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lunes, 4 de enero de 2016

CHILE: INTERROGANTES E INCERTIDUMBRES 2016 TRAS LA RABIETA
Por Marcel Garcés


El 2016 se inicia con indesmentibles interrogantes e incertidumbres que tienen como escenario principal a La Moneda y a la coalición gobernante.
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El episodio  de la visita presidencial a la Región de la Araucanía al finalizar 2015   ha vuelto a  agitar el ambiente en el Palacio de Gobierno, dando la impresión de una sorda lucha entre bastidores, de celadas y mandobles, entre grupos y personajes que pugnan por influir no solo en el ánimo presidencial, sino que imponer líneas políticas,  dirigir las políticas del gobierno o posicionar una figura  (el ministro del Interior, Jorge Burgos) como  “presidenciable”, como  anunció el intendente DC de Santiago, Claudio Orrego.
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Burgos, que oficia de Jefe de Gabinete, ha dado suficientes muestras de la independencia con que actúa y sus –a veces más que altaneras- declaraciones. sobrepasan su misión de ministro  del Gobierno, cuya condición sine qua non, es el de la lealtad y compromiso con la coalición de Gobierno y su programa.
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Pareciera que el cargo de Primer Ministro, de un hipotético gobierno parlamentario, y el Primer Ministro como Jefe del Gobierno, al que lo invistió el ex presidente del Partido Demócrata cristiano, Patricio Walker,  dejando a la Presidenta en un rol más bien protocolar, “reinando”,  acomoda más a sus proyectos,  ambiciones o a las de la su partido.
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Entonces, aparece como  más ministro de su Partido   que del Gobierno, y su accionar  resulta más discutible. Y entonces más  allá de las interrogantes y la incertidumbre, surge la sospecha acerca de las verdaderas intenciones.
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En el episodio de la visita presidencial a La Araucanía abundaron destempladas y hasta ofensivas y  y agresivas declaraciones de Burgos y de personeros de la Democracia Cristiana y se escenificó, con la alegre y entusiasta algarabía mediática de “El Mercurio”,  un virtual “ejercicio de enlace” o “boinazo”, de declaraciones, ultimatos, insinuaciones, amenazas, reuniones “urgentes”, y trascendidos de intención aviesa.
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Burgos dijo que en la entrevista sostenida con Bachelet,  en la que le presentó su renuncia al cargo, en un gesto  claramente de amenaza de salida de la DC del Gobierno,  “le dije  que esta situación no se podía repetir de ninguna manera”, dando la impresión de que le había “llamado la atención”,  algo así como  que la había puesto “en su lugar”.
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Por su parte ex presidente de la DC,  Gutenberg Martínez, declaró sin ambages,  que “si esto no se reviste en forma clara y definitiva, y por tanto termina mal, habrá que evaluar la participación de la DC en el Gobierno. Las cosas asi no caminan”.
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”Nosotros asumimos un compromiso de respaldo a este gobierno y nuestros compromisos se cumplen, pero eso no implica necesariamente participar con responsabilidades políticas en forma institucional”, agregó, quién es uno de los políticos más críticos del gobierno Bachelet y su programa.
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Martínez,  agregó que “aquí se requiere una modificación sustancial. Somos un partido responsable y estamos acostumbrados a formas diferentes de gobierno, Pero las cosas se deben hacer bien y  con el respeto correspondiente. Las cosas así no caminan”.
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Si esto no es una amenaza o un chantaje, es por lo menos una insolencia entre aliados políticos y socios de una coalición de gobierno, además de una irresponsabilidad histórica.
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Y se  generan interrogantes que se transforman en incertidumbres de los verdaderos propósitos y contenidos de las bravatas y la rabieta, tanto como del clima interno en el Palacio de La Moneda y en la Nueva Mayoría, en momentos de importantes decisiones políticas y de  determinantes desafíos electorales.
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Por su parte  el ex presidente de la DC,  Ignacio Walker acusó “una suerte de ninguneo” a su colectividad, donde además surgieron voces exigiendo  “cambios “ en el equipo asesor directo de la Presidenta, al que acusan de “secretismo, “hermetismo” y “descoordinación”,  apuntando en particular a la Jefa de Gabinete de la Presidenta,  Ana Lya Uriarte (PS).
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 Nuestras preguntas:
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¿La no inclusión de Burgos en la comitiva presidencial a La Araucanía, fue una  mera “desproligidad” de programación, o de diferencias sustanciales en el tratamiento del tema indígena , donde Burgos privilegiaría el tratamiento policial  de la conflictividad, aduciendo el carácter delictual de los hechos, y otros que prefieren buscar en el razonamiento histórico y social, y en el dialogo, acercarse a una solución del conflicto?
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¿Debe la Presidenta consultar, convenir, su agenda, con el Ministro del Interior, coordinar con él itinerarios,  y contenidos de los diálogos, y éste tiene algún  poder de veto sobre estos?
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¿Correspondía una coordinación de seguridad como la determinada por el Subsecretario de Interior, y que debe rodear la actividad de la Presidenta, en particular la de un viaje a una zona que ofrece determinados  niveles de riesgo?
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¿Cual es el nivel de riesgo que ofrecía el viaje a la Araucanía teniendo en cuenta el activismo de determinados grupos mapuches, pero también de empresarios y políticos derechistas locales y nacionales, y la existencia de grupos paramilitares como los “Trizano”, o remanentes de las escuadras de Patria y Libertad y los Comandos Rolando Matus, que actuaron en la zona en la insurgencia contra el gobierno del presidente Salvador Allende, o de los ex agentes de la Dina o CNI y otros servicios de inteligencia de la dictadura de Pinochet, literalmente “emboscados” en la región?
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¿Que nivel de provocaciones estaban  dispuestas por los grupos de camioneros, propietarios agrícolas o de las bandas paramilitares de  mujeres “de armas tomar” existentes en la región ante la que era inminente visita de la presidenta, para el caso de que fuera anunciada con bombos y platillos por la prensa? 
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Otra pregunta: “¿Es la rabieta de la DC, la amenaza de renuncia de Burgos y de salida del Gobierno, la imposición de los “duros”, “guatones”  y “duques”, que buscarían  llevar las cosas a un rumbo de colisión en  la Nueva Mayoría,  con el objetivo estratégico de terminar su vigencia- es decir su participación,  antes o al término del gobierno Bachelet,  con la amenaza-chantaje  del “camino propio”, pretendiendo una candidatura presidencial  y abrirse a nuevas perspectivas de alianzas,  esta vez con la centroderecha?
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¿La figura del Primer Ministro pasa de ser una “humorada” de Ignacio  Walker destinada a halagar a Burgos,  a ser un objetivo político estratégico de la DC,  parte de la Reforma Constitucional,  cambiando el carácter de la institución presidencial?
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¿Fue la escenificación de esta crisis entre la autoridad y facultades de la presidenta y  el rol del Ministro del Interior, un sainete o una prueba de fuerza, que evidencia una crisis más profunda de la coalición gobernante?
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¿Pretende  la DC ejercer un rol hegemónico en el gobierno y en la Nueva  Mayoría, en una especie de cogobierno, y dejarle a la coalición un mero rol electoral auxiliar, con la amenaza o chantaje de asumir un “camino propio”, o  cambiarse de bote en medio del río?
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¿Es la crisis desatada una expresión de una lucha interna en la DC, destinada a defenestrar a su actual presidente, el senador Jorge Pizarro, acusado por “los guatones” de ser demasiado condescendiente con la Presidenta y la Nueva Mayoría?
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Veremos cómo responden estas interrogantes los hechos futuros.

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