevre.
(*) Aporte de la Agencia
italiana con sede en Roma Other News.
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