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viernes, 8 de marzo de 2013

POLÍTICA

LAS HONDAS CONTRADICCIONES SOCIALES EN LOS MODELOS DE DESARROLLO EN SUDAMÉRICA

Por Walter Krohne

La semana ha sido dominada por los acontecimientos en Venezuela tras el fallecimiento del Presidente Hugo Chávez que, a pesar de ser una noticia esperada desde hace semanas por la gravedad de la enfermedad que lo aquejaba, ha causado una movilización general en América Latina. Hoy, en el funeral de estado en Caracas se juntaron casi todos los presidentes de la región, con excepción de Cristina Fernández que abandonó anticipadamente todas las ceremonias y encuentros, al parecer por problemas de salud.




Es que en este mundo de contradicciones la desaparición de Chávez significa para muchos sectores políticos un serio revés en el desarrollo integracionista, de solidaridad y cooperación que ya había logrado alcanzar la llamada región de la década pérdida en los años ochenta. El comandante, con un estilo rudo, ofensivo a veces, insultante y poco diplomático, puso sin embargo la primera capa del pavimento en el camino necesario para aunar los esfuerzos de todos con un objetivo común. Sus ideas se manifestaron en el plano integracionista, especialmente, buscando este objetivo a través del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), planteada como un desafío y oposición a la Alianza de las Américas inspirada por el ex presidente estadounidense George Bush (padre).
 
Pero no sólo eso: Fue también impulsor de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), una organización intergubernamental que integran 12 países; fortaleció el Mercosur, fue el principal creador del Banco del Sur como nueva institución crediticia independiente del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, y en 2010 fue una figura clave para hacer aterrizar el proyecto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) sin la inclusión de EE UU y Canadá, cuya primera cumbre se efectuó en Santiago de Chile en enero de este año.




Su ideología socialista lo llevó a oponerse con fuerza y tenacidad a los imperialismos dominados por la fuerza del dinero, ayudando a los países más pobres con petróleo y asesorías, claro, todo esto en el marco de una transformación política regional que a la larga le permitiría dominar América Latina bajo una misma mirada y línea política.




Su régimen no fue tan democrático como se dice, aunque ganó todas las elecciones con excepción de una. Sin embargo para ello reformó a su manera la Constitución e hizo aprobar las leyes necesarias que este camino le exigía. Contagió con su modelo a países como Ecuador, Nicaragua, algunos países caribeños, Bolivia, en parte también a la Argentina y a Uruguay. Con una economía fuertemente criticada por los defensores del mercado, hizo mucho más felices a millones de personas entre las cuales repartió las riquezas que obtenía del petróleo para mejorar el bienestar general, bajando el índice de pobreza de más de 60% a un 30%. Nadie sabe lo que va a pasar ahora, porque tarde o temprano llegará el día en que Venezuela se vea obligado a cortarle la ayuda petrolera a estos países, como también a Cuba, donde el soporte venezolano es actualmente millonario. Sin embargo, una parte importante del pueblo lo quiso "a morir" como se comprobó en las últimas elecciones en octubre, en las cuales fue reelegido después de 13 años con 54,2% de los votos. Lo mismo ocurrió en Ecuador, donde Rafael Correa ganó en febrero la Presidencia por tercera vez consecutiva con un 56,7% de los sufragios. ¿Dónde está el secreto? ¿Son los modelos que busca y prefiere la gente?

Pero, a pesar de sus errores, fue un líder que tuvo una idea, un modelo y el coraje para enfrentarse sin tapujos al “imperialismo”, especialmente estadounidense.




Sin embargo, en el sur las cosas cambian, porque en vez de liberarnos como pueblos nos enredamos cada vez más en los tentáculos del capitalismo rabioso, que es donde realmente está también el poder político. La desigualdad económica y social se ve en todas partes, pero los gobiernos de derecha o cierran los ojos o no ven la miseria popular económica, de conocimientos y de ideas que los rodea  y también a los propios presidentes.




En estos país el mercado es el que manda, manejado por empresarios o banqueros,  a veces inescrupulosos, que les importa la nada misma que existan o no capas sociales dentro de la sociedad que no puedan integrarse o que se vean continuamente limitadas en cuanto a trabajo o ingresos. Todo está comercializado, hasta la misma educación y la salud, que en Venezuela, Ecuador y en otros países son gratuítas. La política es casi inexistente y de antemano se sabe quién o quiénes van a ganar las elecciones, es decir es una democracia para llorar a gritos.  

Un nacional de estos países puede morirse en la entrada misma de un centro asistencial por no tener el dinero para poder tratarse. Pero el Estado lo justifica todo y defiende a los bandidos e inescrupulosos de camisa, colleras y corbata, hasta les perdona el pago de impuestos, porque son precisamente ellos los que representan  el modelo nefasto que hace cada vez más ricos a los dueños del capital y empobrece a los que no pueden pagar ni educación ni salud ni nada. Cuando los propios presidentes son millonarios no tienen otra salida que justificarlo todo para que el mercado siga creciendo en beneficio de ellos mismos por supuesto, y en ningún caso para el pueblo que será siempre el explotado, porque eso del "chorreo" y de la torta de los economistas neoliberales no funciona o simplemente no existe.

En el norte venezolano, mujeres, hombre y niños se abrazaron llorando esta semana sobre la urna presidencial para agradecerle a Chávez su permanente preocupación por los más necesitados. En el sur, el pueblo lo único que espera es que el Presidente se vaya luego para su casa. ¿Qué pueblo aparece como el más feliz? ¿Sólo teoría política a largo plazo o realismo político-económico hoy?

No escribimos a favor ni en contra de ninguna ideología o partido, somos periodistas que observamos la triste realidad que mantiene en la miseria social e intelectual a gran parte de un pueblo de América  que está muy lejos de tener los mismos derechos que desde hace años o desde siempre han disfrutado los más ricos.

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