RETROEXCAVADORA NEOLIBERAL
Por Wilson Tapia Villalobos (*)
Por Wilson Tapia Villalobos (*)
Pareciera innecesario recordarlo, pero en el mundo en que
vivimos más vale asegurarse
Alguna vez, Mao Zedong (1893 - 1976) lanzó una frase que se
hizo famosa: "La tarea central y la forma más alta de toda revolución es
la toma del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del
problema por medio de la guerra. Este principio marxista-leninista de la
revolución tiene validez universal, tanto en China como en los demás países. La
guerra sólo se puede abolir mediante la guerra. Para acabar con los fusiles, se
debe empuñar el fusil.
Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad: El
Poder nace del fusil". Eran otros tiempos, pero la realidad que llevó a
Mao a exponer su tesis, ha cambiado poco. Si tiene dudas, mire a Siria, a
Israel, a la Franja de Gaza, a Libia, a Nigeria, a Afganistán, a Pakistán, a
Irak, a Somalia. Y el poder sigue siendo el Poder. Aunque se lo quiera
maquillar con una cara sólo económica, que puede ser menos mortal en lo
inmediato, pero que lleva al mismo fin que las guerras cruentas. Si también le
asaltan dudas, consulte en la Organización Mundial de la Salud (OMS) y mire las
cifras de muerte por inanición en las zonas más pobres del mundo.....que no son
pequeñas y que cobijan a gran parte de la población mundial.
Pero en los países civilizados hemos superado esos
desplantes revolucionarios de Mao. En Chile, como en buena parte de las
naciones occidentales, los comunistas han dejado las armas. Y en varios, hasta
las ideas de la revolución. En tiempos de Mao, y en épocas incluso más
recientes, decirle a un comunista que era reformista resultaba un insulto
intolerable. Las cosas han cambiado, sin duda. Pero en esta materia, la palabra
la tienen los comunistas y sus ajustes ideológicos. Lo concreto es que aquí
forman parte de una coalición cuya matriz ideológica es variopinta y. muchas
veces, más bien cargada al color pardo del gato aquel -más propiamente, el
leopardo jaspeado.
Ese es el problema de los comunistas. Y, en cierta medida,
de los integrantes del esmirriado Partido Radical Social Demócrata. Pero en
este último caso, las adecuaciones políticas han acompañado históricamente a
sus referentes.
.
Hoy pareciera que todos coinciden en que la gente tiene más
voz. Y hasta es posible que así sea. Pero tener voz no significa tener más
poder, ni tampoco ser más escuchado. Simplemente es el reconocimiento de que la
calle puede presionar a través de movimientos sociales. Y estos se benefician
de algunos adelantos tecnológicos, básicamente ubicados en la informática.
¿Pero cuáles es el real peso que tiene la ciudadanía?
Pareciera que mucho. Sin embargo, ello no significa que las
autoridades que elije luchen denodadamente por beneficiarla. Más bien se podría
interpretar que la ciudadanía se guía por lo que plantean los medios de
comunicación y éstos -nuevamente hay que decirlo- obedecen a quienes manejan el
poder. Si así no fuera ¿es concebible que la alcaldesa de Santiago intente
institucionalizar la toma de colegios? ¿Y que quienes las realizan las
suspendan porque llegó el período de vacaciones? Que se sepa, la toma de una
fábrica de productos físicos o intelectuales, es una medida de fuerza destinada
a lograr ciertos objetivos. Y se llega a ella porque los otros caminos han
fracasado. Por lo tanto, no se la puede institucionalizar, ni suspender porque
hay vacaciones.
Carolina Tohá no lo entiende así. Y en una posición similar
están los estudiantes. Hay que reconocer, sin embargo, que el gran argumento de
la señora Tohá se afinca en la expresión democrática del apoyo del
estudiantado. Pero es un argumento falaz, que sólo demuestra que la democracia
no es perfecta ni aplicable a todo trance.
Pero todo esto obedece a algo que va más allá de la
alcaldesa, de los alumnos, de los comunistas u otros integrantes de la
coalición de Gobierno, la Nueva Mayoría. Es una forma de realismo político,
aunque se lo suele mostrar como un estadio superior. Como un avance
institucional para una democracia que fue creada por una dictadura.
Y en este punto me asiste la tentación de darle la razón al
presidente del Partido Por la Democracia (PPD), Jaime Quintana, cuando habló de
la necesidad de aplicar una retroexcavadora para terminar con cualquier
vestigio del neoliberalismo en Chile (lo repitió ayer lunes en una entrevista televisiva) (**). Él trataba, así, de fundamentar la
necesidad de reformas que ofreció la presidenta Michelle Bachelet en su campaña
electoral. Rápidamente se le silenció. Y él, tal vez porque sólo fue una frase
publicitaria, se desdijo de manera políticamente correcta. Al interior de la
Nueva Mayoría, la frase dejó heridas. Sobre todos entre democratacristianos y
algunos socialistas, como Camilo Escalona. Ellos preferían seguir ocupando la
democracia de los acuerdos.
Una manera algo más sofisticada de poner en práctica aquella
frase del ex presidente Aylwin de hacer las reformas en la medida de lo
posible. En otros términos, no hacer nada que pudiera incomodar seriamente al
poder. Así es como ha terminado la Reforma Tributaria. Los comunistas están
molestos, pero seguirán donde están. Y la presidenta Bachelet continuará
gobernando por los surcos que marque la retroexcavadora neoliberal que impuso
la democracia que hoy ostenta Chile.
(*) Periodista y profesor universitario
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