Por Ciper y KROHNE ARCHIV
El ex presidente y candidato presidencial de Perú, Alejandro Toledo, refiriéndose a las informaciones difundidas en un cable de Wikileaks sobre las gestiones hechas por su gobierno luego de que el ex presidente Alberto Fujimori, quien vivió asilado en Tokio, llegó de Japón a Chile, dijo que había temido de que hubiese “complicidad entre Japón y Chile para la fuga de Fujimori desde Tokio a Santiago”, informó el diario El Comercio Online en Lima.
Asimismo, detalló que gracias a una llamada del entonces presidente mexicano Vicente Fox se enteró del viaje del ex presidente “cuando ya estaba en el aire”: “Me enteré cuando llegó a Tijuana (…) Había aterrizado el avión y la Policía había detectado a Fujimori y que el avión estaba en ruta de Tijuana a Santiago de Chile e iba a pasar por el Perú”, según El Comercio Online.
Sin embargo, una investigación de la agencia CIPER Chile dice todo lo contrario: “Durante una conversación entre Toledo y el embajador estadounidense en Lima, Curtis Struble, el mandatario peruano y hoy candidato se quejó de que el presidente mexicano, Vicente Fox, no le había avisado que el avión que traía a Fujimori había pasado por Tijuana y de que el gobierno chileno parecía haber sido sorprendido con la guardia baja, ya que el manifiesto de vuelo enviado por fax a Santiago no incluía su nombre, mientras que el que entregó la tripulación al llegar sí lo hacía. Struble le respondió que a su parecer, el gobierno japonés también había sido tomado desprevenido. Pero eso no convenció a Toledo: mientras se mostraba perplejo por la falla de “su amigo” Vicente Fox, el mandatario peruano le indicó a Struble que “aún sospechaba de la colusión entre Chile y Japón”.
Presidentes Toledo y Lagos
Presidentes Toledo y Lagos
Luego Toledo dijo hoy en declaraciones a la prensa que “no hubo ningún temor, hablé con el presidente de Chile en ese entonces, Ricardo Lagos, hicimos las coordinaciones. Y todo quedó en manos de la Policía Nacional Peruana (PNP) y la Justicia”, señaló. Sin embargo, Ciper da una versión completamente diferente: “Toledo cogió el teléfono y llamó a La Moneda. Quería exigirle directamente a Ricardo Lagos que lo enviaran (a Fujimori) de inmediato a Perú para ser juzgado por las causas de derechos humanos (DD HH) y corrupción que pesaban en su contra. Pero Lagos no le contestó. El ex mandatario chileno no tomó ninguno de sus llamados porque estaba molesto. Esa al menos fue la información que recibió el gobierno estadounidense en el cable Nº 44.640, de su embajada en Lima, que recogió la versión del diplomático chileno Fernando Velasco, y que luego confirmó el asesor del gobierno peruano Juan de la Puente en el cable Nº 45.227, agregó Ciper.
Lagos tenía razones para estar molesto. Sólo días antes el gobierno peruano había promulgado la polémica Ley de Líneas de Base del Dominio Marítimo del Perú, que demarcaba unilateralmente los límites marítimos entre ambos países. Se trataba del gesto más inamistoso en la relación bilateral en décadas, el que abrió un conflicto limítrofe que tiene a ambos países enfrentados hoy en la Corte Internacional de La Haya. Al no contestarle el teléfono Lagos le estaba mandando a Toledo una fuerte señal diplomática. Sí le respondió, en cambio, al canciller peruano Óscar Maúrtua, quien “presionó para que Fujimori sea inmediatamente expulsado a Perú”.
La pesadilla de Fujimori
Alberto Fujimori se transformó en una pesadilla para el entonces Presidente Alejandro Toledo cuando dejó Japón y aterrizó en Santiago, acercándose peligrosamente a la política peruana. Las embajadas de EE UU en Lima y Santiago mantuvieron informado a Washington de todo el proceso de extradición. Transmitieron la convicción del gobierno de Toledo de que todo era una confabulación entre Chile y Japón en contra de Perú y la poca confianza que tenía en su equipo de especialistas a cargo de la solicitud de extradición, señaló una investigación de Ciper .
Alberto Fujimori se transformó en una pesadilla para el entonces Presidente Alejandro Toledo cuando dejó Japón y aterrizó en Santiago, acercándose peligrosamente a la política peruana. Las embajadas de EE UU en Lima y Santiago mantuvieron informado a Washington de todo el proceso de extradición. Transmitieron la convicción del gobierno de Toledo de que todo era una confabulación entre Chile y Japón en contra de Perú y la poca confianza que tenía en su equipo de especialistas a cargo de la solicitud de extradición, señaló una investigación de Ciper .
Cuando Alberto Fujimori aterrizó de improviso en el aeropuerto de Santiago desde Japón el 6 de noviembre de 2005, alteró una vez más el mapa de la política peruana. Hoy cumple condena en una cárcel limeña. Tanto entonces como ahora, la diplomacia estadounidense ha seguido minuto a minuto los avatares de la política peruana y sus vínculos con Chile, según consta en los cables filtrados por Wikileaks.
Toledo llevaba cuatro años gobernando el Perú cuando supo que Fujimori, su antecesor en la presidencia, había dejado su exilio en Japón y pisado suelo chileno. Si bien Lagos, como dijimos, no le contesto el teléfono, con lo que le envió una fuerte señal diplomática, sí le respondió en cambio al canciller peruano Óscar Maúrtua, quien presionó para que Fujimori fuera inmediatamente expulsado a Perú. Pero Lagos le dejó claro que esa no era una opción: el “Chino”, como se le conoce a Fujimori, se quedaría en el país y al día siguiente sería detenido, luego de que el mismo Maúrtua se lo solicitara a la Corte Suprema a través de la embajada de su país en Chile. Maúrtua dijo entonces que su gobierno enviaría una petición de extradición, aunque en ese tipo de solicitudes Perú no tenía un buen registro.
