HAY QUE COMPARTIR LA ABUNDANCIA
.
Por Camilo Escalona
.
Este año sucedió lo espectacular, lo tantas veces deseado,
que Chile fuera el campeón. Así fue, como en un sueño, en la Copa América.
Pero, los escándalos de corrupción y el vandalismo descontrolado se ocupan de
hacer olvidar lo bueno, aquel momento irrepetible y quede sólo lo malo, lo que
da vergüenza y estupor.
.
Lo que pasa es que los futbolistas y la hinchada han sido
reemplazados como figuras centrales, ahora los actores principales son los que
van a forrarse de dinero rápido y fácil de un lado y los grupos que provocan el
vandalismo, por el otro. A veces se unen, otras se repelen, en ocasiones se
rechazan, en otras son aliados.
.
La historia viene de antes que se crearan legalmente las
“sociedades anónimas deportivas”, los antiguos clubes dirigían lo que era ya un
hecho, el fútbol profesional se había convertido en una actividad rentada, es
decir, un producto con el fin de obtener utilidades, pero reproducía, a su
modo, un acervo cultural que entregaba a esos clubes un patrimonio y una razón
de ser.
.
Llegó “el cambio”. El propósito de ganar dinero y maximizar
utilidades pasó a ser primordial, e incluso excluyente en la legislación que
creó las nuevas entidades; los clubes tradicionales fueron desplazados por
poderosos controladores financieros, que tomaron su popularidad para capturar
las elevadas utilidades del negocio.
.
Por ello, se vio como los más ansiosos en alcanzar
ganancias, mudaron velozmente de camiseta, trocando sus amores de niños por el
rendimiento de sus inversiones.
.
Al comienzo, para ganar popularidad, estos inversores
transformados en inusuales y a veces patéticos fanáticos, se congraciaron con
las “barras bravas”; con tal propósito el dinero bajo cuerda cooptaba sus
líderes, para pagar desplazamientos u otros “gastos ad-hoc”, como hacer
propaganda electoral a un candidato que fuera dirigente o hacer de matones
contra los que se opusieron a tales reprobables acciones.
.
La “buena onda” no podía alargarse en el tiempo y esta
alianza inicial se trocó en dura confrontación, asuntos de platas más, platas
menos, el hecho es que los exaltados que componen tales grupos de choque se
convirtieron, aparentemente, en incontrolables.
.
Hoy, son los actores de la violencia en el fútbol, los
“delincuentes” de los que reniegan, al parecer, sus protectores de ayer.
.
Ahora, los financistas que les dieron vida están
escandalizados, piden mano dura y la acción enérgica del Estado. Pero, quieren
mantener el negocio al tope, sin molestos controles, sin repartir la torta, muy
crecedora por lo demás, de varios centenares de millones de dólares.
.
En efecto, así como hubo quienes cambiaron el “club de sus
amores” por pura avaricia, también existen los que usan doble vestimenta, son
ávidos camaleones que cambian de color para atrapar dinero, por un lado usan la
camiseta de la ANFP, es decir, la entidad que dirige esta actividad y, por
otro, la del canal del fútbol, cuya adjudicación es decidida y entregada por la
primera. Son juez y parte de un negocio abundante, altamente concentrado, que
se debe repartir.
.
Al producirse los graves incidentes el domingo 6 de
diciembre, en la ciudad de Valparaíso, una de las primeras reacciones que se
conoció, sin confirmarse después, fue la de hacer los partidos “de alta
complejidad” sin la hinchada visitante e incluso sin público; aquello no sería
más que aumentar las ganancias de estos mismos controladores, ya que el público
no tendría más que pagar el alto costo de la TV de cable, que encarece el
acceso a estas emisiones de altísima audiencia e interés.
.
En el caso que así ocurriera, que la autoridad no pudiera
controlar al lumpen que genera esta violencia, no pueden pagar justos por
pecadores, obligando a gastar más a los hinchas que quieran ver los partidos de
fútbol. En realidad, la solución no es que las transmisiones sean emitidas por
un canal público de TV abierta, lo que obliga a declararlas como un bien
público, que no podría ser comercializado en la oscuridad como lo es ahora. La
tarea es entonces crear un Canal Deportivo Público, que realice esta labor.
.
Esto sería lo justo, ya que el Estado desembolsa cuantiosos
recursos que posibilitan el “espectáculo” deportivo. Se trata de instalar un
pago social, la justa retribución a la sociedad de una actividad que es
pública, que pertenece a todos, pero cuyas utilidades son privadas.
.
La sola movilización de centenares de carabineros cada fin
de semana, no sólo a los estadios, sino que también a las calles a garantizar
el tránsito y la seguridad de las personas. Los gastos de aseo, reparación de
bienes de uso público e infraestructura, tanto urbana como de autopistas,
debiese ser reembolsada al patrimonio fiscal y de todas las personas y
entidades perjudicadas y, para ello, emisiones públicas por la TV abierta
podrían financiar tales costos y terminar con la usura actual en las
transmisiones.
.
En todo caso, la situación así como está no puede seguir,
pues se presta a las peores sospechas y a los más dudosos manejos, dado las
redes desconocidas e indescifrables de las bandas violentistas que se han dado
como norte violar el orden público, así como el obvio afán de parte de los
controladores financieros de obtener ganancias desmesuradas de aquello que,
alguna vez, fue una sana actividad deportiva.
.
Desde el fútbol profesional no se ve la solución, cada cual
defiende lo suyo, el dinero lo es todo, no hay un interés colectivo, parece que
los vándalos son el negocio. Por eso, en algún momento, hay que ponerle el
cascabel al gato. Puede ser…ahora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario