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martes, 13 de marzo de 2012

OTRA VISIÓN DE TOLERANCIA CERO EN ALCOHOL

Por Hugo Latorre Fuenzalida

Esta nueva normativa sobre alcohol y la conducción ha causado una polémica más variada y extensa que las culpas del 27 de febrero. Finalmente lo del “gaffe” de Bachelet y el Choa será negociado y nada pasará ¿Pero, cómo se puede negociar una copa demás ante una policía que nada sabe de políticas flexibles?

La verdad es que la gran mayoría de los chilenos maneja con sus cuatro copitas en el cuerpo sin producir ningún daño. Claro que no se las dan de Fitipaldi en ese estado chispeante, porque ahí sí que los reflejos no responden; pero yendo despacito por las piedras, se llega a casa sin causar ningún desastre a terceros; cuando mucho un leve daño a la propiedad pública o privada; pero más daño a esas propiedades hacen los bancos, las casas comerciales y otros grupos de gente esclarecida, que no toma ni maneja, pues el “daño” que han causado les deja como para pagar chofer, y no beben porque normalmente pertenecen a alguna de esas sectas beatas donde la intemperancia se condena con más fuerza que la falta de honestidad.
Los argumentos a favor y en contra surgen como semilla lanzada en suelo fértil. Unos señalan que la cosa es excesiva y que no es aplicable en nuestro país de beodos inconsecuentes. Que aquí nadie va a respetar la norma y la gran mayoría seguirá degustando el tinto y el otro en las fiestas o reuniones y simplemente se arriesgarán a cruzar el rio sin que los pillen. Total, dicen, hay tan pocas fiscalizaciones en salud, educación, en el trabajo, en aduanas, en las casas comerciales y en los bancos, que tampoco debería haber una trasgresión de los promedios precarios en este campo de la alcoholemia.

También se dice que quienes rompen las normas y beben hasta manejar con la cabeza sostenida en el copiloto son los lolos y los “curagüillas” consuetudinarios, y esos tipos no le paran a “tolerancia cero” ni nada que se le asemeje. Ellos viven al margen de las normas desde que se enviciaron o desde que le roban el auto a los padres; así es que por ese lado, la medida mostrará pobres resultados.

Ah, dicen algunos, es que aunque no sea tan efectiva al comienzo, se irá creando una cultura nacional de no manejar con trago; se aprenderá a tomar locomoción colectiva si se ha bebido, o un taxi. Yo creo que eso es como creer en la santidad: puede que se dé en algunos excepcionalmente, pero la mayoría siguen siendo pecadores todos los días, a pesar de tener una cultura cristiana desde tantos años.

Hay dos cosas que he escuchado, que se deben considerar. Por un lado se plantea que los salarios en Chile son bajos, como para pagar taxi de vuelta a casa, y la locomoción colectiva se resiste a cargar curados, pues suelen ser odiosos y rosqueros, a demás de groseros; sin olvidar que los “micreros” no andan con mucho tiempo, y estos personajes “bandeados” necesitan cierta calma para subir y bajar sin descalabrarse.

Por otra parte, los asaltantes se ensañan con los tipos que se bambolean al caminar por las noches en una ciudad como Santiago, con lo cual arriesgan más transitando a pie o en locomoción colectiva que el ser sorprendido por una patrulla con hálito de fiestero.

¿Sabes que va a pasar?- me dice un amigo- que la cantidad de gente que va a manejar sin licencia va a ser enorme, con lo cual se creará otro gran problema en que las soluciones tendrán que ser muy imaginativas.

Otra persona me sacó a colación el tema económico. En un país donde los bodegueros, botilleros, dueños de cantinas, tagüaras, chinganas y ramadas son un poder social de respetable consideración, esta normativa les afectará de manera discriminatoria. Esto ya no es un impuesto, como el del tabaco, es simplemente un boicot a la libre empresa. Esto es tan grave como una persecución religiosa. Usted debe saber que estas especies de “ley seca” generaron graves problemas de mafias en otros países, así que imagine usted en este país de gente tan “húmeda” por naturaleza, lo que pueda acontecer con leyes como la que se pondrá en práctica.

Otro amigo emprendedor me dio la idea de instalar una empresa de transporte de beodos; puede abarcar los diversos estratos de curagüillas: “salón bip”, “especial cama” (para los que bordean el coma etílico y tiene con qué pagar), “expreso” y de “reparto”.

Yo lo encontré genial, mira que demanda habrá en abundancia, y se pueden ir diversificando las ofertas; yo le señalé que podría poner hasta limusinas, con bar incorporado, y los buses de reparto podrían autorizar el ingreso de vendedores con su copetín de oferta a luca, y dos por mil quinientos pesos, de esa forma el negocio se hace viable, competitivo y más retributivo que la minería, amén que crearía más empleo; incluso se puede decretar una exención tributaria, para alentar la inversión, o por lo menos una depreciación acelerada. Todo en aras de hacer la ley viable y no generar una rebelión peor que la de Aysén, Magallanes o Calama; o provocar una reactivación del levantamiento estudiantil, porque los cabros sí que toman como cargador de la Vega, y no se van a quedar de brazos cruzados ante tamaña represión.

En fin, esta ley no será muy efectiva en terminar con los beodos, pero crea una nueva área de negocios privados, y ese es el alma del gobierno neoliberal, por lo que andan todos los oficialistas entusiasmados, esperando el “imacec” y la repercusión en el crecimiento del PIB. Así seremos un país más rico y no se hará tan terrible el “trago amargo” que significa esta ley.

2 comentarios:

  1. si el chofer y el acompañante van en estado de ebriedad,al a compañante se le cursa la misma infracion o no.

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  2. Sabe usted de la perseverancia?
    ¿Cómo supone que un mundo mejore si ni somos capaces de pensar que nuestras metas se pueden cumplir?
    Le informo, que este mundo y este país aún no está perdido, se lo digo yo que no soy originaria de estas tierras.
    Recuerde: siempre que se quiere, SIEMPRE, se puede.

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