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martes, 6 de noviembre de 2012

¿PODRÁ SER JEFE DE GABINETE?

La gran interrogante frente a Andrés Chadwick 

Por Héctor Soto
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El nuevo ajuste ministerial se diferencia de los anteriores. Más allá de los ministros que se fueron, de la nueva vocera y de los secretarios de Estado que cambiaron de cartera, lo verdaderamente nuevo es el nombramiento de Andrés Chadwick como jefe del gabinete, responsabilidad que Rodrigo Hinzpeter nunca asumió cabalmente, tal vez no por decisión suya, sino porque al Presidente esta primacía probablemente le incomodaba. El único jefe de gabinete era él.


Ex senador, antiguo dirigente de la UDI, hombre identificado con la vertiente más pragmática de este partido y hasta ayer vocero, el nuevo titular de Interior es un político profesional y consumado, un negociador realista y un hombre con redes en todos los partidos. Su trabajo va a ser no sólo ordenar el gabinete y continuar las tareas que estaba llevando a cabo su antecesor. También tendrá que ser contraparte del Presidente. En la arquitectura política de los gobiernos chilenos, desde Sótero del Río con Alessandri hasta Pérez Yoma con Bachelet, los mejores ministros del Interior han sido no quienes duplican o reflejan la voluntad y la respiración presidenciales, sino aquellos que han sabido apaciguarlas o contenerlas. Los ministros del Interior no han estado ahí por ser los mejores amigos ni los colaboradores de mayor confianza del Jefe de Estado. Han sido, más bien, factores de contrapeso, de escepticismo y de sintonía fina tanto con la calle como con el mundo político. Han sido políticos, en general, bastante cautos frente a expectativas demasiado altas y gente que sabe pastorear, cultivar confianzas y tejer nexos ecuménicos. Hasta con el diablo, decía en su época Bernardo Leighton. Con Dios siempre, repetía él, pero, llegado el momento, hasta con el diablo.


Hay que tener mucha fe en la política para pensar y actuar así. Hinzpeter claramente no la tenía, tal como tampoco la tiene el Presidente. Chadwick llega al gobierno en la fase final a cubrir ese déficit. Nadie discute que califica. La duda es si podrá tener un buen desempeño. Para eso necesitará dos cosas: mayor autonomía de parte del Mandatario y más aplomo político que el que le exigía la vocería. Ahora deberá contradecir y aprender a decir no. Será lo que le corresponde: sí cuando sea sí, pero un no rotundo cuando sea no.


Puesto que la derrota en las municipales dejó flotando en el ambiente varias recriminaciones en el oficialismo, Chadwick tendrá que recomponer la relación con la Alianza y deberá llevarla a niveles de confianza que, en rigor, nunca han sido satisfactorios ni para La Moneda ni para los partidos. Esta será su primera tarea. También tendrá que conversar más con la oposición, no necesariamente con agenda en mano y no sólo para conseguir votos cruciales en vísperas de la discusión de proyectos emblemáticos.


Más que una prueba para Chadwick, que tiene espaldas suficientes para su nueva responsabilidad, los próximos meses van a ser una prueba para el Presidente. O el gobierno pasa a ser un asunto más de equipo en lo que resta del mandato o esto terminará mal.


Es comprensible que el Presidente se sienta ahora bajo mayor presión en La Moneda. Ya no tiene a su lado al ministro que mejor lo interpretaba y entendía. Hinzpeter venía trabajando con Piñera desde hace mucho tiempo (en el plano político, ya que jamás fue lugarteniente suyo en el ámbito empresarial). Hasta aquí, nadie tuvo más cercanía con Piñera y, desde luego, eso no va a desaparecer. Defensa, su nuevo ministerio, es una cartera importante. Pero ahora la segunda voz la pondrá Chadwick, no él.

(*) Publicado en La Tercera, 06 de noviembre del 2012

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