kradiario.cl

viernes, 26 de septiembre de 2014

SOCIEDAD: RADIOGRAFÍA DEL CHILENO
LA INDECENCIA MORAL DE CHILE
Por Hugo Latorre Fuenzalida

El poeta Rojas decía-cuando se  lo preguntaban: “Chile es un país mierdoso”; los argentinos y peruanos-también ahora los bolivianos-, nos califican de país de hipócritas; los extranjeros de más lejos nos encuentran “reverenciales” y poco sinceros….Y los de más lejos todavía ni siquiera se atreven a calificarnos, de lo puro insignificantes y desconocidos que somos.
.
Pero cualquiera que haga un mínimo chequeo de nuestro acontecer diario, podrá rápidamente darse una idea de lo que nos acontece como sociedad.
.
El individualismo se ha transformado  en nuestro yo interior más destacado. Pero el individualismo es la negación del ser persona, pues el individuo se mantiene en sus propios límites, mientras que la persona se abre a su entorno. Nuestro individualismo nos mantiene existiendo hasta el límite de nuestros zapatos, condición a la que los griegos daban el calificativo de “idiota”.
.
El hedonismo, acompaña al individualismo como la mano siniestra a la diestra. Queremos parecer antes que ser. Las máscaras nos cubren un rostro que nos pena; los objetos que nos rodean, suplen nuestras cojeras con pretenciosa ridiculez.
.
El exitismo es otra de nuestras características distintivas; pero como los recursos se reparten de manera extremosamente desigual, el éxito que se mide sólo por el rasero económico, frustra a la gran mayoría, lo que nos hace ser una sociedad  de……
.
Envidiosos, cosa que caracteriza a las clases llamadas “aspiracionales”, porque las clases pobres ni siquiera tienen ya aspiraciones económicas y tampoco sociales; lo que les hace vivir es un………….
.
Odio enguerrillado, que se viene imponiendo en una juventud que en un 38% vive sin estudiar ni trabajar en la periferia de las grandes ciudades del país, esperando que los enrole el narcotráfico o
Ladrones, que existen de alto y bajo pelaje, porque aquí roba el que tiene mucho, que además roba en grande, y el que roba de a poquito; los últimos cuando los pillan van a parar al “chucho”, siempre que no alcancen la puerta giratoria, mientras que a los primeros, cuando los sorprenden (cosa que acontece rara vez), los mandan a hacer cursos de ética.
.
Por eso es que somos un país “mierdoso”, porque hemos perdido lo poco que habíamos acumulado de decencia en nuestros 170 años de vida republicana. La dictadura nos hizo venerar al corrupto, al ladrón y al opresor; el retorno a la democracia nos hizo elegir reiterativamente al inepto, al traidor y al cobarde, avalando con nuestro voto su arribismo y su rastrera mediocridad.
.
Somos “mierdosos” porque hace mucho que no surge nada que se parezca a la grandeza. La avaricia de los ricos y su militante violencia se hermanan para pisotear todo intento de reivindicación. Su condición exclusiva  y excluyente de plutócratas hace miserable su visión de las cosas, emponzoñando todo cuanto tocan.
.
Las masas se hacen informes, manipulables, decadentes, pasotistas y consumistas. Son irresponsables e indolentes, no tienen referentes y se hacen proclives a la corrupción, como lo delata el flujo creciente de drogas, alcohol, violencia y muerte, que va ganando terreno en las poblaciones marginales de Chile. No son las mismas masas que inspiraron “Pobres gentes” de Dostoievski; tampoco alcanzan la rebelión organizada de “Los endemoniados”, del mismo gran escritor y profeta ruso. Tampoco las alcanzó a adivinar Ortega y Gasset en su “Rebelión de las Masas”. No llegan a ser ni rebeldes ni levantiscos, pues son simplemente alienados y enajenados; son gentes manipuladas, como esa “chusma inconsciente” de la que alardeaba el Alessandri primero y discursiador.
.
Eso da razón a los “mierdosos” plutócratas para pretender vivir en ghettos, separados en clubes, urbanizaciones cerradas y playas exclusivas. Apartando la vista de ese infierno que ellos mismos han creado, pero del que en nada quieren participar, como realistas posmodernos, sujetos a la ética insolidaria de los afortunados pero miedosos; de los que se defienden con mano ajena, de los que no dan la cara, de esos que una vez  inspiraron “La Náusea” de Sartre, de esos que lavan los crímenes de sus mimados hijos  estirando un billete de corrupción y desvergüenza, como ya lo graficaba espléndidamente el policía y escritor venezolano Fermín Marmol León, en su libro- denuncia ”Cuatro crímenes, cuatro poderes”.
.
Lo cierto es que en esta menesterosidad ética o en esta “mierdosa” realidad, no nos queda más alternativa que perecer o redescubrirnos titánicamente, como bien apuntaba Félix Schwartzmann en su obra “El libro de las revoluciones”.
.
Porque, “perecer” significa desaparecer por incompetencia moral, es decir disolverse en una “anomia” (disolución de todo ánimo, capacidad y voluntad), y corromperse como cadáver digerido por una fauna depredadora pero competente en su función de vitalidad destructiva.
.
“Redescubrirse”, en cambio, es ser capaz de entender  y comprender los resortes de la dominación   incompetente y dar, a tiempo, el salto cualitativo que permite abrir para ventilar y luego derribar las trampas del sistema, montado, como ha quedado en evidencia, sobre una perseverante fabulación teórica inexistente, y contradicha por la realidad y sus evidencias.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario