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miércoles, 25 de marzo de 2015

LA COLUMNA DEL PERIODISTA FERNÁNDEZ
KRADIARIO

LAS BOLETAS FALSAS Y FUKUYAMA
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Por Enrique Fernández


“Esta es una investigación ideológicamente falsa”, afirmó el senador Jovino Novoa, que fue subsecretario general de Gobierno bajo la dictadura de Augusto Pinochet y que hoy es imputado en el Caso Penta. El actual subsecretario general de Gobierno, Rodolfo Baier, negó por su parte haber emitido boletas de honorarios “ideológicamente falsas” cuando prestó servicios profesionales a Soquimich, la empresa que controla un ex yerno de Pinochet.
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En ambos casos, el Servicio de Impuestos Internos (SII) y la Fiscalía Nacional buscan sancionar a empresarios que evadieron obligaciones tributarias y a políticos que recibieron aportes ilegales donados por el Grupo Penta y la Sociedad Química y Minera de Chile (Soquimich).
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¿Es posible hablar de un documento ideológicamente falso? ¿Existen acaso documentos “ideológicamente auténticos”?
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En el Chile actual una boleta engañosa o simplemente falsa  es el comprobante de pago por un trabajo profesional que nunca se realizó. Eso permite, a quien aparece como pagador, declarar la ficticia operación ante el Servicio de Impuestos Internos, para presentarla como un gasto efectuado y  rebajar su deuda tributaria global. En el fondo se trata de pagar menos impuestos y hacer leso al Estado.
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Aunque el escándalo estalló con mayor fuerza en el verano que recién termina, la emisión de boletas o facturas “ideológicamente falsas” es una práctica antigua en los medios empresariales y profesionales, además del comercio. Pero el Estado carece del poder suficiente para detectar en qué momento se comete este delito tributario, porque el SII sólo cuenta con 1.800 funcionarios fiscalizadores para examinar las boletas y facturas emitidas por… 4.700.000 contribuyentes.
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¿Qué tiene que ver una boleta de honorarios con la ideología, cualquiera que ella sea?
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Un estudiante de enseñanza media sabe –o debiera saber-, que las ideologías son conjuntos de ideas de origen filosófico, que nos entregan una visión de la realidad política, económica y social del mundo en que vivimos. De ese diagnóstico surgen propuestas para avanzar hacia una sociedad superior. Hasta fines del siglo XX el mundo presenció la Guerra Fría entre el capitalismo, nacido del pensamiento liberal, y el socialismo inspirado en las ideas de Carlos Marx y otros pensadores.
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En Chile, antes que se instalara la dictadura militar en 1973, la sociedad se dividía en tres tercios claramente ideológicos: La derecha conservadora, representada por el Partido Nacional, defendía el modelo capitalista que más tarde se llamaría “de libre mercado”. La izquierda, agrupada principalmente en los partidos socialista y comunista, postulaba la revolución “dentro de la institucionalidad burguesa” para convertir al Estado en  el motor del desarrollo social, económico y cultural. La tercera alternativa era la Democracia Cristiana, que inspirada en el humanismo de Jacques Maritain rechazaba la concentración del poder económico en manos privadas y tampoco aceptaba que el Estado tomara en sus manos las empresas.
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Desde esta perspectiva, entonces, es impropio y hasta burdo atribuir a las boletas… un contenido “ideológico”. Es confundir las grandes ideas que han marcado la historia de la Humanidad y del país con las triquiñuelas de algunos delincuentes. El académico norteamericano Francis Fukuyama, que hace 25 años vislumbró el fin de las ideologías tras la desaparición del mundo socialista y el triunfo del modelo liberal, visita Santiago por estos días, cuando la crisis de las instituciones desata un clima de desconfianza y pesimismo.
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La palabra “corrupción” se repite en diversas tribunas, donde surgen voces que ponen en duda las conductas éticas de autoridades, partidos políticos, empresarios, jueces, obispos y sacerdotes. Aparentemente es un fenómeno transversal, que envuelve tanto a la derecha opositora como al oficialismo, afectando de manera notoria la imagen de la Presidenta Michelle Bachelet.
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Fukuyama piensa que “en el mundo moderno no es posible contener una crisis como ésta” sin tener que efectuar una “limpieza acuciosa”, según advirtió en declaraciones al diario “La Tercera”. Aun así, el ensayista de origen japonés que una vez se preguntó si habíamos llegado al fin de la historia, tiene la esperanza de que en el planeta surjan líderes  “de mejor calidad”.

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