Por Abraham
Santibañez
La
caricatura más recurrente de los dos precandidatos de la Derecha los colocó
emparejados en la línea de partida de la carrera presidencial. Pero no son los
únicos competidores. Andrés Velasco se sumó en los últimos días con abundante
despliegue propagandístico. Otro outsider, ME-O, ha mostrado insistentemente su
interés en volver a competir. Hay más precandidatos –dos DC y otros
concertacionistas- y una figura in pectore, Michelle Bachelet, que inquieta
profundamente a todos los llamados presidenciables.
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Tiene todas
las características del novato: entusiasmo, sonrisa fácil y una amplitud de
criterio que debería inquietar a los militantes del partido que con tanto
entusiasmo lo acaba de proclamar.
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Golborne ya
ha puesto a prueba a la Fundación Simón Yévenes: mientras la familia sigue fiel
a la Udi, sus dirigentes creen que Andrés Allamand representa mejor sus ideas.
También el pre-candidato ha provocado algún estremecimiento de inquietud por su
apoyo a la legislación sobre la vida en pareja. Probablemente habrá otros
desencuentros. Pero esta vez, la Udi, que ya ha sido derrotada un par de veces
con un candidato de indiscutible ortodoxia, tomó una opción clara. Golborne no
exhibe profundidades filosóficas. Es un pragmático confeso que tuvo éxito como
gerente en diversas empresas.
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Era gerente
general en Cencosud cuando debió enfrentar una demanda de Sernac por el aumento
unilateral de la comisión por mantención de la Tarjeta Jumbo. Los afectados
sumaban más de cuatrocientos mil. A comienzos del año pasado, en primera
instancia la Justicia condenó a la empresa a pagar a cada uno de ellos una indemnización
de una UTM, lo que sumaba unos 30 millones de dólares. “Esto ratifica que vamos
en el camino correcto al buscar la eliminación de las cláusulas abusivas de los
contratos del mercado financiero”, sostuvo Juan Antonio Peribonio, a cargo
entonces del Sernac.
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Nada ni
nadie ha eclipsado, sin embargo, la fama de Golborne como ministro de Minería
tras el rescate de los 33 mineros de Atacama. Ni siquiera amenazó su
popularidad el propio Presidente Piñera cuando en algún momento asumió un papel
protagónico.
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De ahí en
adelante fue situado en ministerios menos expuestos a la crítica (lo más
difícil, sin duda, fue Energía) y en Obras Públicas pudo explotar su simpatía
en propuestas de gran popularidad, como el puente sobre el canal de Chacao.
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No está
claro, sin embargo, en qué momento se lanzó al ruedo político y empezó a dar
mandobles a quien será su rival en las primarias del oficialismo. Lo único
claro es que, hace un par de semanas, se identificó como pre-candidato con una
convicción que ningún político tradicional ha tenido: “Estoy
dispuesto y disponible para enfrentar el desafío de competir, para tener la
opción de representar a nuestro sector en la presidencial de 2013, y me siento
preparado para vencer a la candidata de la Concertación”.
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Golborne no
parece darse cuenta, como sostuvo Sergio Onofre Jarpa en 1973, que en política
solo hay espacio para “perros grandes”.
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A menos que
los tiempos hayan cambiado mucho.
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