CORRUPCIÓN EN LA ANFP: ¿CONDENADOS POR UNA PASIÓN?
Por Eduardo Engel (*)
Coimas de millones de dólares para quien fuera su
presidente, préstamos a varios clubes por debajo de la mesa y por sobre los
límites acordados e ingresos directivos millonarios e ilegales son sólo algunos
de los delitos que investiga la justicia nacional y extranjera a propósito del
órgano rector del fútbol profesional chileno, la ANFP.
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El problema no es una manzana podrida o dos manzanas
podridas o media docena de manzanas podridas. El problema es un gobierno
corporativo opaco y primitivo que facilita todas las prácticas oscuras e
ilegales que hemos conocido en las últimas semanas. De poco sirve elegir un
nuevo directorio si no se realiza un cambio profundo de las reglas y normas que
rigen cómo funciona la ANFP. Si se cambia a los jugadores sin cambiar el
esquema de juego volveremos a tener escándalos similares a los que hemos
conocido en semanas recientes. Si la directiva que se elegirá próximamente no
da señales inequívocas de un golpe de timón hacia el buen gobierno corporativo
y la transparencia, el Ministerio de Justicia debiera considerar seriamente
intervenir la ANFP.
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Conflictos de interés
¿Es sano que la empresa que presta dinero a los clubes
endeudados pertenezca al dueño de uno de los clubes y directivo de la ANFP? ¿Es
deseable que la empresa a cargo de la producción de los partidos de la Roja sea
de propiedad de otro directivo y que un tercero sea propietario del canal de
televisión que transmite los partidos de la selección nacional?
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Los conflictos de interés en cada una de las relaciones anteriores son evidentes. Cuando se da una transacción entre dos empresas con un dueño en común, ¿querrá éste que el precio al cual se compra el bien o servicio sea lo menor posible, favoreciendo a una de sus empresas? ¿O se jugará porque sea lo mayor posible, favoreciendo a la otra? Los demás dueños de las empresas tendrán un enorme interés en conocer la respuesta a las preguntas anteriores, ¿tendrán la información que les permita hacerlo?
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Los conflictos de interés en cada una de las relaciones anteriores son evidentes. Cuando se da una transacción entre dos empresas con un dueño en común, ¿querrá éste que el precio al cual se compra el bien o servicio sea lo menor posible, favoreciendo a una de sus empresas? ¿O se jugará porque sea lo mayor posible, favoreciendo a la otra? Los demás dueños de las empresas tendrán un enorme interés en conocer la respuesta a las preguntas anteriores, ¿tendrán la información que les permita hacerlo?
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Opacidad y desorden
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¿Cuál empresa auditaba a la ANFP? ¿Cómo no se enteró de los
cheques que recibieron varios clubes por sobre los límites acordados? O de las
transferencias millonarias a la cuenta de presidente de la institución. ¿Dónde
estaban los directores encargados de supervisar las finanzas de la asociación?
Y cuando, para variar, se prenden las luces de alerta en Estados Unidos, no en
Chile, ¿por qué la investigación interna que hicieron directivos de la ANFP no
fue capaz de detectar el uso irregular e ilegal de los fondos de la asociación?
¿Les negaron las cartolas o no pensaron en pedirlas? ¿O es que el banco no les
pasó copias de los cheques? ¿Cómo se pudo firmar un contrato por más de 100
millones de pesos con un bufete de abogados estadounidense para defender a la ANFP
ante la justicia de ese país sin el visto bueno del directorio?
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Son varios los directores que ahora publicitan su
disconformidad con tal o cual decisión del presidente de la ANFP, que
supuestamente se opusieron y sufrieron consecuencias graves por su valentía.
¿Por qué no hicieron pública su oposición en su momento? ¿Por qué no se hacen
públicas las actas de la ANFP donde consta dicha conducta honorable y valiente?
