RUPTURA EN MEDIO
ORIENTE, EXPLOSIÓN NUCLEAR EN EL LEJANO ORIENTE
Por Martín Poblete
La ejecución del líder chiíta Jeque Nimr al-Nimr, el 2 de enero recién pasado en el Reino de Arabia Saudita, introdujo un factor particularmente contencioso a la guerra civil de religión en el Islam; al-Nimr era un disidente, duro crítico de la Casa Real saudita particularmente de su relación con una de las ramas sunitas, la secta Wahabí, religión oficial del Reino. En el contexto saudita, al-Nimr podría haber sido considerado un opositor molesto con larga historia de activismo, en cierta manera hostil a la Monarquía saudita, pero ello no justificaba un castigo tan final como su muerte por ejecución.
En el marco lógico cartesiano de Talleyrand, algo en apariencia un crimen podía ser mas bien un error; la ejecución de al-Nimr es crimen y error a la vez, atiza la polarización sectaria de raíz religiosa favoreciendo a los grupos mas extremos y duros, poniendo el conflicto en su terreno. Peor aún, traslada la confrontación religioso-teológica en el Islam, al centro del conflicto de intereses nacionales entre el Reino de Arabia Saudita (sunita) y la República Islámica de Irán dónde domina la rama chiíta.
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La ruptura de relaciones diplomáticas con Irán por parte de Arabia Saudita no resuelve nada, por el contrario complica una situación ya difícil de rasgos confrontacionales, empujando a países sunitas alineados con los sauditas a romper sus relaciones diplomáticas con Irán, y a los iraníes a estimular el conflicto geopolítico y religioso en Yemen. en una peligrosa escalada de tensiones en pleno desarrollo, poniendo en juego fuerzas potencialmente incontrolables, amenazando con la guerra total en el Medio Oriente.
En la percepción desde Occidente, el Rey Salman bin Abdulaziz, apoyado en su hijo designado Príncipe Heredero, Mohammad bin Salman, luce dispuesto a tomar riesgos sin medir consecuencias. Estados Unidos parece inclinarse por promover contacto entre iraníes y sauditas. Francia y el Reino Unido trabajando con una diplomacia bilateral y China anuncia el envío de un diplomático de alto rango a visitar las dos capitales buscando forma de contener la escalada del conflicto.
Mientras se va cumpliendo aquel adagio: en el Medio Oriente, las cosas siempre pueden empeorar respecto a como estaban el día anterior, desde el Lejano Oriente llegan noticias todavía sin confirmar en toda su dimensión, de otra explosión de un artefacto nuclear en Corea del Norte. El régimen presidido por el impredecible gordito en Pyongyang, anuncia haber concluido exitosamente la prueba de una bomba termonuclear; desde Washington, Londres y Moscú, se duda la veracidad del anuncio. En el mundo científico se dice que no habría indicadores de una explosión de tales características, pensando en las bombas de hidrógeno probadas y fabricadas por ambas superpotencias durante la Guerra Fría.
El detectado sismo de 5.1 grados Richter, vinculado a la prueba y detonación de un artefacto nuclear, excede con mucho el potencial de bombas atómicas del tipo Hiroshima. En las especulaciones empezando a circular en los medios especializados, la explicación podría estar en el dominio por los científicos norcoreanos de las tecnologías de miniaturización.
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