MUNDO-CERCANO ORIENTE-KRADIARIO
EE UU: ¿ATRAPADO ENTRE IRÁN Y EL ESTADO ISLÁMICO?
Por Félix Flores
La ofensiva del ejército iraquí y las milicias chiíes sobre
Tikrit –la ciudad natal de Sadam Hussein, ocupada por Estado Islámico- va a ser
una prueba de fuego, un ensayo para la siguiente, y más importante, sobre la
ciudad de Mosul, el gran feudo yihadista en Irak. Sin embargo, al mismo tiempo
esta operación militar revela lo complicada que resulta la alianza de facto
entre Estados Unidos e Irán para derrotar a Estado Islámico y el peligro de que
la batalla degenere en un agravamiento del conflicto entre chiíes y suníes en
Irak.
El ataque a Tikrit, a 160 kilómetros al norte de Bagdad, no
está acompañado de bombardeos aéreos de la coalición internacional encabezada
por EE UU. Es una operación puramente iraquí… con ayuda iraní. Según la prensa
estadounidense, está haciendo emerger tensiones entre Washington y Bagdad,
además de discrepancias en el alto mando estadounidense, y quien puede capitalizar
el éxito –si lo hay- es nada menos que Irán.
Desde hace semanas, la participación del general iraní Qasem
Suleimani en la guerra iraquí contra Estado Islámico es una especie de secreto
a voces sobre el cual militares y altos funcionarios estadounidenses insisten
en disimular.
El jefe de Estado Mayor del Pentágono, general Martin
Dempsey, fue preguntado por el comité de Defensa del Senado sobre la presencia
del general Suleimani. Según France Presse, Dempsey respondió: “He visto su
foto; nuestro servicio de información va a trabajar para determinar si está
allí o no”. Otras fuentes señalan, en cambio, que el general Suleimani dirige
personalmente el ataque a Tikrit.
Qasem Suleimani era hasta hace poco una figura discreta y
oscura. Jefe de la división Al Qods, la fuerza de elite de la Guardia Revolucionaria
iraní, está considerado quizás el militar más influyente en Teherán. La
periodista Diana Moukalled publicaba ayer martes en el diario panárabe Asharq
al Awsat un artículo en el que señalaba cómo Suleimani –de quien dice que
extiende su influencia desde Siria y Líbano hasta Yemen- ha pasado de las
sombras a la luz pública, dejándose fotografiar en los últimos meses, a veces
acompañado de soldados sirios, iraquíes e iraníes.
En efecto, el general Demsey ha visto su foto, como él mismo
dijo al Senado. Diana Moukalled hace notar cómo el líder de Hizbulah, el jeque
Nasralah, ha afirmado que Suleimani es el único que puede detener a Estado
Islámico. Otros también pensarían lo mismo.
El general Lloyd Austin, jefe de la misión estadounidense en
Irak, dijo ante la Cámara de Representantes que “no sabemos con exactitud qué
hacen” los iraníes en Irak. Durante meses, los norteamericanos han mantenido
esta misma versión: tanto ellos como los iraníes están en Bagdad, pero no se
coordinan ni se comunican.
Al mismo tiempo, Washington y Bagdad mantienen un largo
rifirrafe sobre la esperada ofensiva contra Estado Islámico en Mosul. El
Gobierno iraquí quiere lanzarla esta primavera, pero el Pentágono dice que las
fuerzas iraquíes no estarán lo suficientemente preparadas hasta el otoño. Esto
ha agriado las relaciones.
Abas al Musaui, portavoz del anterior primer ministro
iraquí, Nuri al Maliki, es citado hoy miércoles por The New York Times
afirmando que entre norteamericanos e iraquíes “hay una crisis de confianza” y
que “si no se resulve este problema tendremos uno mayor en Mosul”.
El mando iraquí, señala el NYT, ha llegado a decir que si
los norteamericanos no les apoyan continuarán de todos modos por su cuenta. El
ataque a Tikrit cuenta con artillería iraní, por ejemplo. Y la televisión de
Hizbulah, Al Manar, llega a afirmar que “Irán se ha convertido ya en el
principal aliado de Irak. Cabe señala que la posición norteamericana se ha
visto también debilitada por su rechazo a cooperar con Irán y Siria, dos de los
principales actores en la guerra contra el Estado Islámico”.
A todo esto se suma otro problema de gran calibre. Dos
tercios de la fuerza total de 30.000 hombres lanzada por Bagdad sobre Tikrit
está formada por milicias chiíes, entre ellas las brigadas Badr. La
organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch ha acusado a
las milicias chiíes de actos contra la población civil suní tan bárbaros como
los que comete Estado Islámico.
Ahora, algunas informaciones apuntan a que las milicias
chiíes se toman la ofensiva sobre Tikrit como una venganza por la matanza de
cientos –tal vez un millar- de los suyos por parte de los yihadistas, de la
cual harían cómplices a los suníes locales.
Según The New York Times, los norteamericanos lamentan que
el Gobierno iraquí no ha sido capaz de movilizar fuerzas suníes en esta
batalla, lo que serviría para limar el componente religioso de la guerra. De
otro modo, los suníes se apegarán a Estado Islámico.
El primer ministro Haider el Abadi pidió el domingo que se respete
a los civiles en Tikrit. Pero todo está por verse. Templando gaitas, el general
Dempsey ha dicho que el ataque a la ciudad puede ser “positivo”. “Francamente
–dijo, según France Presse-, será un problema solo si desemboca” en lo que
todos temen.
(*) La Vanguardia de Barcelona
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