PAPA: ¿QUIÉN SOY YO PARA JUZGAR A LOS GAYS?
El Papa Francisco, en su viaje de regreso a Roma tras pasar una semana en Río de Janeiro, Brasil, se sometió durante una hora y 20 minutos a las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso de Río de Janeiro. Habló de la corrupción en el Vaticano, del papel de la mujer, de su relación con Benedicto XVI y de la actitud de la Iglesia ante las nuevas familias.
Esta es la versión publicada por el diario El País de España
Antes de pasar a las preguntas, Bergoglio confesó que está “bastante cansado”, pero feliz de lo vivido en Río: “El corazón del pueblo brasileño es grande. Es un pueblo amable, que ama la fiesta, que hasta en el sufrimiento encuentra siempre un camino para hacer el bien. La alegría de los brasileños es contagiosa”. Se refirió por propia iniciativa a los problemas de seguridad surgidos a su llegada a Río de Janeiro: “Se ha hablado de la seguridad por aquí y por allí. No ha habido ni un incidente. Todo era espontáneo. Gracias a que tenía menos seguridad, he podido estar con la gente, abrazarles, saludarles, sin coches blindados. La seguridad es fiarse de un pueblo. Siempre hay el peligro de que un loco haga algo, pero la verdadera locura es poner un espacio blindado entre el obispo y el pueblo. Prefiero el riesgo a esa locura. La cercanía nos hace bien a todos”.
Pregunta. En estos cuatro meses de pontificado ha creado
varias comisiones para reformar la Curia vaticana. ¿Qué tipo de reforma tiene
en mente? ¿Contempla la posibilidad de suprimir el IOR, el llamado banco del
Vaticano?
Respuesta. Todo procede de dos vertientes. La primera es que
estoy reformando aquello que los cardenales dijeron que se tenía que reformar
durante las congregaciones generales [las reuniones preparatorias del
cónclave]. Yo me acuerdo que pedía muchas cosas, pensando que sería otro el que
las tendría que hacer… La segunda vertiente es la oportunidad. La parte
económica pensaba tratarla el año que viene, porque no es lo más importante que
hay que tocar. Sin embargo, la agenda se cambió debido a unas circunstancias
que ustedes conocen [los escándalos en el banco del Vaticano], que son de
dominio público y que había que enfrentar. Estas cosas suceden en el oficio de
gobierno. Uno va por un lado pero le patean un golazo por la parte de allá y lo
tiene que atajar, ¿no es cierto? La vida es así y eso es lo lindo de la vida.
No sé cómo terminará el IOR. Algunos dicen que tal vez es mejor que sea un
banco, otro que es mejor que sea un fondo de ayuda, otros dicen que hay que
cerrarlo. Se escuchan estas voces. Yo no sé, me fío del trabajo de las personas
que están trabajando en el asunto. En cualquier caso, las características del
IOR -sea un banco, un fondo o lo que sea- deben de ser la transparencia y la
honestidad.
Respuesta. Yo no he visto resistencia. Aunque es verdad que todavía
no he hecho tantas cosas. Lo que sí he encontrado es ayuda y gente leal. Por
ejemplo, a mí me gusta cuando una persona me dice: 'Yo no estoy de acuerdo', y
esto lo he encontrado. 'Yo esto no lo veo, no estoy de acuerdo, yo se lo digo y
luego haga lo que quiera': alguien que te dice eso es un verdadero colaborador,
y eso lo he encontrado. Pero esos que te dicen: 'Ay, qué bonito, qué bonito,
qué bonito', y luego dicen lo contrario en otra parte, todavía no me he dado
cuenta. Quizás hay alguno, pero no me he dado cuenta de estas resistencias. En
cuatro meses no se pueden encontrar muchas. En cuanto a si hay santos… Hay
santos de verdad. Cardenales, sacerdotes, obispos, monjas, laicos… Es gente que
reza, que trabaja mucho y que también va, a escondidas, al encuentro de los
pobres… Aunque también hay alguno que no son tan santo. Y esos son los que hacen
más ruido. Ya sabéis que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que
crece. Y me duelen esas cosas. Hay algunos que dan escándalo. Tenemos este
monseñor en prisión [Nunzio Scarano, acusado de manejar grandes cantidades de
dinero negro], y no ha ido a la cárcel porque se pareciera precisamente a la
beata Imelda… No era un santo. Son escándalos y hacen daño.
Pregunta. Usted no ha hablado todavía sobre el aborto ni sobre el
matrimonio ente personas del mismo sexo. En Brasil se ha aprobado una ley que
amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas
del mismo sexo. ¿Por qué no ha hablado sobre eso?
Respuesta. La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no
era necesario volver sobre eso, como tampoco hable sobre la estafa, la mentira
u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era
necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los
chicos. Además los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la
Iglesia.
Pregunta. ¿Pero cuál es su postura en esos temas?
Pregunta. Cuando se ha reunido con los jóvenes argentinos, les ha
dicho que a veces se siente enjaulado. ¿A qué se refería exactamente?
Respuesta. ¿Usted sabe la de veces que he tenido ganas de pasear por
las calles de Roma? Porque a mi me gusta andar por las calles, me gustaba tanto
y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero debo decir que los de la
Gendarmería vaticana son buenos, son realmente buenos y yo les estoy
agradecido. Ahora me dejan hacer algunas cuantas cosas más, pero es su deber
garantizar la seguridad. Enjaulado en ese sentido, de que a mi me gusta andar
por la calle, pero entiendo que no es posible, lo entiendo. Lo dije en ese
sentido. Porque, como decimos en Buenos Aires, yo era un cura callejero. Por
cierto, creo que es hora de servir la cena, ¿no tenéis hambre?
Pregunta. No. ¿Está usted cansado?
Respuesta. No estoy casado, yo soy single [risas].
Pregunta. ¿Cómo debe ser participación de las mujeres en la
Iglesia? ¿Qué piensa de la ordenación de las mujeres?
Respuesta. Como dije a los obispos, sobre la participación de las
mujeres en la Iglesia no nos podemos limitar a las mujeres monaguillo, a la
presidenta de Cáritas, a la catequista… Tiene que haber algo más, hay que hacer
una profunda Teología de la Mujer. En cuanto a la ordenación de las mujeres, la
Iglesia ha hablado y dice no. Lo dijo Juan Pablo II, pero con una formulación
definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero sobre esto quiero decirles algo: la
Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los diáconos
y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y
que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor. Creo
que falta una explicitación teológica sobre esto.
Pregunta. En cuanto al acceso a los sacramentos de los divorciados
vueltos a casar, ¿existe la posibilidad de que algo cambie en la disciplina de
la Iglesia y que estos sacramentos sean una ocasión de acercar a estas personas
y no una barrera?
Respuesta. La Iglesia es madre, debe ir a curar a los heridos con misericordia.
Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos otra elección que ésa.
Primero de todo, curar a los heridos. La Iglesia es mamá. Debe ir en este
camino de la misericordia, encontrar una misericordia para todos. Pienso que
cuando el hijo pródigo volvió a casa, el papá no le dijo “¿quién sos? qué
hiciste con el dinero”. No, hizo una fiesta. Quizás luego, cuando el hijo quiso
hablar, habló. Pero el padre no sólo esperó, fue a encontrarlo. Esto es
misericordia, esto es kairos. En cuanto el problema de la comunión a las
personas en segunda unión --porque los divorciados sí pueden hacer la
comunión--, creo que esto es necesario mirarlo en la totalidad de la pastoral
matrimonial.
Pregunta. ¿Cuál es su relación con Benedicto XVI? ¿Tienen contactos
frecuentes? ¿Le ayuda?
Respuesta. La última vez que hubo dos papas o tres papas no se
hablaban entre ellos, se estaban peleando a ver quién era el verdadero. Tres
llegaron a haber durante el Cisma de Occidente. Hay algo que califica mi
relación con Benedicto: yo lo quiero mucho. Siempre lo quise mucho, para mí es
un hombre de Dios, es un hombre humilde, que reza. Yo fui muy feliz cuando fue
electo Papa. También cuando él renunció para mí fue un ejemplo de un grande, un
hombre de Dios, un hombre de oración. Él ahora vive en el Vaticano y algunos me
dicen: “¿pero cómo se puede hacer esto, dos papas en el Vaticano, pero no te
molesta, él no te hace la revolución en contra?”. Todas esas cosas que dicen,
¿no? Pero yo encontré una frase para esto: es como tener al abuelo en casa,
pero el abuelo sabio. En una familia el abuelo está en casa, es venerado, es
amado, es escuchado. El es un hombre de una prudencia exquisita, no se mete. Yo
lo digo muchas veces: “santidad, haga su vida, venga con nosotros”. Para mí, es
como tener el abuelo en casa, es mi papá. Si yo tuviera una dificultad o tengo
algo que no he entendido, puedo llamarlo. Y cuando fui para hablar de ese
problema grande de Vatileaks él me lo contó todo con simplicidad. Además, no sé
si saben, pero cuando nos habló en el discurso de despedida, el 28 de febrero,
dijo: “entre ustedes está el próximo Papa y yo prometo obediencia”. Es un
grande.
Pregunta. ¿Se asustó cuando vio el informe Vatileaks?
Respuesta. No. Les voy a contar una anécdota sobre el informe
Vatileaks. Cuando fui a ver al papa Benedicto después de mi elección, tras
rezar en la capilla [de Castel Gandolfo] nos reunimos en el estudio y había una
caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: en esta caja grande están todas las
declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones
finales están en este sobre. Y aquí se dice tal tal tal… ¡Lo tenía todo en la
cabeza! Pero no, no me he asustado. Es un problema grande, pero no me he
asustado.
Pregunta. La historia de monseñor Battista Ricca [nombrado por el
Papa para controlar el banco del Vaticano y en el centro de una polémica por un
supuesto pasado de escándalos sexuales] ha dado la vuelta al mundo. ¿Queríamos
saber cómo va afrontar este asunto y todos los relacionados con el supuesto
lobby gay en el Vaticano?
Respuesta. Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho
canónico manda hacer, que es una investigación previa. Y esta investigación no
se corresponde con lo que se ha publicado. No hemos encontrado nada. Pero yo
querría añadir una cosa sobre esto. Yo pienso que muchas veces en la Iglesia
--con relación a este caso o con otros--, se va a buscar los pecados de
juventud. Y se publican. No los delitos, los delitos son otra cosa. Los abusos
de menores son delitos. Me refiero a los pecados. Pero si una persona –laico,
cura o monja— comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y
cuando el Señor perdona, olvida. Y esto para nuestra vida es importante. Cuando
confesamos, el señor perdona y olvida. Y nosotros no tenemos derecho a no
olvidar. Luego usted hablaba del lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay.
Todavía no me he encontrado con ninguno que me dé el carnet de identidad en el
Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una
persona así, debe distinguir entre el hecho de ser una persona gay y el hecho
de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al
Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la
Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se debe marginar a
estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es
tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby. De
esta tendencia o el lobby de los avaros, de los políticos, de los masones...
Tantos lobbys… Este el problema más grande.
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