UNA ECONOMÍA CENTRADA EN EL BIORREGIONALISMO
Por Leeonardo Boff
Por todas partes se
buscan alternativas al modo de producción industrial/mercantilista/consumista,
ya que sus efectos sobre las sociedades y sobre la naturaleza se están
demostrando cada vez más desastrosos. El caos climático, la erosión de la
biodiversidad, la escasez de agua potable, la quimicalización de los alimentos
y el calentamiento global son los síntomas más reveladores. Este modo de
producción es todavía dominante, pero no sin críticas.
En contrapartida, aparecen por todas partes formas
alternativas de base ecológica de producción como la agricultura orgánica,
cooperativas de alimentos agroecológicos, granjas familiares, eco-aldeas y
similares. La visión de una eco-economía de la suficiencia o del "buen
vivir y convivir" da cuerpo al biorregionalismo, como ya hemos explicado
aquí.
La economía biorregional se propone satisfacer las
necesidades humanas (en oposición a la satisfacción de los deseos) y realizar
el bien vivir y convivir, respetando el alcance y los límites de cada
ecosistema local.
Previamente hemos de preguntarnos sobre el sentido de la
riqueza y su uso. En vez de centrarnos en la acumulación material más allá de
lo necesario y decente, debemos buscar otro tipo de riqueza, esta sí,
verdaderamente humana, como el tiempo para la familia y los niños, para los
amigos, para desarrollar creatividad, para deleitarnos con el esplendor de la
naturaleza, para dedicarnos a la meditación y la recreación. El sentido
original de la economía no es la acumulación de capital, sino la creación y
re-creación de la vida. Ella se ordena a satisfacer nuestras necesidades
materiales y crear las condiciones para el logro de los bienes espirituales (no
materiales) que no están en el mercado, pero se derivan del corazón y de las
relaciones justas con los demás y con la naturaleza, como la convivencia
pacífica, el sentido de justicia, la solidaridad, la compasión, la amorización
y el cuidado de todo lo que vive.
Al centrarnos en la producción biorregional, minimizamos las
distancias que los productos tienen que recorrer, ahorramos energía y
disminuimos la contaminación. El suministro de las necesidades puede ser
satisfecho por las pequeñas industrias y tecnologías sociales fácilmente
incorporadas por la comunidad. Los residuos pueden ser fácilmente manejados o
transformados en bioenergía. Los trabajadores se sienten conectados con lo que
produce la naturaleza local y al trabajar en fábricas pequeñas consideran su trabajo
más significativo.
En esto radica la singularidad de la economía biorregional:
en lugar de adaptar el medio ambiente a las necesidades humanas, son estas las
que se adaptan y se armonizan con la naturaleza y por lo tanto aseguran el
equilibrio ecológico. La economía usa mínimamente los recursos no renovables y
usa racionalmente los renovables, dándole tiempo para descansar y regenerarse.
Los ciudadanos se acostumbran a sentirse parte de la naturaleza y sus
cuidadores. De ahí nace la verdadera sostenibilidad.
En lugar de crear puestos de trabajo, se busca crear, según
afirma la Carta de la Tierra "medios de vida sostenibles" para ser
productivos y dar satisfacción a las personas.
Las computadoras y las modernas tecnologías de comunicación
permitirán a la gente trabajar en su casa, como se hacía en la era
pre-industrial. La tecnología no sirve para aumentar la riqueza, sino para
liberar y asegurar más tiempo, como recuerda siempre el líder indígena Ailton
Krenak, para la convivencia, para la recreación, para la restauración de la
naturaleza y para celebrar las fiestas tribales.
La economía biorregional facilita la abolición de la
división del trabajo basada en el sexo. Los hombres y las mujeres asumen juntos
las tareas domésticas y de crianza de los hijos y velan por la belleza del
medio ambiente.
Esta renovación económica propicia también una renovación
cultural. La cooperación y la solidaridad se hacen más factibles y la gente se
acostumbra a actuar correctamente con los demás y con la naturaleza, porque es
claro que es en su propio interés, así como en el de la comunidad. La conexión
con la Madre Tierra y sus ciclos suscita una conciencia de mutua pertenencia y
una ética del cuidado.
El modelo biorregional de la pequeña ciudad inglesa de
Totnes, es seguido hoy por unas 8.000 ciudades, llamadas Ciudades de
Transición: transición para lo nuevo. Tales hechos generan esperanza para el
futuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario