CASO CAVAL-KRADIARIO
EL ROL CLAVE DE LUKSIC EN EL
CASO CAVAL
Por Carlos Huneeus (*)
Muchos lamentan la baja confianza en la política y los
políticos entre los chilenos y se atribuye la responsabilidad a ellos de ese rasgo de la cultura cívica, sin que se considere que otros actores
también han contribuido a ese resultado. Se denuncia a la autoridad o
funcionario público corrupto, pero no se indica, generalmente, quién lo llevó
a esa conducta.
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Se puede criticar a ministros y parlamentarios, cardenales
de la Iglesia católica y a parlamentarios o presidentes de partido, que serían
responsables de esa desconfianza, pero no se tiene similar actitud crítica
hacia los principales capitanes de las grandes empresas, como si fuese
necesario mantenerlos fuera del escrutinio público y no tuviesen
responsabilidad en ese descrédito.
Esta falta de escrutinio es inexplicable porque hay una
estrecha relación entre el sistema económico y el político, particularmente por
la alta concentración de la riqueza y del ingreso, limitando la autonomía de la
política. Una docena de familias controla un 20-25% del PIB, un hecho
probablemente único en las democracias, y el 1% de los chilenos tiene una
concentración del ingreso, según estudios de T. Piketty, de los más altos del
mundo.
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Esta concentración económica, junto a la debilidad de los partidos y las
instituciones políticas, lleva a una menor autonomía del sistema político,
acentuada por la «puerta giratoria» de
ex ministros y altos funcionarios de Gobierno que trabajan en o con el sector
privado como empresarios, lobbistas o asesores que favorecen los intereses de
los grandes empresarios. Ese es uno de los factores que define al sistema
político chileno como una democracia semisoberana.
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La participación de Andrónico Luksic ha mostrado con
meridiana claridad cuán vulnerable es el sistema político ante decisiones del
poder económico, imponiendo la necesidad de enfrentar el nudo gordiano
constituido por la concentración económica y su efecto en la democracia, una
realidad que no se plantearon los arquitectos de la nueva democracia.
Se ha resaltado la participación de Sebastián Dávalos, hijo
de la Presidenta Bachelet, y de su esposa, Natalia Compagnon Soto, en un
millonario negocio durante la campaña presidencial de 2013. Escasa atención se
ha puesto a la intervención de un tercer protagonista, Andrónico Luksic,
vicepresidente del Banco de Chile, que autorizó el crédito que lo hizo posible
y esto luego de una reunión con Dávalos y Compagnon. Dos bancos habían rechazado apoyar el negocio, Santander y el
Scotia, por ser un caso “políticamente
sensible”, siguiendo normas establecidas
por sus casas matrices, en España y en Canadá, respectivamente.
Andrónico Luksic no es cualquier banquero. Es la cara más
visible de una familia que tiene un
vasto poder económico, con una presencia en diversos sectores de la economía,
desde la minería y las telecomunicaciones (Canal 13), hasta la energía, el
transporte (CSV) y los licores (CCU), ejerciendo la presidencia en varias
compañías. Tienen inversiones en otros países, que incluye hoteles en la costa
de Croacia, el país de sus antepasados.
El negocio del hijo y la nuera de la Presidenta tuvo enorme
impacto en la opinión pública porque ocurrió cuando hay un amplio malestar
entre los chilenos hacia las “malas prácticas” económicas, tales como abusos
contra los consumidores (La Polar), la colusión de precios (pollos y farmacias,
entre otros) o el uso de información confidencial. Recientemente el regulador
del mercado de valores de EE.UU., la SEC (Security Exchange Commission)
sancionó al presidente del directorio de la institución financiera Consorcio,
Juan Bilbao, y a Tomás Hurtado, por el uso de información confidencial para la
compra de acciones de una empresa chilena que sería adquirida por una
norteamericana. Hasta un ex Presidente fue sancionado por el regulador chileno,
la SVS, por uso de información confidencial.
Empresas del grupo Luksic han incurrido en colusión de
tarifas y precios: la CSV (Compañía
Sudamericana de Vapores) fue sancionada
por el regulador en EE.UU., y Enex fue denunciada por la Fiscalía Nacional
Económica chilena por similar conducta. Ambas empresas se acogieron a la
delación compensada para evitar mayores sanciones
Se han conocido graves irregularidades en el financiamiento
de campañas electorales, especialmente por las empresas Penta, cuyos
controladores dieron millonarios aportes a candidatos de la UDI, emitiendo
facturas falsas. También la empresa SQM,
controlada por Julio Ponce Lerou, que fuera yerno del general Pinochet, hizo
aportes a políticos de derecha y de la Nueva Mayoría. Como si no fuera
suficiente, un ex subsecretario del Gobierno de Sebastián Piñera es acusado de
soborno por recibir durante dos años pagos del grupo Penta, en donde trabajó
antes por un largo tiempo. Se han conocido irregularidades cometidas por
parlamentarios, uno de los cuales ha sido formalizado por el Ministerio
Público, mientras que otro es investigado por este.
Estos hechos dañan la confianza en las instituciones
políticas y en los políticos y fortalece la distancia de los ciudadanos
respecto del sistema democrático.
