CHILE: INTERROGANTES E INCERTIDUMBRES 2016 TRAS LA RABIETA
Por Marcel Garcés
El 2016 se inicia con indesmentibles interrogantes e
incertidumbres que tienen como escenario principal a La Moneda y a la coalición
gobernante.
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El episodio de la
visita presidencial a la Región de la Araucanía al finalizar 2015 ha vuelto a
agitar el ambiente en el Palacio de Gobierno, dando la impresión de una
sorda lucha entre bastidores, de celadas y mandobles, entre grupos y personajes
que pugnan por influir no solo en el ánimo presidencial, sino que imponer
líneas políticas, dirigir las políticas
del gobierno o posicionar una figura (el
ministro del Interior, Jorge Burgos) como
“presidenciable”, como anunció el
intendente DC de Santiago, Claudio Orrego.
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Burgos, que oficia de Jefe de Gabinete, ha dado suficientes
muestras de la independencia con que actúa y sus –a veces más que altaneras-
declaraciones. sobrepasan su misión de ministro
del Gobierno, cuya condición sine qua non, es el de la lealtad y
compromiso con la coalición de Gobierno y su programa.
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Pareciera que el
cargo de Primer Ministro, de un hipotético gobierno parlamentario, y el Primer
Ministro como Jefe del Gobierno, al que lo invistió el ex presidente del
Partido Demócrata cristiano, Patricio Walker,
dejando a la Presidenta en un rol más bien protocolar, “reinando”, acomoda más a sus proyectos, ambiciones o a las de la su partido.
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Entonces, aparece como
más ministro de su Partido que
del Gobierno, y su accionar resulta más
discutible. Y entonces más allá de las
interrogantes y la incertidumbre, surge la sospecha acerca de las verdaderas
intenciones.
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En el episodio de la visita presidencial a La Araucanía
abundaron destempladas y hasta ofensivas y
y agresivas declaraciones de Burgos y de personeros de la Democracia
Cristiana y se escenificó, con la alegre y entusiasta algarabía mediática de
“El Mercurio”, un virtual “ejercicio de
enlace” o “boinazo”, de declaraciones, ultimatos, insinuaciones, amenazas,
reuniones “urgentes”, y trascendidos de intención aviesa.
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Burgos dijo que en la
entrevista sostenida con Bachelet, en la
que le presentó su renuncia al cargo, en un gesto claramente de amenaza de salida de la DC del
Gobierno, “le dije que esta situación no se podía repetir de
ninguna manera”, dando la impresión de que le había “llamado la atención”, algo así como
que la había puesto “en su lugar”.
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Por su parte ex presidente de la DC, Gutenberg Martínez, declaró sin ambages, que “si esto no se reviste en forma clara y
definitiva, y por tanto termina mal, habrá que evaluar la participación de la
DC en el Gobierno. Las cosas asi no caminan”.
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”Nosotros asumimos un compromiso de respaldo a este gobierno
y nuestros compromisos se cumplen, pero eso no implica necesariamente
participar con responsabilidades políticas en forma institucional”, agregó,
quién es uno de los políticos más críticos del gobierno Bachelet y su programa.
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Martínez, agregó que
“aquí se requiere una modificación sustancial. Somos un partido responsable y
estamos acostumbrados a formas diferentes de gobierno, Pero las cosas se deben
hacer bien y con el respeto
correspondiente. Las cosas así no caminan”.
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Si esto no es una amenaza o un chantaje, es por lo menos una
insolencia entre aliados políticos y socios de una coalición de gobierno,
además de una irresponsabilidad histórica.
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Y se generan interrogantes que se transforman en
incertidumbres de los verdaderos propósitos y contenidos de las bravatas y la
rabieta, tanto como del clima interno en el Palacio de La Moneda y en la Nueva
Mayoría, en momentos de importantes decisiones políticas y de determinantes desafíos electorales.
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Por su parte el ex presidente de la DC, Ignacio Walker acusó “una suerte de ninguneo”
a su colectividad, donde además surgieron voces exigiendo “cambios “ en el equipo asesor directo de la
Presidenta, al que acusan de “secretismo, “hermetismo” y
“descoordinación”, apuntando en
particular a la Jefa de Gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte (PS).
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Nuestras preguntas:
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¿La no inclusión de
Burgos en la comitiva presidencial a La Araucanía, fue una mera “desproligidad” de programación, o de
diferencias sustanciales en el tratamiento del tema indígena , donde Burgos
privilegiaría el tratamiento policial de
la conflictividad, aduciendo el carácter delictual de los hechos, y otros que
prefieren buscar en el razonamiento histórico y social, y en el dialogo,
acercarse a una solución del conflicto?
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¿Debe la Presidenta consultar, convenir, su agenda, con el
Ministro del Interior, coordinar con él itinerarios, y contenidos de los diálogos, y éste tiene
algún poder de veto sobre estos?
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¿Correspondía una coordinación de seguridad como la
determinada por el Subsecretario de Interior, y que debe rodear la actividad de
la Presidenta, en particular la de un viaje a una zona que ofrece
determinados niveles de riesgo?
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¿Cual es el nivel de riesgo que ofrecía el viaje a la
Araucanía teniendo en cuenta el activismo de determinados grupos mapuches, pero
también de empresarios y políticos derechistas locales y nacionales, y la
existencia de grupos paramilitares como los “Trizano”, o remanentes de las
escuadras de Patria y Libertad y los Comandos Rolando Matus, que actuaron en la
zona en la insurgencia contra el gobierno del presidente Salvador Allende, o de
los ex agentes de la Dina o CNI y otros servicios de inteligencia de la
dictadura de Pinochet, literalmente “emboscados” en la región?
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¿Que nivel de provocaciones estaban dispuestas por los grupos de camioneros,
propietarios agrícolas o de las bandas paramilitares de mujeres “de armas tomar” existentes en la región
ante la que era inminente visita de la presidenta, para el caso de que fuera
anunciada con bombos y platillos por la prensa?
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Otra pregunta: “¿Es
la rabieta de la DC, la amenaza de renuncia de Burgos y de salida del Gobierno,
la imposición de los “duros”, “guatones”
y “duques”, que buscarían llevar
las cosas a un rumbo de colisión en la
Nueva Mayoría, con el objetivo
estratégico de terminar su vigencia- es decir su participación, antes o al término del gobierno
Bachelet, con la amenaza-chantaje del “camino propio”, pretendiendo una
candidatura presidencial y abrirse a
nuevas perspectivas de alianzas, esta
vez con la centroderecha?
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¿La figura del Primer Ministro pasa de ser una “humorada” de
Ignacio Walker destinada a halagar a
Burgos, a ser un objetivo político
estratégico de la DC, parte de la
Reforma Constitucional, cambiando el
carácter de la institución presidencial?
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¿Fue la escenificación de esta crisis entre la autoridad y
facultades de la presidenta y el rol del
Ministro del Interior, un sainete o una prueba de fuerza, que evidencia una
crisis más profunda de la coalición gobernante?
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¿Pretende la DC
ejercer un rol hegemónico en el gobierno y en la Nueva Mayoría, en una especie de cogobierno, y
dejarle a la coalición un mero rol electoral auxiliar, con la amenaza o
chantaje de asumir un “camino propio”, o
cambiarse de bote en medio del río?
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¿Es la crisis desatada una expresión de una lucha interna en
la DC, destinada a defenestrar a su actual presidente, el senador Jorge
Pizarro, acusado por “los guatones” de ser demasiado condescendiente con la
Presidenta y la Nueva Mayoría?
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Veremos cómo responden estas interrogantes los hechos
futuros.
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