LAS MIGAJAS DE LA TORTA
Por Roberto Fantuzzi
¿Quién será el gasfiter de la Reforma Tributaria?
.
El debate en torno al sueldo mínimo es un tema que desde
hace décadas ha generado diversas posturas. Pues no es novedad que año tras
año, la discusión sobre el monto mínimo establecido legalmente, traiga consigo
diversas reacciones desde los diferentes actores sociales involucrados, quienes
finalmente salen desgastados de este conflicto.
Y es que la polémica sobre este tema parece ser la
construcción de una película con nulas variaciones en sus guiones, en la que el
ser humano permanentemente vive en función de lo que gana, pues en ninguna
escena podemos percibir a éste de forma integral. Quizás en ocasiones notaremos
algunos cambios, pero el desenlace siempre es el mismo. Se establece una
cantidad monetaria que seguramente es importante para la sustentación básica
del ser humano, pero que claramente, no le permite vivir con dignidad.
Hoy tenemos el concepto errado de lo que es justo para
nuestros trabajadores, me parece inconcebible que en nuestro país existan
contrastes sociales tan marcados.
Del mismo modo, creo que hay un gran nivel de incongruencia
cuando las autoridades manifiestan que en 2020 ingresaremos a la nómina de
países desarrollados. De acuerdo a esto yo me pregunto ¿tenemos claro cuál es
el salario mínimo en estos países? En Alemania – por ejemplo- el mínimo
establecido sextuplica al de nuestro país, lo que equivale a un millón
trescientos cincuenta mil pesos chilenos. Si bien es cierto que hay una serie
de indicadores que no nos permiten compararnos de manera pareja con otras
economías, creo que este monto es una arista relevante a considerar para medir
nuestro desarrollo.
Ante lo mencionado, muchos pensarán que no se puede hacer
este tipo de balances, pero una de las causas de mayor discrepancia ante este
asunto, es la relación que se genera entre los que ganan menos con los que
ganan más, pues entonces ¿cómo justificamos que la dieta parlamentaria sea
veinte veces mayor a la remuneración mínima en nuestro país?
¿Cómo justificamos que en 10 años el sueldo mínimo en Chile
haya aumentado $53.086 pesos, mientras que la dieta parlamentaria se acrecentó
en $1.986.517 desde 2004 a la fecha?
Estas cifras son un referente que nos hace dudar de qué tan
justos estamos siendo con los trabajadores de nuestro país. Frente a estas
disimilitudes, sólo quienes forman parte de la denominada “bancada estudiantil”
– Gabriel Boric y Giorgio Jackson- han alzado la voz con la finalidad de
equiparar esta situación.
A modo de ejemplo ante las diferentes posturas que se han
expresado en torno a esta polémica, cabe destacar la posición de monseñor
Alejandro Goic, quien en 2007, manifestaba que el sueldo mínimo se debía
transformar en un sueldo ético, cifrándolo en 250 mil pesos. Si este monto lo
sentamos en el presente, ese “sueldo ético” bordearía los 315 mil pesos. Sin
duda un monto bastante más aceptable que el acordado recientemente por la CUT y
el Gobierno, 225 mil pesos.
Frente a esta discusión, no podemos dejar de lado un término
que define y envuelve en totalidad esta discusión: Justicia. Y es que en el
fondo lo que los trabajadores quieren es un sueldo más justo. No es posible que
sigan aumentando las brechas sociales y la distribución de ingresos se centre
en el porcentaje mínimo de la población.
El Padre Alberto Hurtado definía claramente su postura con
respecto al tema señalando, “La justicia es una virtud fundamental, pero
impopular, es que hay muchos que están dispuestos a hacer la caridad pero no se
resignan a cumplir con la justicia, están dispuestos a dar limosnas, pero no a
pagar el salario justo”.
Estas palabras son el fiel reflejo de nuestra tarea en este
ámbito, la que sin duda debe estar de la mano con la necesidad de formar una
sociedad más equitativa, más justa, que permita a los trabajadores una vida
digna en salud, vivienda, educación, etc., pues finalmente quienes forman parte
de los sectores más vulnerables de nuestro país se comen las migajas de una
torta que al parecer, está bastante buena.
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