El grupo Luksic ha mantenido una estrecha relación con los
gobiernos, que le ha favorecido. Tomó el control del banco de Chile con un
crédito del BancoEstado, recibiendo la tasa de interés más baja del mercado,
cuando su presidente era Jaime Estévez (PS), ex presidente de la Cámara y ex
ministro de Obras Públicas. Al terminar el Gobierno, Estévez se integró al
directorio del Banco de Chile, cargo que conserva hasta hoy.
El grupo buscó influir en el programa presidencial durante
la campaña del 2013 a través del proyecto Res Publica, financiando a un amplio
número de profesionales de derecha y de centro, bajo la coordinación de Klaus
Schmidt-Hebbel, un economista de derecha. El grupo entregó un documento con 95
propuestas en un libro cuidadosamente editado, sin considerar temas
controvertidos, como las reformas tributaria y laboral.
A través de Canal 13, los Luksic establecieron relaciones
con futuros colaboradores de la Presidenta Bachelet. Nicolás Eyzaguirre,
titular de Educación, fue nombrado director y presidente de esta institución, y
luego fue nombrado director Alberto Arenas, encargado de la redacción del
programa de Gobierno y actual ministro de Hacienda.
Actualmente cuatro de los diez directores de Canal 13 fueron
ministros de Estado, tres de los gobiernos de la Concertación y uno en el de
Piñera, en carteras de interés para el grupo: René Cortázar (DC), ex ministro
del Trabajo y de Transportes; Soledad Alvear (DC), ex ministra de Justicia y de
Relaciones Exteriores; y dos ex titulares de Energía: Alejandro Jadresic y
Rodrigo Álvarez (UDI).
La intervención de Sebastián Dávalos en el negocio
inmobiliario ha tenido consecuencias más amplias que dañar la imagen de su
madre, de su Gobierno y de la coalición que lo apoya, pues ha fracturado la
credibilidad de la Mandataria, un recurso indispensable para ejercer su poder,
especialmente porque ella ha ejercido una Presidencia personal (Lowi),
priorizando su función de jefa de Estado y cuidando su popularidad a través de
una relación directa con la ciudadanía por medio de acciones “en terreno” o en
actos públicos.
No ha sido una Presidencia institucional, que también enfatiza
su función de jefe de Gobierno y se empeña en definir e implementar las
políticas, trabajando con sus ministros y que prescinde de la popularidad de
corto plazo, que es el estilo empleado por otros mandatarios exitosos y jefes
de gobierno en el parlamentarismo.
Dávalos ha precipitado un cambio en el escenario político,
que exige otro estilo presidencial y una nueva agenda, que considere reformas
para regular eficazmente el financiamiento de la política, establezca barreras
que separen los intereses públicos y privados y prevenga e impida las “malas
prácticas” en el sistema económico.
La participación de Andrónico Luksic ha mostrado con
meridiana claridad cuán vulnerable es el sistema político ante decisiones del
poder económico, imponiendo la necesidad de enfrentar el nudo gordiano
constituido por la concentración económica y su efecto en la democracia, una
realidad que no se plantearon los arquitectos de la nueva democracia.
Esta agenda implica fortalecer los órganos regulatorios,
establecer claras incompatibilidades entre altos funcionarios de Gobierno y
parlamentarios que deseen trabajar después en o con el sector privado, y las
disposiciones legales deben tener sanciones efectivas, que incluyan la cárcel,
para quienes no las respeten, pues se ha demostrado que las multas no son
suficientes.
Y deberá tener normas que capturen la plusvalía de negocios
inmobiliarios beneficiados (o que se beneficiarán) por cambios en los planes
reguladores o en grandes inversiones públicas (nuevas líneas de metro).
Se requiere, en una palabra, hacer cambios en “el modelo” y
avanzar hacia “otro modelo”: una economía social y ecológica de mercado. Este
hará posible que el sistema económico adquiera mayor eficacia y legitimidad y
asegure la autonomía de la política, indispensable para tener una democracia
soberana.
La Presidenta Bachelet debe involucrarse directamente en la
formulación de esta agenda y en la tramitación parlamentaria de las reformas.
Puede tomar medidas que apunten en esa dirección sin esperar la aprobación de
leyes, con discursos que difundan esas ideas en la ciudadanía. Ella ha seguido
un estilo similar al de su primera administración, manteniendo distancia de la
dirección del Gobierno y apoyándose especialmente en colaboradores encargados
de tareas comunicacionales. Esta asesoría mostró sus limitaciones porque, tres
semanas después de estallar el Caso Caval, la Presidenta no estuvo en
condiciones, el miércoles 25 de marzo, de entregar al comité político
orientaciones relativamente claras para preparar la agenda que permita
enfrentar el difícil momento en que se encuentra ella, su Gobierno y el sistema
político y económico.
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Estos cambios institucionales también los exige el
desarrollo político, pues se necesitan políticos y partidos que gocen de
credibilidad ante la ciudadanía y consideran primeramente el interés general y
no el de sus donantes. Si no se hacen pronto y bien, el sistema económico
perderá fuerza y se consolidará la
democracia semisoberana, dominada por una baja calidad y la inestabilidad política,
que tendrá una de sus fuentes en las “malas prácticas” en el sistema económico.
(*) - Director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC).
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