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miércoles, 3 de septiembre de 2014

S0CIEDAD

La columna del periodista Fernández


HUELGA… EN EL CLUB DE LA UNIÓN


Por Enrique Fernández

Los automovilistas y transeúntes que al mediodía del martes pasaban por la Alameda no lo podían creer: Una veintena de huelguistas, con pancartas, banderas y sonoras cornetas, protestaban cual juveniles manifestantes frente a las puertas del aristocrático Club de la Unión.
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- ¡Quién lo hubiera imaginado! –murmuró un peatón de la Tercera Edad, mientras apuraba el paso, no fuera cosa que llegaran los carabineros a restablecer el orden.

- ¿Qué es lo que le sorprende tanto, señor? –preguntó uno de los trabajadores.
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- Es que no me cabe en la cabeza que estén en huelga y armando este boche. Si ustedes son funcionarios de este club…  el Club de la Unión… ¡un monumento nacional! –insistió el adulto mayor.
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Lo mismo deben haber pensado desde el Más Allá los viejos líderes conservadores o “pelucones” que fundaron tan exclusiva institución el 8 de julio de 1864, hace 150 años. Su propósito era reunir a los hombres más preclaros de la sociedad chilena, para “guiar sus destinos por una senda de prosperidad y progreso”, como diría más de un siglo después un general que quiso congraciarse con ellos.
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Los políticos, diplomáticos y empresarios que figuran en la historia del club también aparecen en los nombres de algunas calles que a usted le resultarán familiares. Entre ellos, su primer presidente Manuel José Irarrázabal, Luis Cousiño, Luis Barros Borgoño, Mariano Sánchez Fontecilla, Alvaro Covarrubias, Gustavo Ross y Manuel Antonio Matta, cuando los miembros del Partido Radical también fueron admitidos como socios a fines del siglo XIX, pese al ceño fruncido de los miembros más antiguos.
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El edificio de la Alameda donde hoy funciona el club tiene un imponente estilo francés y una superficie de 18.000 metros cuadrados distribuidos en seis plantas, incluido un subterráneo. Una superficie equivalente a casi la mitad del triángulo de la frontera norte que Perú reclama como suyo. La lujosa sede fue construida entre 1917 y 1925 sobre un proyecto del arquitecto Alberto Cruz Montt.  Posee elegantes salones, un restorán, un bar, sala de juegos,  biblioteca, peluquería , gimnasio, sauna y piscina temperada.
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Todo ello atendido por gentiles garzones y atentos interlocutores que hoy permanecen en huelga legal, como cualquier asalariado en tiempos de conflicto.
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¿Quiénes pueden ingresar a los registros del Club de la Unión? Hasta hace ocho años era un “Club de Tobi”, absolutamente vedado para las mujeres.  Pero en 2006, quizás porque Chile tenía por primera vez una Presidenta, abrió sus puertas a la presencia femenina. Hoy, contagiado por la modernidad, tiene una página web desde donde sus autoridades invitan a conocer la institución. Y si usted quiere hacerse socio considere el pago de una cuota inicial de 22 unidades de fomento o 530.000 pesos, al día de hoy. Las cuotas mensuales vendrán después.
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Para que se entusiasme, la página web entrega esta descripción de la entrada del edificio:

“Al subir por la escalera de mármol de Carrara del acceso principal se percibe toda la Historia de este verdadero y majestuoso palacio. Del Hall Central, se distribuyen una infinidad de recintos decorados con elegancia  y armonía.  El mobiliario de época y la multitud de obras de los más destacados artistas chilenos tales como esculturas, pinturas y gobelinos, le dan al Club de la Unión una dimensión que maravilla al visitante por su singular belleza”.
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¿Alguna duda?
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Los casi 100 trabajadores en huelga sí tienen dudas… y quejas. Acusan a sus empleadores de guardar silencio frente a sus peticiones: un aumento de alrededor de 50.000 pesos mensuales para cada funcionario, ropa adecuada de trabajo y cursos de capacitación.  Pero además, por muy aristócratas que sean sus patrones, ellos quieren ser tratados “de igual a igual”.
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“Aceptamos sentarnos a las mesas de negociación solo y en cuanto se nos respete nuestra condición de iguales, de pares en el debate y en la consideración ponderada de nuestras peticiones. En caso contrario, llamamos a nuestra comunidad de trabajadores a permanecer alertas ante la eventualidad  de ejercer los derechos extremos que garantizan el Código del Trabajo y la Constitución Política de la República”, advierten los sindicatos 1 y 2 del Club de la Unión.
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- ¡Quién lo hubiera imaginado –repetía el sorprendido caballero mientras se alejaba de los bulliciosos manifestantes antes que llegara la policía.

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