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El problema anterior va más allá de la ANFP. Se ha vuelto
habitual que ante escándalos que afectan al mundo corporativo, desde La Polar
hasta la colusión del papel, los directores de la entidad alegan que no
tuvieron conocimiento de conductas delictuales de quien era presidente o
gerente de la entidad, que les escondieron información, que les mintieron.
Puede que sea cierto, puede que no. Pero, independiente de lo anterior,
debieran tener la obligación de demostrar que tomaron todas las medidas
preventivas que ameritaba la importancia de su cargo directivo y que apenas
tuvieron indicios de irregularidades hicieron las preguntas y seguimiento que
correspondía. En una frase, que hubo “debida diligencia”. En cada caso,
incluyendo la ANFP, una instancia independiente y prestigiosa debiera evacuar
un informe que evalúe en qué medida se cumplió lo anterior.
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Cambio de esquema
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No es necesario redescubrir la pólvora, es bien sabido cómo
manejar los conflictos de interés que se originan cuando hay transacciones
entre partes relacionadas. Crear un comité de directores, todos independientes
de los clubes, que defina y publique un reglamento para las transacciones entre
partes relacionadas y que supervise que dichas transacciones se realicen a
precios de mercado. Si se demuestra que no fue así, responden con su
patrimonio. Además, en casos excepcionales, donde estimen prácticamente
imposible determinar el precio de mercado, podrán dictaminar que las partes que
realizan la transacción no pueden estar relacionadas.
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Un nuevo gobierno corporativo para la ANFP, a la altura de
las organizaciones serias y transparentes del país, donde se rinden cuentas y
se publican y auditan los balances, es el principal desafío que tendrá en el
mediano plazo el directorio que se elegirá próximamente.
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Desafío de mediano plazo
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Un tema que da para una reflexión más profunda es si la
actual estructura de propiedad de la ANFP es la más conveniente. Me parece que
no. No es nada de obvio que los clubes deban ser los dueños de la ANFP, ya que
uno de sus principales activos son los ingresos que genera el seleccionado
nacional, rentas que hoy en día tienen poco que ver con la labor de los clubes
locales, ya que la mayoría de los seleccionados juega en el extranjero. El
intento de Mayne-Nicholls para que dichas rentas beneficiaran el desarrollo del
deporte nacional en general, más que a clubes particulares, llevó a su salida
junto a la de Bielsa. Una nueva estructura de propiedad de la ANFP podría
posibilitar proyectos de mayor valor social que la estructura actual.
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Condenados por una pasión
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Qué duda cabe, la ANFP está en la mejor de las compañías. El
gobierno corporativo de la FIFA es igual de malo o peor. La evidencia de
problemas serios en la FIFA existe desde hace tiempo. Una organización sin
fines de lucro con caja de más de mil millones de dólares. Escándalos de coimas
recurrentes. Decisiones, como aquella de organizar el Mundial de 2022 en Qatar,
que sólo se entienden si hubo sobornos de por medio, y mucho más.
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En un clásico de la nueva generación de programas
satírico-noticiosos de la televisión estadounidense, pocas semanas antes de que
comenzara el Mundial en Brasil, “FIFA and the World Cup” de Jon Oliver, con más
de 12 millones de visitas en YouTube, denunció los problemas del máximo
organismo del fútbol mundial. Buen resumen de varios libros serios sobre el
tema. Hacia el final, Oliver concluye que FIFA no cambiará, porque nuestra
pasión por el fútbol nos condena a aceptar una institución corrupta a cargo del
principal evento futbolístico del orbe. Es tanto lo que nos gusta este deporte,
que estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa. Al menos en eso se terminó
equivocando: pocos meses después, la justicia estadounidense, con colaboración
de la justicia suiza y de otros países, hizo pública una investigación que
llevó a la renuncia de Blatter y al encarcelamiento de más de una docena de
directores, incluyendo un número impresionante de sudamericanos. Esta semana,
la FIFA anunció cambios drásticos en su gobierno corporativo, partiendo por
limitar a 12 años la permanencia en el cargo de director. ¿Sucederá algo
similar en la ANFP?
(*) La Tercera
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