EL PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN
.
Por Hugo Latorre Fuenzalida
El tiempo abstracto de los filósofos antiguos desapareció y
queda sólo el tiempo como cambio en la modernidad, y eso conforma desde hace
unos siglos, la única realidad.
.
Para Espinoza el tiempo era una apariencia confusa, sólo se
podía medir en función de la eternidad; igual para Kierkegaard, con la
diferencia que se mide el tiempo en base a la totalidad que impone la fe
religiosa. Para Kant, el tiempo no corre para el hombre, desde la perspectiva
de su “Estética moral”; para él, frente al tiempo no somos causados, pues somos
“cosas en sí”, lo que nos deja libres frente al tiempo. Para Descarte, lo que
cuenta del tiempo es “el instante”, pues es en el instante donde la
esencia deriva y produce la existencia.
Desde la instantánea intuición del “pienso”
surge la existencia (luego existo).
.
Es decir que desde la intuición acerca del conocer hasta
la autonomía estética y moral de Kant,
se introduce el manejo del hombre sobre el tiempo y el espacio, definiendo lo
moderno como la voluntad para el cambio, para la construcción del espacio en el
tiempo, para establecer nuevas formas en menos tiempo, para buscarle los atajos
a la naturaleza hasta dominarla y esclavizarla (Fausto de Goethe), lo que
define Hegel como “la astucia técnica”, una de las tres cualidades del hombre
que forman el espíritu (discursos de Jena).
.
Pero desde Platón en adelante, se afirma la necesidad del
tiempo para poder establecer el principio de contradicción, que en una de sus
formas parece afirmar que dos proposiciones contradictorias no pueden ser ambas
verdaderas al mismo tiempo.
.
Pero, acá, en el Chile de “los acuerdos”, sucede que sí se
pueden conciliar las contradicciones en un armonioso coser y bordar. Lo curioso
es que uno y otro de los que realizan estos mentados acuerdos, señalan que no ha cedido ni un
ápice del cuerpo programático que defiende cada cual, siempre de manera
irrestricta y categórica. Para lograr estos prodigios deberían oficiar de
Houdini de la política, hábiles al escapismo por rendijas invisibles al ojo
común y corriente. Porque no es posible confrontar los dos programas de
gobierno y acordar la unión del aceite con el vinagre, a menos que sea en un
emulsionado turbio, pero exhibible como cristalino elixir de amor y fraternidad
universal.
.
“Cuando se gana con la derecha……”, decía don Radomiro….. Y
nosotros ya sabemos, por propia experiencia, quién gana. Bueno, ya sabemos que la derecha inventó unas
encuestas basadas en información precaria, parcial y alevosa, lo que terminó
por espantar al medroso ánimo (hipotimia) de la vieja y trajinada Concertación
y les llevó a claudicar una vez más, cosa que anunciábamos antes de comenzar el
actual gobierno, pues sabíamos del color de las plumas de estos gallinazos.
.
Para hacer cambios de la magnitud propuesta, se debe tener
convicción ¡Y no la tienen!
.
Eso quedó demostrado con la compensación tributaria a las
rentas más altas, que se les rebaja el impuesto en 5 puntos, lo que neutraliza
de una vez el alza a los impuestos de Primera Categoría; y eso es así,
simplemente porque están ligados en un solo paquete. También se corrige la
eliminación del FUT con la lógica de hacerlo sólo parcial y discriminado en
ciertas áreas de inversión, como si existiera en el sistema la capacidad de regular
o controlar las mil argucias con que cuentan nuestros magos tributarios para
evadir los tributos de antes y del futuro.
.
Cuando la derecha empresarial sonríe y se ufana de ser padre
de la criatura, es porque ya metieron el gol; es porque saben que ya cuentan
con los recursos para evadir, eludir y estafar al fisco de manera gozosa y
fluida.
.
¿O usted es de los que cree que la derecha ha cedido alguna
vez un peso sin rescatar cuatro?
La reforma tributaria de Foxley no la pagaron los
empresarios: la pagó el trabajador, pues lo que subieron en impuestos de
primera categoría, fue habilitado para ser eludido en los diversos instrumentos
de excepción y de incentivo. Al empresariado no le costó un centavo….eso
explica que no haya habido distribución del ingreso en esos 20 años, sino, por
el contrario, más sólidos mecanismos de
engorda para las arcas plutocráticas.
.
Ahora que la derecha sonríe nuevamente y retorna la vieja
política de los consensos, podemos descansar en paz, pues ha triunfado la
escuela Eleata de Parménides, Zenón y compañía, donde todo permanece
inconmovible hasta la eternidad. Los
seguidores de Heráclito, del cambio, los precursores de la modernidad,
pueden llorar su fracaso, pues los contrarios se reunirán en una síntesis
exaltada de los triunfadores, que necesariamente es la de los mismos, aunque
vestidos de ropaje distinto, como ropero de teatro, tal cual lo pronosticaba
Nietzsche, acerca de los cultores de la historia, la que puede ser revisitado,
pero a la que no se le puede pedir cambios, pues no hay verdades, sólo
representaciones; ya no hay grandes tragedias, sino puro simulacro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario