Por Walter Krohne
Si se analiza la actual situación económica estadounidense que registra un desempleo de un 8% (en tiempos normales es de alrededor de 3 por ciento), antecedente que le da al gobierno una calificación de grave a muy grave en un país capitalista, donde prima el libre mercadismo y donde el factor económico es fundamental al momento de tomar decisiones frente al consumo, la inversión o el crédito, es difícil comprender el triunfo de Barack Obama fácilmente. Desde las elecciones (1933 a 1945) de Franklin D. Roosevelt que el electorado de Estados Unidos no reelegía a un Presidente que daba cuenta de un país con un ocho por ciento de la población activa sin trabajo.
Para Obama fueron cuatro años de un difícil manejo económico con un resultado mediocre y promesas incumplidas que esfumaron la construcción de un nuevo Estados Unidos que planteó repetidamente en los discursos de 2008. Hoy no sólo está sólo presente la lacra del desempleo, porque registra también un crecimiento detenido de un 2%, una baja de 4,6% de los ingresos medios desde 2009, cuatro años de déficit de trece dígitos, una guerra que ya parece perdida en Afganistán y una reforma “a medias” en el sector de la seguridad social y la salud.
Esta cruda realidad no daba para pensar que Obama convencería a la mayoría del electorado a que volviera a votar por él, el líder que en parte es responsable de la crisis, pero lo ha salvado el hecho de que la situación de hoy es distinta a la de hace cuatro años y lo remarcó hoy en su discurso de la victoria con la frase “para Estados Unidos de América lo mejor está por venir”.
En cuatro años pierde sólo dos puntos bajando de 52 a 50%, lo que significa poco o casi nada. La astucia y la capacidad de manejar procesos políticos salvó a Obama y a los demócratas eligiendo los temas de la mujer y de la juventud como los pilares de su campaña. Esto significó que el Presidente obtuviera una votación importante entre electores menores de 30 años y en las mujeres, mientras su contrincante Mitt Romney se quedó principalmente con el voto de los más adultos, de la población sobre sesenta años de edad y de los blancos. Obama abordó en forma clara y amplia los temas reproductivos que afectan a las mujeres como es el aborto o el uso de la píldora del día después, los que eran tabúes para el republicano que se vio limitado durante toda la campaña en gran parte por el apoyo recibido del Tea Party, la fracción más conservadora de Estados Unidos.
Decisivas fueron también las minorías, como los latinos y los afroamericanos. El 70% de los latinos vota tradicionalmente por los demócratas.
Estos factores sellaron la victoria demócrata porque cuando apareció este año la figura de Romney como un candidato posible, se inicia una fuerte atracción por la nueva carta republicana entre algunos sectores, también entre votantes demócratas, al pensarse que este nuevo candidato podría sacar a EE UU de la crisis.
Sin embargo, su caída en las encuestas comenzó a vislumbrarse muy luego ante su imposibilidad de responder a ciertos temas de gran vigencia y su desprecio por los pobres que quedó en evidencia cuando se filtró un video en el que Romney decía “a mi no me importa el 47% que vive del Estado”, refiriéndose a la parte de la población estadounidense que recibe ayuda social y que ha contado en todo momento con el apoyo incondicional de Obama. Con este desliz, Romney quedó como un empresario super millonario que no le interesaba el país sino que sólo su persona, recordándose, al mismo tiempo, que él había vendido todas sus empresas a capitalistas extranjeros dejando a miles de estadounidenses sin trabajo.
Hay dos puntos también que destacar: Uno, la primera dama, Michelle Obama, que con una oratoria persuasiva ayudó a su esposo en el debate de los temas reproductivos con numerosas agrupaciones femeninas; y dos, la tarea cumplida por centenares de voluntarios muy disciplinados de la campaña demócrata que hicieron permanentemente visitas puerta a puerta.
Este contacto directo fue fundamental porque permitió explicarles a las familias frente a frente de cómo se manejaban los grandes temas, especialmente económicos, como, por ejemplo el déficit fiscal, a lo que muchas personas respondían con un “me da lo mismo” , pero a lo cual los voluntarios replicaban: “pero su voto no da lo mismo”.
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El principal factor de que Obama continúe en la Casa Blanca por otros cuatro años es el mismo Obama, quien con una oratoria penetrante parece más que político y candidato “un encantador de serpientes”, como dijo hoy un analista en la televisión chilena. Tanto él como su esposa Michelle y sus hijas aparecen como el verdadero sueño americano, donde un afrodescendiente ha sido capaz de llegar a la primera magistratura de la potencia más poderosa del mundo, considerando que proviene de una minoría que sólo comprende el 12 por ciento de la población votante estadounidense.
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El principal factor de que Obama continúe en la Casa Blanca por otros cuatro años es el mismo Obama, quien con una oratoria penetrante parece más que político y candidato “un encantador de serpientes”, como dijo hoy un analista en la televisión chilena. Tanto él como su esposa Michelle y sus hijas aparecen como el verdadero sueño americano, donde un afrodescendiente ha sido capaz de llegar a la primera magistratura de la potencia más poderosa del mundo, considerando que proviene de una minoría que sólo comprende el 12 por ciento de la población votante estadounidense.
Aparece como un gran impacto de que un descendiente de esta minoría siga siendo hoy el Presidente de los Estados Unidos. Es como si eligiéramos en Chile a un representante de la etnia mapuche, cuando un ochenta por ciento de los chilenos cree que esto no es posible, como lo han revelado algunas encuestas.
Sobre lo que viene, no se puede decir mucho, porque si el primer periodo fue para Obama una permanente confrontación con el Congreso, esta vez será más o menos lo mismo o aún peor. En el Senado tiene la mayoría demócrata como antes, pero la Cámara, también igual que antes, está dominada por los republicanos. Esto significa que cualquien proyecto u iniciativa parlamentaria deberá Obama negociar con los republicanos, los que difícilmente le daran la pasada.
¿Qué vamos a ver entonces? No mucho más que hasta ahora, como ya han insistido varios analistas.
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