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viernes, 6 de marzo de 2015

INTERNACIONAL-KRADIARIO

ISRAEL Y LA CUESTIÓN NUCLEAR IRANÍ
Por Martín Poblete

Hablando ante una sesión conjunta del Congreso de los Estados Unidos el martes  el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu  se despachó una doble simultánea, la primera en el mismo Washington de cara  al "establishment" político americano, la segunda vía medios electrónicos en Tel Aviv ante los políticos y opinión pública israelíes a dos semanas de elecciones generales.  

No dijo nada nuevo, pero el estilo y el lenguaje fueron interpretados como alineando su persona y su gobierno con la nueva mayoría republicana en  ambas Cámaras del Congreso,  a la vez de plantear un desafío a la política del Presidente Barack Obama respecto de Irán, y del Medio Oriente en su conjunto.

Las reacciones fueron variadas.  En Israel,  Isaac Herzog líder de la oposición,  afirmó que nada había cambiado en el panorama electoral, la elección sigue siendo percibida muy estrecha y sin pronóstico sólido.   En Nueva York, el embajador iraní ante las Naciones Unidas entregó una réplica sumamente puntuda, prestando gran atención al detalle y sin olvidarse de los palestinos en los territorios ocupados.

Lo sustancial de un largo discurso estaría en dos afirmaciones:  en la visión israelí entregada por Netanyahu, Irán es parte del problema y no de la solución; en esa misma línea, el objetivo de toda negociación con Irán debiera ser terminar con su programa nuclear en lugar de pretender negociarlo y limitarlo.  Este argumento,  presentado con gran destreza retórica por Netanyahu hablando claro y preciso inglés,   margina un asunto fundamental:  no es posible terminar con el programa nuclear iraní, los científicos iraníes han logrado amaestrar el ciclo completo de investigación y desarrollo, resultado de mas de cuarenta años de trabajo iniciado en tiempos del Shah.

El enfoque de Israel tal cual fuera entregado por su Primer Ministro ignora, o quiere ignorar, una realidad básica, cuando se llega al punto cuando es posible separar los componentes enriqueciendo uranio y aislando el plutonio, la construcción de armas nucleares tipo Hiroshima es un asunto de finanzas, asignación de recursos públicos, y decisión política.

Queda, por cierto, la  otra opción, ir a la guerra, dejada siempre implícita en el enfoque israelí, y en el de algunos especialistas americanos y británicos.

Un eventual ataque israelí a Irán sería una operación de gran complejidad, la Fuerza Aérea israelí tiene alrededor de 125 aviones de combate entre F15 y F16 debiendo usarlos en su totalidad,  la distancia excede largo el radio de alcance de esos aviones, exigiendo reabastecimiento en el aire en dos oportunidades, y la complicidad de Jordania y Arabia Saudita para dejar usar su espacio aéreo.
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La operación sería iniciada por aviones equipados con instrumental electrónico para bloquear los radares iraníes, seguido de un primer ataque a las defensas antiaéreas y luego un segundo ataque dirigido a destruir los blancos mismos.   Todo lo anterior presume una cierta ineptitud defensiva de los iraníes sin base alguna para presumirla;  sin ser de última generación, las defensas antiaéreas iraníes tampoco son antiguas, fueron diseñadas en la entonces Unión Soviética precisamente para repeler un ataque de F15 y F16 americanos peleando una hipotética tercera guerra mundial en los cielos de Europa.

La totalidad de las instalaciones dedicadas al enriquecimiento de uranio y procesamiento de plutonio en Irán, incluyendo uno de los cuatro reactores de agua  pesada, son subterráneas, con diversos grados de protección. Solamente los Estados Unidos poseen el tipo de bombas de penetración profunda  -bunker busters-  capaces de llegar a instalaciones subterráneas y destruirlas, así como los aviones capaces de transportarlas.

Irán posee cinco reactores construídos en superficie y por tanto vulnerables; tres son reactores pesados, uno en los suburbios de Tehran data de tiempos del Shah, los otros en las ciudades de Natanz y Malaver;  dos son reactores ligeros en centrales eléctricas  cerca del Golfo Pérsico.   No hay precedentes para  proyectar las consecuencias de la eventual destrucción  mediante bombardeos de centrales nucleares en operación, en Hiroshima y Nagasaki no había instalaciones nucleares,  entraría en juego el principio de la incertidumbre de Werner Heisenberg.

Comparado con la hipérbole israelí, el Presidente Obama luce mucho mas acertado y bien centrado en la realidad con su política de buscar acuerdos mediante negociaciones, buscando limitar los programas de investigación y desarrollo nuclear de Iran, reodeándolos de un sistema de supervisión intrusiva ligado al levantamiento gradual y parcial de las sanciones.   

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