UNA TALLARINADA
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Chile es un caso de psiquiatra. No sólo es
un “país mierdoso”, como lo calificaba el poeta Rojas, sino que es un país
confuso, indefinido, de salidas y frenadas, de partidas y reculadas, de
memoria leve, de propósitos alevosos, de
caretas y disimulos, de circularidad eterna, de castas concéntricas, de vivos que ya murieron, de ladrones honorables, de
asesinos venerados, de estolidez pontificante, de fatuos publicitados, de
cobardes condecorados, de santos asediados por demonios flagelantes.
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En fin,
casi un “Macondo” pero sin fantasía, un San Gabriel o un Comala, poblado de gente solitaria, silenciosa y
miserable.
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Pero también es un país enrollado, como
plato de tallarines, como ovillo apretado. Chile es una sociedad conducida por
infinidad de intereses particulares, que dejaron de conjugar el somos y se
quedaron con el soy. Chile es discípulo de Stirner con “El único y su propiedad”. No hay
sentido de lo ideal ni de las ideas, por tanto el Estado se diluye en medio de
los jalones fácticos, quedando con los desgarros a la vista. Es un Estado
lacerado, crucificado, humillado, aplastado, ninguneado, dejado de lado y
maniatado, atado, impedido, inhabilitado. Y todo ello, incluyendo toda las
personas que dependen del Estado y comparten sus propiedades (incluidos los
recursos naturales).
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Los hombres que presumen manejar al Estado,
ya todos la saben, son simples tributario de los poderes fácticos nacionales e
internacionales. Es por ello que cada vez que los que están fuera del poder
reclaman a quien debe ser su defensor en
los derechos de gentes, entonces esos
presuntos gobernantes se encuentran sin ideas y, peor, sin saber cómo actuar,
sin método, sin know how y sin convicción de a quiénes se deben.
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Intentan o simulan solicitar la
contribución, la cooperación de los poderes económicos; pero esos poderes son,
en el caso de Chile, demasiado anchos y ajenos; no están ni ahí con las
caridades públicas. Como ésta es una sociedad de intereses y no de derechos,
entonces los intereses contrapuestos deben permanecer en contradicción, más si
quienes deben legislar para el orden de la sociedad y la solvencia del Estado,
son tributarios de los poderes fácticos (que mantienen a todos atados y bien
atados), y no de sus electores (que tienen sólo cabos sueltos).
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La falta de práctica en la gestión del
Estado oligárquico, que es Chile, el no aprender ni practicar la planificación
por tantos años- pero sí los negocios-,
les lleva a estos incomprensibles enredos. La reforma de la educación se
transforma en una tarallinada, ya nadie sabe por dónde comenzar a desenrollar; el Transantiago se
quedó como una tallarinada indigesta; la reforma tributaria es otra tallarinada
servida en varios platos distintos, pero cada vez los tallarines se enredan más
y se deja comer menos en cada pasada por la “cocina”. La reforma laboral es
otro plato de enredos indescifrables. Los juicios por defraudación y cohecho, van quedando sin
condena de cárcel efectiva, porque todo se enreda en Impuestos Internos, pues
ahí se juzga lo obrado como malos entendidos, errores involuntarios y
rectificaciones de última hora. Pero también los fiscales se ablandan y aceptan
juicios abreviados con perdones prolongados.
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Además que la ley fue hecha para que los
“caballeros”, por ruines que sean, no sufran cárcel, pero el que vende discos pirateados, ese sí es
peligroso. Tenemos una ley acomodaticia que llega a ser como “El proceso” de Kafka; es decir, podemos ya sufrir la certeza que en la ley no hay garantía,
pues es tuerta y, con eso, inevitablemente se enreda en cada juicio. Se trata
entonces de sacar de circulación al persecutor
que se ajusta a la norma y hace bien su pega, se retiran los ascensos de
los jueces que son justos…En fin, nada
se da por la vía de la rectitud y la ley pareja, por tanto somos un
proto- estado de derecho”, lo que es igual a un Estado de derecho oligárquico,
en que la ley no es igual para todos, los derechos económicos privilegian al
adinerado, los costos los pagan todos menos los que pertenecen a las castas
privilegiadas; los cargos son para los hijos y parientes de….En fin, una
sociedad de privilegios, de compadrazgos, de pitutos, de clientelismo, de
complicidades, de nepotismos, de simonías y nicolaismos, de vanalidades, de
cohechos, corrupciones, tráfico de influencias, de concesiones, inhibiciones y
de incompatibilidades transgredidas.
Si con todo seguimos amando a Chile, es en
el sentido del poeta griego Aerquíloco: no como dicha sino como enfermedad.
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