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jueves, 26 de marzo de 2015

CONFLICTO-IGLESIA-KRADIARIO

AUTORIDAD Y LIBERTAD DE CÁTEDRA
  
 Por Martín Poblete


Al separar de su cargo al profesor de la Facultad de Teología Padre Jorge Costadoat SJ,  el Canciller de la Pontificia Universidad Católica, Cardenal Ricardo Ezzati ha dado un golpe de autoridad sin justificación alguna.  En su pobremente redactada declaración, el propio Cardenal Ezzati reconoce carecer de razones propiamente académicas para respaldar su proceder,  agregando un elemento de considerable incertidumbre a sus actos en el cargo de Canciller universitario, trayendo inevitablemente el recuerdo de tiempos cuando la universidad estuvo intervenida y las libertades  suspendidas.
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Como no parece haber causales académicas ni de doctrina de la Fe para separar de su cargo al Padre Costadoat, la decisión del Cardenal Ezzzati queda como un acto arbitrario y a la vez autoritario, ajeno al quehacer intelectual de la universidad, y gravemente atentatorio a los principios básicos sobre los cuales se construye y sostiene la libertad de cátedra, sin la cual no es posible fomentar la creatividad, la imaginación y la investigación en las universidades, como ha quedado fehacientemente demostrado en el curso de los siglos una y otra vez.

El autoritarismo del Cardenal Ezzati deja en difícil posición al Rector Ignacio Sánchez, el guardián del derecho a la libertad de expresión y opinión  en todos los ámbitos del recinto universitario, desde la  sala de clases al claustro hasta los jardines; el Rector no puede eludir su obligación, ante su Facultad y  sus alumnos, de dar a conocer su opinión sobre el caso del Padre Costadoat.

En historia y tradición, la Iglesia siempre ha reclamado el derecho de supervisar, celosamente, el trabajo intelectual y académico de las facultades de teología.   Los conflictos, y los han habido, han sido sobre cuestiones fundamentales de doctrina, interpretación de textos,  y la expresión de la identidad católica mas allá de lo meramente conceptual.

Por lo mismo, éstos tienden a ser conflictos de largo aliento superando el tiempo de un Pontificado, como fueron los generados en torno a los Padres Hans Kung y Edward Schillebeex en Europa, y al Padre Charles Curran en los Estados Unidos, cada una de esas situaciones dieron lugar a vigorosos debates intelectuales en círculos religiosos y seculares.  Ninguna de las condiciones descritas pareciera darse en el caso del Padre Costadoat.
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La libertad en cuanto valor por si misma, y la libertad  de cátedra en las universidades católicas, figuran con  fuerza en una Encíclica del Gran Papa Juan Pablo II,  Ex Corde Ecclesia / Desde el Corazón de la Iglesia, escrita  para reforzar las ideas constitutivas particularmente de las universidades  pontificias, y su relación con la identidad católica.  
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Sería muy lamentable si esos valores terminaran cuestionados por un gesto autoritario cuya racionalidad ignoramos;  peor aún, si  a consecuencia de  una combinación de arbitrariedad y autoritarismo, la facultad de teología fuese una especie de compartimiento estanco ajeno a los principios básicos esenciales a la vida universitaria.

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