DE LOS ACUERDOS DE PARÍS AL ACUERDO TRANS-PACÍFICO
Por Martín Poblete
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Con los primeros acuerdos cerramos el año pasado, en
medio de variadas tendencias favorables
a una mejor comprensión del cambio climático y sus numerosas implicancias. En un sondeo global de opinión ejecutado por
la Universidad del Estado de Pennsylvania (PennState) y el Pew Research Center,
en 40 países, 78% de los encuestados se
manifestaron a favor de limitar las
emisiones de gases contaminantes; en otra constatación igualmente importante,
la inmensa mayoría de los encuestados aprecia las energías renovables como
opciones reales, viables, no mas como
ejercicios de intelectuales y
científicos.
La ciencia, con ella
la evidencia científica demostrable y
verificable, se hacen cada vez mas fuertes, de la negación instintiva de hace
unas décadas se ha pasado al hacerse cargo de realidades innegables, empujando
cambios en el juego de percepciones de gobiernos, organizaciones
internacionales, diplomáticos y políticos.
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Quedan tareas importantes, se requiere iniciar el desfase con miras al
fin de la exploración y perforación del fondo marino (off shore drilling),
igual para la minería del carbón; reemplazar el uso del plástico en los envoltorios y empaquetados del
comercio detallista, junto con iniciar la limpieza de los océanos; desarrollar tecnologías para reducir la
polución en las industrias del cemento y siderúrgicas, ambas son necesarias en
el desarrollo de todas las fuentes de energía renovables. No será fácil caminar hacia una civilización menos contaminante, a
fines del 2015 el 85% de la energía la producían combustibles fósiles; en
opinión del Dr.John McArthur (Brookings Institution). "La cuestión es desarrollar matrices
energéticas bajas en carbono, capaces de apoyar el crecimiento con generación de
empleo y la prosperidad que todos quieren", apuntó.
Con el otro acuerdo, el Trans Pacific Partnership TPP,
estamos comenzando el nuevo año; poco sabemos de sus fundamentos, las
negociaciones fueron conducidas con excepcional secretismo, mas allá de la
razonable confidencialidad en los asuntos internacionales multilaterales. Sin perjuicio de la falta de información
sólida, algunas cuestiones se han filtrado haciendo posible advertir cambios
profundos al régimen regulatorio de la propiedad intelectual, y a su vinculación
con los intereses de la industria farmacéutica transnacional.
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Asimismo,
los capítulos relacionados con el nuevo régimen de inversiones vienen
con serios límites a las regulaciones
ambientales, de salud pública, y seguridad en los lugares de trabajo,
eventualmente debilitando la vigencia de los derechos económicos y
sociales; la imposición de limitaciones
pareciera extenderse a los flujos financieros, así como a las regulaciones
dando marco a las operaciones transnacionales de la banca, de los principales mercados de valores, y de las corredoras de
bolsas con los bancos de capital tangenciales, todo lo cual de hacerse efectivo
podría tener significativos impactos macroeconómicos.
El lenguaje es complejo, los tópicos variados, la redacción del TPP ha crecido hasta
alcanzar seis mil (6000) páginas, haciendo de la evaluación y discusión del
tema un asunto de especialistas. De
todas maneras, algunas ONGs americanas, australianas y neozelandesas, han hecho
un encomiable y excelente trabajo de síntesis
con el material puesto en
conocimiento del público, sacando el
máximo del mínimo disponible; ojalá nuestra Cancillería tenga acceso a esa
documentación, le corresponderá informar bien al Congreso, si queremos tener un
proceso responsable de ratificación.
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