LA UNIDAD ES IRREMPLAZABLE
Por Camilo Escalona
De los hechos políticos de los días recientes, lo más
probable, es que la imagen que haya quedado sea la de ásperas controversias
entre los diferentes integrantes del bloque político de la Nueva Mayoría,
además, lo más seguro es que ellas pertenezcan a ese tipo de materias de la
exclusiva atención de las fuerzas partidistas que se ven involucradas en tales
desavenencias.
No cabe duda que es del más alto interés de los propios
protagonistas que este ensimismamiento en temas del propósito proselitista de
cada uno sea prontamente reencauzado, con vistas a reponer y revigorizar la
acción común y las tareas de gobierno de las figuras y formaciones políticas
participantes.
Los Partidos deben sobreponerse a las distancias que los
separan y reagruparse en la labor de hacer viables las reformas que la sociedad
respalda y espera.
La democracia chilena, a través del bloque de la Nueva
Mayoría, ha contraído un compromiso de reformas estructurales que encaren
decididamente la desigualdad en nuestro país que, sólo son posibles de
realizar, con una mayoría nacional que las haga realidad. Sin esa mayoría las
reformas sencillamente no son alcanzables.
Esta es la razón que determina que la unidad es
irreemplazable, un actor que se reste y la mayoría deja de ser tal.
En consecuencia, ninguna fuerza debiese subvalorar a otra u
otras de las partes, así como, ninguno debiese especular con su propia y
esencial contribución a la causa común. En la reciprocidad y el respeto mutuo
radica la clave del entendimiento.
Esa mentalidad permite valorar la diversidad y no menoscabar
los puntos de vista en que se expresen las divergencias, inevitables frente a
transformaciones de tanto alcance y trascendencia para Chile.
Todos las fuerzas son necesarias. Nadie puede asumirse en un
rol de “partido patrón”, pues ello simplemente haría imposible la permanencia a
largo plazo del bloque gubernamental. En tal sentido, los chovinismos
partidarios, es decir, el exclusivo celo por la camiseta de cada cual puede ser
muy útil para la conformidad de la militancia propia, pero severamente riesgoso
para la enorme responsabilidad de gobernar el país y sacar las reformas
adelante.
La tarea de gobernar es por su esencia y naturaleza un
esfuerzo de alcance nacional, que realizada en democracia tiene fronteras, pues
el poder no es ilimitado y con el no se puede hacer cualquier cosa. Los críticos
hacia una actitud de diálogo parecen olvidar esta condición básica de la
comunidad democrática de la que formamos parte.
De manera que todo esfuerzo por la unidad y el entendimiento,
bienvenido sea. Esa voluntad hará posible las reformas estructurales y
posibilitará el fortalecimiento de la estabilidad democrática en Chile.
La Nueva Mayoría debe promover la discusión parlamentaria de las reformas políticas que comprometió en la campaña presidencial, siguiendo las formalidades del Parlamento y utilizando la mayoría para aprobar los proyectos que sean necesarios para avanzar en las transformaciones estructurales que necesita el país. Los acuerdos políticos cupulares, como el que jibarizó la reforma tributaria, otorgan ventaja a la Derecha que por esencia es conservadora y quiere mantener el poder que le dejó la dictadura pues favorece los intereses del 10% de la población más rica que ella representa. Esto significa "pasar la aplanadora y la retroexcavadora de la mayoría ciudadana con silenciador". Lo contrario es hacer concesiones políticas por intereses mezquinos, como los que defienden los sostenedores de colegios subvencionados amparados por algunos políticos democristianos que se han enriquecido a costa del Estado y de ofrecer una educación de dudosa calidad.
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