Pedidos de extradición de Fujimori del Presidente Toledo
Las peticiones hechas por la administración de Toledo para extraditar desde Japón a Fujimori no habían tenido éxito y los medios peruanos sólo habían criticado el proceso. Las probabilidades de que eso se repitiera eran altas. Según Velasco, con el ex mandatario peruano en Chile, el caso podría alargarse por mucho tiempo y no había garantía de que prosperara, “especialmente considerando la pobre calidad de las presentaciones que Chile ha recibido de Perú en otros casos de extradición”.
Las peticiones hechas por la administración de Toledo para extraditar desde Japón a Fujimori no habían tenido éxito y los medios peruanos sólo habían criticado el proceso. Las probabilidades de que eso se repitiera eran altas. Según Velasco, con el ex mandatario peruano en Chile, el caso podría alargarse por mucho tiempo y no había garantía de que prosperara, “especialmente considerando la pobre calidad de las presentaciones que Chile ha recibido de Perú en otros casos de extradición”.
El gobierno peruano estaba convencido de que el arribo de Fujimori a Chile estaba calculado y, de acuerdo a diversos cables filtrados por Wikileaks, creía que todo era una confabulación de los gobiernos chileno y japonés contra Perú.
La conspiración de Chile y Japón
Para el 15 de noviembre de 2005, el arresto de Fujimori aún ocupaba el lugar más importante en la agenda política de los medios en Perú. De eso habla el cable Nº 45.227, aunque es lo menos relevante del documento. El extenso informe de la sede estadounidense en Lima se refiere, entre otras cosas, a la reunión entre el presidente peruano con Struble. Allí, Toledo le preguntó al embajador si el gobierno de EE.UU. tenía información sobre los nexos entre Chile y Japón, “sugiriendo que esos dos países son cómplices en la llegada del vuelo de Fujimori a Santiago”.
Struble le respondió que a su parecer, el gobierno japonés también había sido tomado desprevenido. Pero eso no convenció a Toledo: mientras se mostraba perplejo por la falla de “su amigo” Vicente Fox, el mandatario peruano le indicó a Struble que “aún sospechaba de la colusión entre Chile y Japón”.
Las preocupaciones de Toledo sobre una conspiración anti-peruana por parte de Chile y Japón parecen ser compartidas en los más altos niveles del gobierno peruano –dice el informe.
Juan De la Puente, asesor político de Toledo, ese mismo día le reconoció a un diplomático norteamericano que la preocupación del Ejecutivo era que “el gobierno chileno y/o las autoridades judiciales podrían hacerle una mala jugada a la administración de Toledo en el caso Fujimori”. Que el enojo de Ricardo Lagos por el tema marítimo y que los procedimientos criminales contra el empresario chileno Andrónico Luksic podrían tener un impacto negativo en la petición de extradición.
Actitud del canciller peruano Maúrtua
Por su parte, el canciller Maúrtua alababa al gobierno chileno por el arresto de Fujimori, coincidía con Lagos en que debía ser extraditado en vez de expulsado y le hacía reverencia a la declaración de su par chileno, Alejandro Foxley, que decía que “no se les permitiría ni a Fujimori ni a sus aliados usar Chile como base para la actividad política apuntando a Perú”. Pero al parecer, todo eso era sólo parte del discurso público. Según indica el cable, en una reunión privada que Maúrtua sostuvo con Juan Pablo Lira, el embajador de Chile en Lima, el primero le entregó al segundo “una lista de 10 preguntas que eran hostiles y acusatorias en relación al supuesto rol del GOC (gobierno de Chile) en el vuelo de Fujimori”.
Por su parte, el canciller Maúrtua alababa al gobierno chileno por el arresto de Fujimori, coincidía con Lagos en que debía ser extraditado en vez de expulsado y le hacía reverencia a la declaración de su par chileno, Alejandro Foxley, que decía que “no se les permitiría ni a Fujimori ni a sus aliados usar Chile como base para la actividad política apuntando a Perú”. Pero al parecer, todo eso era sólo parte del discurso público. Según indica el cable, en una reunión privada que Maúrtua sostuvo con Juan Pablo Lira, el embajador de Chile en Lima, el primero le entregó al segundo “una lista de 10 preguntas que eran hostiles y acusatorias en relación al supuesto rol del GOC (gobierno de Chile) en el vuelo de Fujimori”.
El documento no indica cuáles fueron las preguntas, pero dice que la respuesta de Lira fue directa:
-Si los dos gobiernos van a cooperar uno con el otro, entonces ninguno puede empezar asumiendo la mala fe de su contraparte, le dijo Lira..
El cable también señala que tanto los gobiernos de Chile como de Perú aparentemente reconocieron que sus relaciones deben ser manejadas con cuidado y que el embajador Struble se comunicó en dos oportunidades con el primer ministro peruano, Pedro Pablo Kuczynski (foto izquierda) –también en competencia para las elecciones presidenciales de este año–, para asegurar que la Armada de Perú no tomara ninguna acción unilateral que pudiera exacerbar las tensiones. Kuczynski estuvo de acuerdo. Hasta ese momento las relaciones militares entre los dos países se mantenían bien y ambos gobiernos se esforzaron para que el proceso de extradición no cambiara esa situación. Sin embargo, la convicción en Perú sobre una supuesta conspiración no desapareció.