Por Hugo Latorre Fuenzalida
Frente al derrumbe electoral de la derecha, las estrategias empresariales y de “guerra”, tan propias de una derecha que estuvo aliada a todas las despliegues cuartelarios y de combate durante su etapa dictatorial, supo de inmediato que ante tan adverso escenario, la mejor y única defensa es el ataque.
Es por eso que ya a los dos días de sabido los resultados, se anuncian los cambios (reordenamiento) de gabinete y, de seguido, el lanzamiento de las candidaturas presidenciales de Golborne y Allamand.
No había tiempo que perder; no se podían dar el lujo de quedarse lamiendo heridas. Era menester desenterrar las hachas de guerra y salir al campo de batalla con toda la artillaría disponible.
El problema es que estos batallones de la derecha no encuentran a nadie en el frente, pues “La generala” del otro bando no está, no le interesa combatir aún, espera su propio tiempo.
El problema de una estrategia como la que ha aventurado la derecha, es que al no encontrar batallones enemigos en el campo, a poco de caminar por este desierto, se encuentren perdidos en la niebla y terminen dándose hachazos entre los propios aliados, cosa que por demás ha pasado en la historia militar no muy lejana.
Más cuando aún queda por dirimir cual de los dos frentes en competencia, al interior de la derecha, será el que se quede con el mando definitivo y con los estandartes electorales. En consecuencia, más de un roce o enfrentamiento se dará en el transcurso de este peregrinar.
Los batallones de la UDI, con Golborne como ungido, buscarán atraer a sus huestes gentes que aún crea que se puede ser independiente y empresario; que aún existe una “nueva manera de gobernar”, propia de estos ejecutivos del sector privado. Esto parece una sandez, justamente si se tiene en cuenta que la primera generación de “ejecutivos privados” del gobierno de Piñera debieron ser despedidos y reemplazados rápidamente dado su ineptitud para la cosa pública.
Los que quedan, hasta hoy, que son una mezcla de políticos con vínculos sub dérmicos con empresas, no lo han hecho tanto mejor, pues ahí están los resultados de evaluación nacional.
Desde el lado de R.N., el ministro de defensa saliente, señor Allamand, viene con escuela militar y especialización estratégica para enfrentar las siguientes batallas. Es hombre más ducho en lides políticas, pero ya no tendrá los recursos exhibicionistas para copar “pantalla”.
Tuvo suerte que no metió las manos ni los pies en la campaña municipal, si no, se hubiese caído de otro balcón; pero eso fue más suerte que estrategia. Debe enfrentar a un competidor que le abordará con un entusiasmo de novato, que se ha creído el cuento de su simpática e inocentona sonrisita, de sus dotes de juglar del desierto, de las encuestas y de todas esas patrañas que luego se esfuman como fumarolas. Claro que perfectamente puede argumentar que esos mismos recursos mantienen a “La generala” como “top” en las encuestas. Puede que tenga, finalmente, razón, dada la inopia política que amenaza a la república.
Lo previsible es que, si no se desangran entre las huestes del mismo sector, durante esta larga espera del candidato oponente, por lo menos se enemistarán lo suficiente, entre ellos, como para que las debilidades del candidato más frágil lo dejen, anticipadamente, casi fuera de combate, y al que quede se le verá renguear también, como futbolista luego del canillazo.
Entonces el Presidente, con su ego sobrenatural, pensará que su gloria ya está asegurada y se le verá divagar como un enajenado por micrófonos y salones emitiendo frases para el bronce, para la posterioridad, para acrecentar su ya indiscutida grandeza. Por ese lado no pueden esperar mucho pues el tipo se volará “en la propia”.
Pobre candidato de la derecha, llegará lesionado a las grandes batallas y se enfrentará a una “generala” que viene con aires de Patton a tomar posición ventajosa en el campo de batalla. Desembarcará con aires de triunfo y ese ánimo inicial es muy importante para enardecer a sus huestes, que si bien conforman más bien unas especies de batallones ”Brancaleone”, antes que verdaderas fuerzas organizadas, con todo puede contener un espíritu más combativo que esta derecha que perdió la gomina, y ya luce, más bien, como adolescente en discotheque.
En fin, señores de la rancia y formolinizada derecha chilena, les debemos recordar la sentencia tan antigua como ustedes que enseña:”NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO”.
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