UNA DERECHA SIN ALTURA DE MIRAS
Por Abraham Santibáñez
Cuando, en los años 80, se inició el magno esfuerzo de
reconquistar la democracia sin violencia (el Acuerdo Nacional), muchos
imaginamos lo mejor. Pese al rechazo del dictador (“Demos vuelta la página” le
dijo sin apelación al Cardenal Fresno), cabía pensar en un futuro mejor con una
clase política capaz de superar las divisiones del pasado.
En los años siguientes, un sector (la “nueva Mayoría” de
hoy), sacrificó sus legítimas divergencias a favor del proyecto común. Pese a
algunas voces agoreras (que hasta hoy insisten en sus peores pronósticos), gran
parte de los líderes políticos y sus seguidores han sido capaces de
salvaguardar las bases de una positiva convivencia.
No ocurre lo mismo en las bancadas de la Derecha. Profitaron del favor del dictador mientras les
pareció conveniente y adecuado. Más tarde no fueron capaces de mantener una
convivencia mínima. En el último cuarto de siglo no solo se han descalificado
sin piedad. También se han atacado sin piedad, abusando permanentemente de los
golpes bajos.
La grabación de lo que se bautizó como el Piñeragate o la
acusación acerca del consumo y tráfico de drogas en el Congreso (donde
participó y fue condenado el ex ministro Francisco Javier Cuadra), son pruebas
de un resentimiento profundo.
La ambición desmedida, su reiterada acusación contra la
Concertación, ha terminado por generar el triste espectáculo de estos días. Un
candidato cayó por acusaciones de conductas de dudosa legalidad, ciertamente al
margen de la ética. La salud de otro se resintió gravemente por este permanente
clima de desconfianza y, al parecer, el carrusel todavía no termina de girar.
Después de la experiencia de los últimos años, es claro que
Chile no necesita ni quiere otro gobierno de Derecha. Pero sí requiere
políticos capaces de competir limpia y transparentemente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario