HERMÓGENES PÉREZ DE ARCE VERSUS ANDRÉS CHADWICK
DOCUMENTACIÓN Y ARCHIVO: TEXTO DE LA CARTA ENVIADA POR EL PERIODISTA Y ABOGADO HERMÓGENES PÉREZ DE ARCE AL VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y MINISTRO DEL INTERIOR, ANDRÉS CHADWICK
Martes, 20 de noviembre de 2012
Querido Vicepresidente
Por Hermógenes Pérez de Arce
Primero que nada te felicito por el alto aunque transitorio cargo que ocupas. Por unos días estás viviendo lo mejor de ambos mundos. Disfrutas de todas las ventajas del poder sin sufrir ninguno de los inconvenientes. Lo más agradable es mandarnos a todos sin haber tenido que prometernos nada.
Decidí escribirte porque el sábado en el diario vi que recibiste en La Moneda a Guillermo Teillier, el jefe comunista. Eso revela mucha grandeza de tu parte, porque, sabidamente, eres un “arrepentido” y, sin embargo, ni Teillier ni ningún comunista jamás se han arrepentido de nada. ¡Qué generosa amplitud de criterio para acoger a los que son diferentes!
De la información se desprende que en el diálogo no tuvieron ni un sí ni un no, porque accediste ante el PC a quitarle la urgencia a la Ley Hinzpeter, que no es del agrado de los comunistas, pese a que el mismo Hinzpeter no aplicó la Ley Antiterrorista cuando correspondía hacerlo y hasta llegó a prohibir transitoriamente que Carabineros empleara gas lacrimógeno durante las algaradas rojas. Bueno “entre bueyes no hay cornadas”. Estoy seguro de que Guillermo Teillier valoriza eso y te considera uno de los suyos, aunque él nunca se haya arrepentido de nada, lo cual es bastante notable tratándose del ex jefe militar de un partido que organizó un grupo armado terrorista que ocasionó muchas víctimas. ¿Te acuerdas de esas tres páginas de “El Mercurio”, en 1986, que ustedes, los que eran gobierno entonces, publicaron en conmemoración de 47 uniformados caídos a manos de asesinos del MIR y del FPMR? ¡Qué grandeza has tenido para olvidar y perdonar todo eso!
Entiendo que accediste a prestarle al Partido Comunista el Estadio Nacional para celebrar el 8 de diciembre los cien años de la colectividad. Es un gesto generoso, porque de otro modo deberían haber pagado el respectivo arriendo, como lo hacen otras instituciones que utilizan el estadio, pero tú has accedido a cederlo gratuitamente, tal como tu mismo gobierno entrega, sin exigir pago, otros inmuebles al mismo partido, como uno de la avenida Vicuña Mackenna.
Ese centenario es una fecha memorable, que todo el mundo va tener muy presente por la significativa coincidencia que representa: el partido benemérito va a completar ese mismo día un año por cada millón de muertos que su actividad ha causado a la Humanidad.
Pero para todo eso hay perdón y olvido. Sabemos que ésa es una regla que este gobierno respeta escrupulosamente, con una enorme excepción que no es de buen gusto mentar en una carta amistosa como ésta.
Podemos tener la tranquilidad de que ninguna “funa” conspirará contra la realización de esa conmemoración histórica. Te prometo preocuparme de que los hermanos Widow y el hijo de uno de ellos, que sufrieron, respectivamente, una quebradura de nariz, un extenso corte en la cara y el dislocamiento de una pierna cuando los rojos los torturaron a lo largo de cinco cuadras, al sorprenderlos yendo a la exhibición del documental sobre Pinochet, estén estrechamente vigilados en el centenario del benemérito Partido, el 8 de diciembre, para que no se les vaya a ocurrir tomarse revancha.
Ese día, casualmente, termina el Mes de María, que yo rezo diariamente y, no me vas a creer, siempre me acuerdo mucho de los comunistas en esa parte de la oración final en que le pedimos a la Virgen “que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error”. Pues accedió a ello y en 1989 la verdadera patria de las tinieblas del error, la verdadera patria de tu amigo Guillermo, la URSS, se vino abajo con todo. Siempre que recé eso, por tantos años, yo pensaba en la Unión Soviética y sus satélites esclavos y no tenía mayor esperanza de que alcanzaría a ver durante mi existencia su liberación. Y, sin embargo, la he visto. Perdona este intervalo de emoción. Y te diré que no pierdo la esperanza de ver también a Cuba Libre, porque los dos Castro tienen tanta más edad que yo que, sin desearles la muerte ni mucho menos, creo probable que me antecedan en la llegada al Purgatorio, pues el Infierno no se lo deseo a nadie.
Supongo que en el acto aniversario del estadio se leerán versos de insignes poetas comunistas, como la “Oda a Stalin” de Pablo Neruda y el estremecedor panegírico al mismo Padrecito José que escribió Volodia Teitelboim cuando el gran hombre murió. Poema transido de pena y ostensiblemente escrito entre estertores de dolor, sobre un papel que se podía adivinar mojado por las lágrimas. Siempre que leo esas líneas de Volodia me conmuevo.
Estoy seguro de que a Sebastián le va a encantar la idea de que acudan a La Moneda los visitantes comunistas del extranjero para ver dónde Allende se pegó el balazo con la AK-47 que le regaló Fidel como inspiración para su trabajo de gobernante. En efecto, vendrán comunistas de todo el mundo, a quienes tú prometiste acoger amablemente. No temas, pues no hay nada que le agrade más a Sebastián que retratarse con comunistas. Ha convidado varias veces a La Moneda al trío de diputados que la DC le regaló al histórico partido rojo (como tantas otras cosas, entre ellas el gobierno, en 1970).
Pero dile a Sebastián que por favor no hable en el estadio el 8 de diciembre. Yo sé que es “piérdeteuna” y va a querer hacerlo, pero adviértele que los comunistas son unos malagradecidos. Ya lo han apodado “Dios”, porque, dicen, está en todas partes y nadie lo puede ver. ¡Así le pagan por darles en el gusto en todo y hasta tener un mirista en el Instituto Médico Legal para inventar crímenes de los militares!
Bueno, Andrés, estruja estas últimas horas como Vicepresidente y que seas muy feliz. Piensa que ese título, que lucirás todavía por algunas horas más, ya no te lo quitará nadie. Siempre que te nombren en lo sucesivo van a decir “ex Vicepresidente de la República”, además de "arrepentido", por supuesto.
Son cosas que marcan para toda la vida. Recibe mi cordial saludo, desde el otro lado de la barricada, naturalmente, pues yo soy y seré siempre un “agradecido”, Hermógenes Pérez de Arce.
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