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viernes, 7 de agosto de 2015

OPINIÓN DEL EDITOR-KRADIARIO


UNA POLÍTICA QUE NO TIENE NI PIES NI CABEZA

Por Walter Krohne


La política actual vigente en Chile no tiene ni pies ni cabeza. La nueva izquierda no ha cambiado y es la misma de antes que se ha unido con otro nombre para volver a juntar fuerzas y crear polos de poder que le permitan intentar cambios radicales en el país a pesar que en cada movimiento, por torpeza o errores de la misma coalición o pacto electoral, son anulados o distorsionados por la derecha. Es un poco "maquiavelista" en este sentido porque a la actual izquierda nada le importa frente a lo que tiene que vivir para lograr los objetivos de poder o en otras palabras, como se dice también, "el fin justifica los medios".  
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Esto lo observamos bien en la primera mitad del primer tiempo del actual gobierno de Bachelet, cuando utilizándose  la estrategia de Rodrigo Peñailillo que contemplaba hasta métodos verdaderamente siniestros para asegurarse el control de todos los rincones de La Moneda y de los Ministerios y servicios públicos,  dentro de lo que se conoce como la "utilización política" en extremo o a fondo, con el propósito concreto y determinado a largo plazo del "control total". De esta forma no hubo freno ni tampoco economías presupuestarias para extender la red de información en la forma más amplia y lejos posible, especialmente a través del G-90.
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Así se creó un ambiente basado fuertemente en la "presión y el muñequeo" y poniendo en práctica distintos planes para comenzar a aprobar leyes y más leyes frente a las cuales el Congreso Nacional no daba abasto, pero había que hacerlo para ir quemando etapas, considerando que cuatro años eran pocos para lograr un cambio radical en Chile, lo que indicaba que habría que continuar en el próximo período presidencial 2018-2022, sin saberse bien lo que podría ocurrir.
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Esto significaba terminar de raíz con todo tipo de problemas que le impidiera al equipo de Peñailillo seguir adelante con los planes políticos de largo plazo o que limitaran sus movimientos.
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Así fue como se le dieron instrucciones a Michel Jorratt, ex director del SII,  para que evitara querellarse contra la empresa SQM (asunto boletas truchas o falsas) porque se temía que un paso judicial en este sentido podría desvirtuar completamente los planes estratégicos del Gobierno y del reducido equipo en La Moneda, hasta ese momento de la más plena confianza de Bachelet. Si bien la renuncia de Jorratt se concretó después del cambio de Gabinete ocurrido en mayo, que incluyó la poco decorosa desvinculación de Peñailillo como también del titular de Hacienda Alberto Arenas y del portavoz Alvaro Elizalde. 
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A Jorratt se le pidió la renuncia también en mayo  a pesar que semanas antes, en abril, había sido confirmado en el cargo por la propia presidenta Bachelet, lo que se ha interpretado como "un borrón y cuenta nueva" y el interés de terminar definitivamente con la estrategia y estilo de Peñailillo en el Gobierno y en La Moneda, que causaron daño, eran peligrosos desde varios puntos de vista y también poco democráticos. Su salida fue un completo fracaso político, tanto para él en lo personal como también para el grupo de colaboradores y cercanos del que estaba rodeado.
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Jorratt fue claro al denunciar que "como director del SII tuve que resistir muchas presiones que de alguna u otra forma tenían que ver con el ejercicio de mis facultades. Yo resistí todas las presiones que provenían de simples intermediarios y traté de actuar siempre conforme a la ley, preservando el carácter técnico del SII", señaló Jorratt quien dejó en claro que él no habría tenido un contacto director con Peñailillo.

"Nunca supe cuál era la preocupación por SQM hasta que ocurrieron los hechos y me imagino que era por Asesorías y Negocios (la firma de Giorgio Martelli, el recaudador para campañas políticas); efectivamente hubo presiones que venían de ese lado", indicó. "Pude percibir entonces que los políticos tenían sus propias disputas, a veces incluso contra personas de su propio sector, y querían que el SII actuara en un sentido u otro para sus propios fines", sostuvo el ex alto funcionario. Martelli aparece como un histórico operador PPD que trabajó como recaudador en campañas políticas, principalmente para Eduardo Frei y para la primera elección de Michelle Bachelet.

Pero en los diversos episodios estratégicos de este tiempo originados en La Moneda, debe anotarse también el del fiscal de la  Zona Metropolitana Oriente, Alberto Ayala, quien es acusado o sospechoso, al menos, de filtración de información confidencial, lo que tiene una sanción penal. El deberá dar cuenta ahora, en el marco de una investigación, todo lo que transmitió más allá de la Fiscalía a sus amigos políticos, como Peñailillo, información que igualmente  habría llegado al despacho privado de éste en el Palacio de Gobierno. Las motivaciones de Ayala eran políticas por su interés de querer  convertirse en el próximo Fiscal Nacional, cargo que dejará vacante en algunos días o semanas el actual fiscal Sabas Chahuán, cuando termine su periodo.
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Pruebas habría suficientes, se asegura en el Ministerio Público, como es la  declaración de Cristián Vargas, ex subdirector jurídico del SII ante la fiscal Carmen Gloria Segura, que fue filtrada. Todo esto indica también que muy pronto volverá a pasar por la Fiscalía Nacional Rodrigo Peñailillo para explicar su papel y el de otros personeros en las filtraciones de Ayala.

Esta semana,  tras la celebración de un rimbombante cónclave del Gobierno y de los partidos de la Nueva Mayoría se dio comienzo oficialmente a la segunda etapa de la gestión Bachelet II. En 5 horas se pretendió hacer un mea culpa por las "metidas de pata" y presentar un plan acotado para lo que queda de este período presidencial. En 40 minutos de discurso, Bachelet dejó planteadas las líneas generales y centrales de la nueva imagen "Todos x Chile" sin presentar al final cambios concretos y substanciales. 
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Es decir, el resultado de un encuentro muy superficial y eminentemente político y de poder, indica que todo seguirá igual pero con muchos más problemas que antes y con mayores discrepancias entre los actores de la coalición. Ya no se trata de ofrecer a un pueblo cansado de vivir al tres y al cuatro por carecer de soluciones para los problemas reales de la gente. El Gobierno debería haber aprovechado este "recomienzo" para ir a fondo de los problemas y no pretender realizar grandes proyectos de reforma que no calzan en la actual situación y estructura del país. Sólo dos ejemplos: la criminalidad y el desastre de la salud. Sobre el primero se planteó una solución a través de "una agenda corta" que en realidad no la entiende nadie, porque si fuera tan simple el problema de la criminalidad, éste debería ser ya un tema superado y del pasado, pero no lo es, cada día es peor.
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Igual con el tema de la salud que, sólo en cuanto al precio de los medicamentos, no hay solución porque en Chile los laboratorios no tienen ningún control del estado ni menos del Gobierno de turno. ¿Cómo es posible que un medicamento cueste ocho veces más en Chile que en países vecinos como Argentina? Hablo del Neo Sintrom (un anticoagulante) que, como ejemplo, en Chile vale entre 18.000 y 24.000 pesos contra 3.000 pesos que cuesta en Mendoza (del mismo laboratorio, la misma cantidad de pastillas y el mismo envase o caja). Para todo esto, también en la aplicación de la gratuidad en la educación superior, se requieren ideas y mucho liderazgo, dos atributos de los que los políticos chilenos carecen.

Es por eso, como dijimos al comienzo, la política en Chile "no tiene ni pies ni cabeza", no sólo porque sea una mala política, sino porque nadie la entiende. 

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