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martes, 16 de diciembre de 2025

COMENTARIO DE LA DEUTSCHE WELLE SOBRE TRIUNFO DE KAST Y EL FUTURO DE CHILE

 

El primer discurso de José Antonio Kast como  presidente electo de Chile dejó varias frases que muestran un intento por moderar las expectativas de lo que será su mandato, que comienza el 11 de marzo de 2026.

"No nos pidan milagros", "esto no es magia" y "los resultados no se verán al día siguiente" son conceptos que chocan con los de la campaña, donde acusaba generalmente a falta de voluntad de las autoridades gobernantes para hacer las cosas. De pronto, la altisonancia dio paso a la ponderación.

"Kast necesita bajar las expectativas, pues la población busca soluciones rápidas a temas como la delincuencia, la migración y la creación de empleos, problemas estructurales que no se pueden resolver en el corto plazo", dice a DW, la directora de la oficina en Chile de la fundaciónm alemana  Heinrich Böll, vinculada en Alemania a "Los Verdes", Gitte Cullmann.


"Habrá un choque entre lo que espera la gente y la capacidad de resolución de problemas complejos", explica.

"Kast es un político tradicional y comprende la necesidad de administrar la esperanza. Durante la campaña formuló  promesas y sabe que la ciudadanía, legítimamente, espera que estas se cumplan", apunta Mario Álvarez, doctor en Estudios de la Comunicación de la Universidad de Leeds y académico de la Universidad de la Frontera.

Para Álvarez, el estilo de hacer política de Kast "se basa menos en una propuesta programática y más en una forma particular de comunicación: la destrucción del diálogo". Sin embargo, apunta el experto, "esta estrategia conversacional es difícil de sostener cuando se gobierna en democracia. Su discurso de la noche del triunfo da la impresión de que Kast reconoce las limitaciones de esta forma de comunicar sin dialogar y, en consecuencia, intenta bajar las expectativas".

El peligro de despertar la calle

Además de lo anterior, Kast también "tropezará con dificultades institucionales para realizar los cambios que busca hacer con el llamado ‘gobierno de emergencia'", explica Cullmann. La llamada "luna de miel" de los nuevos gobiernos, que es el lapso en el que la ciudadanía perdona errores o acepta demoras, es cada vez más breve. La paciencia tiende a agotarse con facilidad y pronto las encuestas muestran descensos en la popularidad de los recién asumidos. Por eso es esencial comenzar el Gobierno con rapidez, mostrando eficiencia y proactividad.

El punto, dice Cullmann, es que si se concretan "recortes fiscales y los derechos sociales adquiridos” se ven en riesgo, Kast "encontrará resistencia en la sociedad".

Sin embargo, apunta Álvarez, el presidente electo tiene a favor esta vez que la movilización social se encuentra en un punto muy bajo. "Hace unas semanas, la Coordinadora Feminista 8M llamó a una marcha para contrarrestar el avance de la ultraderecha, pero la asistencia estuvo muy por debajo de lo que se congregaba hace cinco o seis años. Algo similar ocurre con los movimientos ambientalistas e indigenistas. El fracaso del proceso constituyente que lideraron aún resuena, y a eso se sumaron procesos de inflación y un aumento de la delincuencia que desplazaron el foco de atención hacia problemas de otro tipo", sostiene Álvarez.

La oposición política con representación en el Congreso, en cambio, sí podría convertirse en una fuerza relevante, apunta Cullmann. "La izquierda tuvo el peor resultado desde el retorno de la democracia, pero no alcanza a ser una debacle, porque está por sobre el 40 por ciento y con más de cinco millones de votos a su favor". Eso sí, agrega, "deberá apoyarse en la institucionalidad para hacer una oposición en defensa de los derechos y las libertades".

"La línea definida por la candidata Jeannette Jara es la que se debiera concretar", dice a DW Francisco Vidal, exministro de Defensa durante el Gobierno de Michelle Bachelet y uno de los voceros de la campaña de la derrotada aspirante comunista. "Tiene que ser una oposición que tenga líneas rojas en el Parlamento y el debate público, y estas son rechazar cualquier retroceso en los derechos sociales ya ganados. Me refiero al salario mínimo, la jornada laboral de 40 horas, la reforma previsional, el fin del copago cero, la Ley de Royalty Minero", enumera.

Desafíos de gobernabilidad


Kast llegó a la presidencia arropado por el Partido Republicano, la formación que él mismo creó en 2019 junto a antiguos militantes de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y otros sectores de la ultraderecha. Sin embargo, para llenar los cargos del Estado y conformar un equipo que dé gobernabilidad al país necesitará sí o sí del respaldo de la derecha tradicional.

Para ello tiene dos caminos, dice Cullmann: "Puede construir una coalición amplia de casi toda la derecha bajo la hegemonía del Partido Republicano, o limitarse a acuerdos más específicos con los que comparten sus valores". Agrega, sin embargo, que "es difícil que ceda en lo valórico", uno de los temas que Kast intentó dejar de lado durante la campaña, dadas sus posturas ultraconservadoras. "Los que se sumen, tendrán que adoptar su ideario", estima la representante en Chile de la fundación Heinrich Böll.

Para Vidal, el apoyo de la centroderecha es ya un hecho. Pero más lo será a la hora de presentar leyes, porque "toda la derecha, desde Demócratas hasta los libertarios, logra reunir 76 votos en la Cámara de Diputados. Pero la mayoría absoluta son 78, y para las reformas sustantivas son 89, o sea está a años luz, y en el Senado es peor para el futuro mandatario, porque tiene un empate”. Por lo mismo, será imposible para él gobernar sin el respaldo de otros sectores.

Álvarez, por su parte, llama la atención sobre un aspecto del que se ha hablado poco en estos días, pero que ronda en el ambiente. "En términos de una oposición realmente fuerte, esta podría provenir de la propia derecha. Sebastián Piñera ya vivió algo similar al tener que lidiar con la UDI, y en este caso Kast enfrenta un desafío más complejo: a su derecha emerge un movimiento libertario que puede dificultar la gobernabilidad. Este grupo podría presionar por una mayor radicalización en caso de que Kast intente pactar con la derecha tradicional". Por tanto, afirma el académico, el principal desafío "será administrar ese delicado equilibrio entre la ultraderecha y la derecha tradicional".

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