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jueves, 18 de diciembre de 2025

SEMANA POLÍTICA: AJUSTES Y ALINEAMIENTOS EN CHILE - POR MARTÍN POBLETE

Después de la elección presidencial vienen las implicancias y consecuencias de tener un presidente electo, una candidata derrotada, y dos coaliciones en busca de su destino.

La derrota no tiene padrinos, tampoco la coalición de izquierda directa  damnificada por esa derrota.  El Senador Fidel Espinoza (PS) declaró muerta la coalición, la candidata Jeanette Jara en su discurso de la noche triste llamó a la unidad, lo propio hicieron Lautaro Carmona y otros líderes del PC, seguidos con no poca sorpresa por la dirigencia del Frente Amplio.   La realidad pareciera estar más cerca del Senador Espinoza.   

El Frente Amplio y el Partido Comunista son los continuadores lógicos de una coalición de izquierda, teniendo presente su rol opositor al próximo gobierno de José Antonio Kast, y muy particularmente las elecciones de alcaldes y concejales el 2028.   Algunos podrían sentirse inclinados a empezar discusiones de rango ideológico, pero el peso de un gobierno de derecha que partirá con fuerte impulso dejará pocos espacios para distracciones intelectuales.  

El PPD ya lanzó una propuesta de coalición de centro-izquierda con la Democracia Cristiana y lo que va quedando del Partido Radical, si bien éste enfrenta la exigencia de disolverse por no haber logrado los requisitos básicos para seguir vigente;  un poco más allá, el Partido Socialista sería complemento obvio del tipo de coalición planteada por el PPD, pero hay gente en el PS que ve con buenos ojos la perspectiva de aliarse con los comunistas y frenteamplistas, asunto en pleno desarrollo.   Al medio, están los Humanistas, el FRVS, y el Partido Liberal, todos enfrentando la exigencia de disolverse, tal vez fusionarse, armar un nuevo referente y salir a la búsqueda de firmas.   Tiempos difíciles.


En la derecha, mientras se disfruta el momento dulce de la victoria, va surgiendo la cuestión ineludible de cómo estructurar  las fuerzas que llevaron a José Antonio Kast a una victoria tan contundente.   La gran coalición victoriosa estuvo compuesta por dos coaliciones, la de Chile Vamos integrada por Evopoli, RN y la UDI, ya enfrenta llamados para declararla terminada; esto no será resuelto hasta marzo, cuando RN deberá renovar su directiva y Evopoli decidir por cual camino seguir con vida.   Mientras tanto, la coalición de Republicanos, Libertarios y el Partido Social Cristiano, tiene un problema con la exigencia emanada del Servel planteando la disolución del PSC.  

Al medio, casi en una nebulosa,  Amarillos por Chile y Demócratas, conminados por la resolución del Servel que ordena su disolución, tienen pocas opciones salvo fusionarse y salir a buscar firmas, quizás con Evopoli acompañándolos en algo así como un referente liberal de centro derecha, para el cual no hay precedentes en nuestra historia política.

El presidente electo tiene la disyuntiva de formar su gobierno, particularmente los cargos claves de su confianza como los ministros, subsecretarios y seremías,  trabajando con una coalición todavía por estructurarse, o entenderse directamente con los partidos que lo apoyaron; todos los presidentes de Chile enfrentaron el mismo dilema, unos lo resolvieron mejor que otros.  

José Antonio Kast tiene a su lado al partido más votado, el Republicano, de cuya lealtad no habría dudas; el Libertario no aclara cual será su definición respecto del presidente electo y la formación del gobierno, su líder y fundador Johannes Kaiser, vacila entre integrar el gabinete o bien dedicarse  a organizar ese partido a escala nacional; la decisión anunciada por el presidente electo de tener formado su gobierno en los cargos fundamentales a mediados de enero próximo, dejó a Kaiser y sus adláteres con poco margen  de maniobra.  

La idea de gobierno de emergencia puede ser útil, pero exige partir muy firme, con claridad y eficiencia; existe la posibilidad de iniciar un ciclo de gobiernos de derecha que puede ser tan prolongado como en su tiempo lo fue la Concertación, para lograrlo Kast debe gobernar bien, tendrá muy poco margen de error. 


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