El columna de psicología social de los lunes
Por Jessika Krohne
Se habla mucho de la crisis de los 30, los 40 y la crisis de la mitad de la vida, donde la persona que está atravesando dicha etapa se siente desmotivada, angustiada y perdida en su etapa vital sin tener un rumbo claro.
Es cierto, estas crisis existen. Pero en el último tiempo, se ha repetido bastante en mi consulta la llegada de pacientes hombres entre 30 y 38 años que se encuentran deprimidos, angustiados, tienen problemas para dormir y han perdido el foco en la vida. Jóvenes profesionales que trabajan en una buena empresa y que pareciera que tienen todo para sentirse satisfechos en la vida, pero ocurre lo contrario. No son felices y están tratando por todos los medios de encontrar desesperadamente esta felicidad, pero no logran sentirla ni percibirla.
Se obsesionan por sentir el bienestar o la felicidad de la cual tanto se habla en todos los medios y no logran ver que la felicidad depende totalmente del propio ser humano que es el responsable de sentirla o no. Este concepto es un constructo inventado por el hombre y un concepto muy subjetivo que puede tener un significado diferente para cada uno.
Me pregunto por qué razón llega un hombre joven profesional con un buen trabajo y muchas veces con una relación estable a la consulta describiendo que se siente agobiado, cansado, desmotivado e infeliz.
¿Qué está ocurriendo en nuestra sociedad para que sean cada vez más frecuentes este tipo de consultas e inquietudes en personas que parecieran tener un buen futuro y toda la vida por delante?
Me parece que hay que culpar en parte a nuestra sociedad en la que vivimos, al sistema de vida que estamos teniendo. Vivimos en un mundo cada vez más estresantes, llenos de estímulos visuales y auditivos que nos perturban sin darnos cuenta.
Somos invadidos por espectáculos artísticos y las películas en el cine transcurren cada vez con más velocidad y ruidos. Mientras más rápido más entretenido y más éxito tiene la película, pero eso sin darnos cuenta, afecta a nuestro equilibrio emocional
Nos estamos convirtiendo en unos adictos a los aparatos electrónicos que usamos hasta altas horas de la noche, lo que finalmente nos causan muchos efectos negativos como insomnio.
Chile se ha convertido en el tercer país latinoamericano con mayor uso de smartphones en la población, con un 19%, de acuerdo a un estudio publicado en marzo de este año por GSMA organización de operadores móviles dedicada al apoyo de la normalización, la implementación y promoción del sistema de telefonía móvil GSM. Es así como cada vez son más quienes cuentan con una o ambas herramientas tecnológicas, lo que trae asociado una serie de ventajas, pero también algunos hábitos que pueden afectar la calidad de vida.
En este sentido, el doctor Leonardo Serra, neurólogo del Centro de Trastornos del Sueño de Clínica Alemana, explica que en el último tiempo se ha visto que algunas personas que sufren de insomnio, pero que han logrado controlarlo gracias a la ayuda de un especialista, retroceden en sus avances de un momento a otro, y piensan que el tratamiento ha perdido su efectividad.
.
“Al buscar respuestas para este problema, surge como explicación un hábito cada vez más arraigado entre la población, los pacientes se están acostumbrando a utilizar sus smartphones o tablets antes de irse a dormir”, explica.
Pero, ¿de qué manera estos aparatos tecnológicos interfieren con un sueño reparador? “Hay dos factores relevantes: el primero, es que la luz que emiten las pantallas es muy intensa y directa a los ojos, lo que en definitiva posterga el inicio de la secreción de melatonina, hormona natural del organismo que echa a andar los mecanismos del sueño. El segundo factor, tiene que ver con el estado de activación mental con que dejan estos equipos al usuario antes de apagarlos. La persona queda estimulada luego de jugar o chatear.
Otra causa de esta desmotivación que percibo en los pacientes es la gran competividad que estamos viviendo y la necesidad de adquirir las últimas novedades en todo aspecto. Somos una sociedad que efectivamente ha mejorado el ingreso per cápita, pero eso nos ha convertido en más consumistas y aspirar a muchas cosas materiales dejando de lado las cosas más básicas pero mucho más esenciales en una sociedad: La buena conversación, la vida más tranquila en un ambiente de naturaleza o simplemente descansar. Los chilenos prefieren muchas veces ir a conciertos u otros espectáculos y dejar de lado el descanso. Eso pasa la cuenta y un descanso poco placentero y corto a la larga puede ser una importante causa de angustia, desmotivación o depresión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario