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miércoles, 27 de enero de 2016

“PONGÁMONOS SERIOS”: LA FRASE Y SUS BEMOLES
Por Hugo  Latorre Fuenzalida

 “En vez de atender a la verdad, los hombres se han ocupado de las cosas y de manipularlas” (Heidegger).
Se ha hecho una tradición entre los políticos chilenos de la ”inmovilidad” el usar la frase “Pongámonos  serios”, también “Hablemos en serio” o “seamos serios”.
Cada vez que usan esta frase, uno piensa que te van a  acallar con un argumento fiel al inmovilismo, tan fiel como una adicción a una droga paralizante como el curare.
Todo lo que proponga un cambio a la situación actual, es para esta gente, pura especulación populista, fantasiosidad o afiebramiento de gente poco ponderada, gente dislocada, gente descentrada, alocada, peregrina, aventurera, irresponsable; los ven como saltimbanquis, como bufones.
Esta parálisis del alma, que afecta a los políticos del sistema, es propia de las marmotas acoquinadas, criadas en un ambiente sin contradicciones manifiestas. El peligro de estos Moais de mirada fija y perdida, de estas Esfinges echadas en el desierto espiritual, milenariamente, radica en que el mundo no está ni puede detenerse,  por ser el hombre una criatura imperfecta e incompleta está obligado a cambiar permanentemente, como un nómade planetario y hasta cósmico, pues es un peregrino de infinitos sagrarios. Los mismos libros sagrados se lo ordenan: ”Id y conquistad la Tierra”. Y en eso hemos estado desde siempre. El problema radica en que se entendió mal el mensaje, pues la orden de conquista fue dada a toda la humanidad y para toda la humanidad; pero se entendió como que unos pocos deben conquistar a otros muchos, y desde Caín se viene dando esa persecución de los poderosos contra los débiles, la matanza de los armados contra los desarmados, la agresión de los desalmados contra los que cargan con su alma en pena.
Es inevitable que quienes son y permanecen desheredados de la Tierra buscarán siempre alcanzar esa conquista pendiente, esa promesa genérica de la creación. Esto es de lógica elemental, menos para quienes creen que las sociedades  son estamentales por gracia divina y proponen un “apartheid” eterno e inconmovible, una segregación entre los elegidos y  los apartados, en definitiva una sociedad de castas. Usted puede no creerlo pero aún hay sectas en nuestra cultura cristiana y occidental que creen y profesan esa fe como cosa juzgada desde los genes y desde lo sagrado.
Se creen los más aptos, esos de quienes habló Darwin y  que los individualistas  buscan resaltar, siendo, en todo caso,  el lado menos permanente de la fortaleza natural, de lo que también habló  ese  sabio, y que aquel Nazareno –que es mucho más  antiguo- logró captar, ante de los siglos sabiondos y liberales, señalando que la humanidad será cooperativa o se destruirá en sus fundamentos, por  aquello de que anida en nuestro cerebro la bestia primaria y satánica junto al altruismo celestial. Es decir que llevamos dentro el natural abusivo, represivo, tiránico y egoísta, que solo un esfuerzo de voluntad amorosa puede replegar en una lucha esclarecida y permanente de una cultura superior.
Por eso, cuando dicen que debemos hablar en serio, ponernos serios o ser serios, uno siente desplazarse un frio que rigidiza, porque esa seriedad de la muerte no puede conciliarse con la existencia de una sociedad joven, en pueblos que recién se forman. Es la seriedad exigida para no explotar de risa  por las cabriolas que da el estamento del poder, que de tanto intentar destacar sus cualidades no hace más que asomar el culo (frase del sabio Montaigne).
Esa frase inventada por la derecha y repetida en coro por los concertacionistas (no sé si por Lagos o Frei Ruiz Tagle, y ahora también Jorge Burgos) es la más sospechosa descalificación contra los que pretenden exponer una política distinta a esta política del “pensamiento único”. Es el desprecio mayor a todo lo que huela a cambiar los paradigmas de legitimación del sistema oligárquico: derecho de propiedad, subsidiariedad, concentración, exclusión, desintegración,  lucro, exenciones, especulación, prebendas, paraísos fiscales, prescindencia tributaria, etc.
Ellos piden seriedad, cuando lo que hacen es practicar y alentar la corrupción en todos los niveles; ellos piden seriedad cuando especulan con los dineros que ahorran los trabajadores; ellos piden seriedad cuando lucran abusiva y avariciosamente con dos derechos fundamentales como son la salud y la educación; ellos piden seriedad cuando se dejan comprar por los empresarios; ellos piden seriedad cuando violan flagrantemente y reiteradamente la Constitución; ellos piden seriedad cuando reconocen estafar al fisco para pagar sus cuentas electorales y las personales también.
Ellos piden seriedad cuando han hecho de este país un antro de delincuentes de cuello-corbata y uniforme; ellos piden seriedad cuando profitan de un sistema que creó y acrecienta día a día una desigualdad inmoral; ellos piden seriedad cuando han burlado la fe de un pueblo que confió en sus promesas; ellos piden seriedad cuando han dejado que los capitales internacionales  arrebaten una riqueza que pertenece a todos los chilenos, simplemente por arreglarse ellos mismos y sus familias; ellos piden seriedad cuando han entregado la riqueza del mar a 7 familias; ellos piden seriedad cuando instalan un sistema político basado en el lobby, el amiguismo, el clientelismo y el nepotismo.
¿Desean que todos seamos tan serios como lo son ellos?
Creo que es preferible practicar-como enseñaba Nietzsche- una política gaya (alegre, festiva), “auroral”, que mira con gratitud y novedad cada amanecer, cada desafío y cada problema. Porque esta seriedad que vivimos en Chile por tantos años, es la seriedad de los hipócritas, de los burladores y defraudadores……Y esa seriedad tiene cara de ser más bien una tomadura de pelo.
El tan denostado Maquiavelo advertía que “Para establecer un reino libre, se deben implementar leyes que guíen la conducta, tanto de los gobernantes como de los ciudadanos, evitando todos los medios de corrupción”.

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