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miércoles, 7 de junio de 2017

Análisis

TERRORISMO ISLÁMICO

Por Martín Poblete

Los dos atentados terroristas ocurridos en Tehran volvieron a poner el terrorismo entre musulmanes en el centro de la atención.  El asunto comienza en la ruptura cismática de fines del primer siglo hasta mediados del  segundo siglo musulmanes, en nuestra cronología de fines del Siglo 8º a mediados del Siglo 9º de la Era Cristiana. La división del Islam entre las iglesias Suni y Chía  se ha mantenido inalterable, sus numerosos enfrentamientos  siempre violentos, como también lo fueron sus encuentros con otras religiones, como lo advirtió con diáfana claridad el Papa Benedicto XVI en su formidable discurso en la Universidad Católica de Rastenburg, en noviembre de 2008.

El régimen impuesto por el Imperio Turco Otomano  obligó a las iglesias musulmanas a mantener la paz entre sus feligreses, sin perjuicio de alzamientos ocasionales,  lo propio sucedió durante el dominio de las potencias coloniales occidentales.  La única excepción la rebelión de El Mahdi en Sudán en la segunda mitad del Siglo XIX, el General  Gordon al mando de la guarnición en Jartum interpretó el alzamiento como si fuera contra el poder imperial británico, en realidad era un conflicto entre musulmanes. Gordon fue el único alto jerarca británico en conocer y entrevistarse con El Mahdi, no entendió la raíz teológica del conflicto desatado por ese líder, su error le costó la vida en la toma de Khartoum.    Desde entonces, las potencias occidentales no han entendido, o no han querido entender, los elementos culturales y teológicos en la parte musulmana del conflicto desembocando en el actual terrorismo islámico.

En 1957, un alzamiento militar nacionalista encabezado por el General Mohamed Neguib terminó con el régimen colonial británico en Egipto; a corto andar, el gobierno cayó bajo el liderazgo del Coronel  Gamal Abdel Nasser, un hombre extraordinariamente carismático en opinión de todos quienes lo conocieron.   El régimen nacionalista encabezado por Nasser
puso fuera de la ley al movimiento Hermandad Musulmana, decisión imitada por otros regímenes similares en varios países árabes del norte de África y el Medio Oriente, agregando un factor importante a la extrema radicalización política y religiosa del Islam.   Otro factor, mas reciente, es la ocupación militar americana de Iraq, dónde las tensiones religiosas estaban controladas por una dictadura secular; el derrocamiento de Saddam Hussein y su gobierno soltó las amarras del conflicto religioso, en un país  que se había mantenido al margen de la debacle; tampoco ayuda la condición de iglesia nacional oficial de la secta Wahabí en el Reino de Arabia Saudita, y de la iglesia Chía en Iran.

Bajo el actual estado de cosas, tenemos una guerra civil de religión en el Islam cuyos principales beligerantes son las iglesias  Suni y Chía, a las cuales se han agregado numerosos actores secundarios; en lo fundamental, las partes se arrogan el privilegio de considerarse únicas legítimas intérpretes de la verdadera palabra del Profeta, todas las otras son herejes en un mutuo excomulgarse de rasgos incomprensibles para la lógica occidental .   Es una guerra despiadada, se ponen las bombas en las mezquitas  a la hora del servicio religioso, cuando los templos están llenos.  

Este conflicto está en plena expansión, hacia el sur envolviendo a musulmanes en países del África Subsahariana hasta Nigeria, en el Sahel y todo el Medio Oriente, empezando a moverse a otras regiones con feligresías islámicas, Pakistán,  Indonesia, Fillipinas, Xinhuan Uighur en el extremo occidental de China; en una nueva fase, ha empezado el ataque a las iglesias cristianas en el Medio Oriente, en especial contra los fieles de la Iglesia Copta, la iglesia cristiana de Egipto, Sudan y Etiopía, fundada por María Magdalena y el Apóstol Santo Tomás.    

Era cuestión de tiempo su llegada a Occidente, en cuyos países democráticos con sistemas de pleno respeto a los derechos humanos, a la libertad de religión, a los derechos civiles y políticos, el terrorismo islámico tiende a ser percibido  cual expresión demencial del extremismo religioso, mas allá de los marcos de comprensión de la racionalidad occidental, en un conflicto cultural sin solución en el futuro previsible.

Por ahora, mientras las potencias occidentales continúen su presencia militar en el Medio Oriente,  los musulmanes las entenderán en cuanto partes del conflicto, esta visión es compartida por las comunidades musulmanas de reciente emigración, particularmente a países de la Unión Europea.     Los gobiernos europeos, particularmente el del Reino Unido,  ajustarán y endurecerán los controles  a las comunidades residentes, probablemente impondrán severas restricciones a la inmigración desde países  en el centro de la guerra civil de religión en el Islam.

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