EL PRESIDENTE DEBERÍA PEDIR PERDÓN POR EL BALANCE INJUSTO DE CASI 40 AÑOS DE NEOLIBERALISMO EN CHILE
Por Walter Krohne
Parece que lo más impactante de la cuenta del Presidente Sebastián Piñera, que ha quedado en la mente de los chilenos, ha sido “el perdón” que pidió por errores cometidos, lo que ha causado curiosidad en el mundo entero.
Generalmente estos actos de “perdón” los hacen los líderes políticos en casos muy puntuales, especialmente de derechos humanos, frente a los cuales hay una responsabilidad directa del Estado.
Recuerdo, por ejemplo, el perdón del entonces canciller alemán socialdemócrata Willy Brandt, el 1 de diciembre de 1970, quien durante una visita oficial a Polonia, se arrodilló espontáneamente ante el monumento conmemorativo al levantamiento del gueto de Varsovia, pidiendo perdón con años de retraso por las víctimas de la barbarie nazi.
El presidente chileno Patricio Aylwin también lo hizo en su momento en nombre del Estado chileno por las víctimas de la barbarie pinochetista.
Sin embargo, pedir perdón por errores cometidos, especialmente para jefes de Estado de carne y hueso que continuamente están en riesgo de equivocarse, parece inusual y más bien raro. Si tuviéramos que escuchar este tipo de perdones no contaríamos con el tiempo suficiente para escuchar todo lo que se hace mal cuando se está al frente de la conducción de un Estado. Los electores elijen a un político por su condición de liderazgo y sus ideas, y no a un “dios supremo”.
Esta desviación que afectó a auditores y lectores del discurso del 21 de mayo ha sido más bien un impedimento para analizar su contenido que es lo que realmente nos debería interesar para saber hacia dónde vamos, porque la verdad es que no lo sabemos con certeza.
En líneas generales se puede hablar de un discurso contundente en lo que respecta a logros, pero que no le indica a nadie el rumbo que la navegación chilena lleva en el complicado mundo globalizado.
¿Hemos definido acaso entre todos el país que realmente queremos o nos sentimos contentos con este capitalismo nuevo (el neoliberalismo) injusto que defienden los partidos que apoyan a Piñera?
Estamos hablando de la aplicación de una teoría económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado y que enfatiza en lo tecnocrático y en lo macroeconómico, defendiendo el libre mercado como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico.
Hace unos 35 años que Chile se rige por esta política y todavía un 95 por ciento de la población sigue viviendo con ingresos reducidos o mínimos. Lo peor es que frente a esta realidad hay otra población que comprende un 5 por ciento de los chilenos, que vive en un mundo irreal y distinto, que se aparta con creces del chileno medio y que busca en el mercado del lujo, desconocido para la mayoría de los chilenos, las exquisiteces que consume y que puede pagar. Estamos hablando de un mercado que facturó el año pasado 429 millones de dólares y para 2012 se esperan 557 millones.
Es decir, la desigualdad que tenemos y que los especialistas de todo el mundo reconocen espantados, no es para llegar al Congreso Nacional a hablar, en un año de elecciones, de la entrega de un bono por 40.000 pesos para los chilenos más pobres argumentando el alza excesiva de los alimentos. Según el establishment son sólo los pobres registrados como tal a los que hay que ayudar para que puedan alimentarse, porque la clase media, con iguales problemas o más, parece que no tuviera las mismas necesidades y, por lo tanto, no recibe nada. Es el caso también de los jubilados.
Es decir, bien para los que reciban estas cuarenta "lucas", pero mal para aquellos que creen que con eso van a comenzar a reducir la brecha de la desigualdad.
El problema de Chile es en primer lugar déficit de educación, pero el discurso presidencial no incluyó una explicación exhaustiva de cómo va a ser finalmente el “nuevo modelo” educacional, que seguirá vinculado al negocio lucrativo de tantos grupo y sociedades que viven de lo que los trabajadores y familias humildes deben desembolsar con mucho sacrificio por la educación de sus hijos. El Presidente no podía hablar mucho de este tema porque sabe que la política económica nos tiene acorralados a todos.
Tampoco podía hablar de una gran reforma laboral amplia y seria, donde los trabajadores puedan contar con las herramientas necesarias para organizarse sindicalmente y luchar por el mejoramiento de las condiciones laborales y sus salarios.
No, no puede, y si lo hace podría ser “derrocado” por los mismos que lo eligieron.
Pero tampoco puede hablar de un sistema de salud para todos que, cubra absolutamente todas las necesidades que tienen los trabajadores en esta materia. Esto no es posible, porque cuando se toca este punto, nos dicen que somos un país pobre, aunque los dueños de las clínicas se hagan millonarios con cobros excesivos que nadie controla. Lo mismo ocurre con las isapres y con las AFP, en el sector previsional, otra estafa "legalizada".
Menos podría haber hablado el Presidente de una reforma tributaria que no existe, porque ha quedado demostrado que lo que él envió con gran pompa al Congreso es un ajuste tributario casi insignificante. La OCDE lo dice, no lo digo yo. ¿Cómo se puede llegar a pensar que los empresarios deben pagar más impuestos? Quien diga esto o siquiera lo piense es en Chile simplemente un demente.
Parece ser que para los tecnócratas lo importante es llegar lo antes posible a un ingreso per cápita de US$ 20.000 (2011: US$ 14.401) y poder decir que “somos desarrollados”, al menos en teoría, porque esto no va a terminar con la infelicidad de los chilenos por los bajos ingresos que reciben, la mala calidad de la educación, el desastre del transantiago, la salud que casi no existe, la contaminación, y las malas condiciones de vida en general.
Según las cifras, sí se divide el total de los hogares del país en cinco grupos iguales, de menor a mayor nivel de renta, se obtiene que el primer grupo (el más pobre) tiene un ingreso de $135.000, es decir sólo el 6% de la cifra entregada por el Banco Central. El segundo grupo, cuenta con un ingreso de $341.000 (la mayoría de los programas sociales benefician hasta a los integrantes de este grupo). En el tercer grupo el ingreso obtenido es de $545.530; en el cuarto es de $911.360 y en el último grupo, sus ingresos van desde un mínimo de $1.225.000 a más de 60 millones de pesos. Aquí está el 5% de las familias chilenas con rentas similares o superiores al ingreso per cápita señalado por el Banco Central, los que compran en el mercado del lujo.
Estas cifras, que son para amargar a cualquiera, para lo único que sirven es para entender las marchas callejeras, los cacerolazos y las numerosas protestas que tienen “sorprendidos” al 5% de la población que integran a quienes toman las decisiones en Chile.
¡Esto si que es para pedir perdón!
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