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martes, 12 de noviembre de 2013

12-11-13-KRADIARIO-878

PRÓXIMO FRAUDE  ELECTORAL

Por Felipe Portales


Las próximas elecciones parlamentarias volverán a ser  fraudulentas -como lo han sido desde 1989- en virtud del aberrante sistema electoral binominal que aún nos rige, que distorsiona gravemente la voluntad popular al subrrepresentar enormemente a la lista más votada ; razón por la cual ¡no existe en ningún otro país del mundo!

Ya en 1930 fue constatado su carácter antidemocrático por el destacado político liberal, Manuel Rivas Vicuña, al referirse restrospectivamente al sistema que fácticamente se instaló por un tiempo en Chile en 1911: “La ley que fijaba el número de senadores y diputados fue despachada con una novedad que consistió en la creación de pequeñas agrupaciones, de modo de reducir, en general, a dos el número de diputados de cada circunscripción electoral. Esta base fue considerada justa y conveniente para el interés general del país y caso curioso, fue sugerida por el más antidemocrático de los diputados, don Alberto Edwards, miembro del partido nacional. Esta reforma, sencilla y justa en apariencia, disminuía las fuerzas de la mayoría y aseguraba un aumento en la representación de las minorías.

En efecto, a las minorías les bastaría contar con poco más del tercio de los sufragios para asegurar su representación; en cambio, las mayorías necesitaban un esfuerzo enorme, de más de dos tercios, para obtener los dos puestos. De este modo, la mayoría y la minoría de cada región alcanzarían igual representación en el Congreso, y éste podría reflejar una situación de empate de dos corrientes de opinión, que no correspondería a la realidad de las cosas y que sería un obstáculo para la marcha del país” (Historia Política y Parlamentaria de Chile, Tomo I; Edic. de la Biblioteca Nacional, 1964; pp. 245-6).

Lo que generalmente se olvida es que dicho sistema fue sutilmente confirmado por la Constitución suscrita por Lagos y todos sus ministros en 2005. En el acuerdo que significó que el liderazgo de la Concertación hiciera suya la Constitución del 80 –eliminando algunas de las disposiciones autoritarias de aquella- se ideó la fórmula de “sacar” dicho sistema del texto mismo de la Constitución, para dejarlo “solamente” en la Ley Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares o Escrutinios. De esta forma, la Concertación consolidó el sistema binominal, con el artilugio de dejarlo fuera del texto constitucional mismo. La diferencia –muy poco relevante- es que para eliminar o modificar dicho sistema se requiere ahora de un quórum de 4/7 de los diputados y senadores en ejercicio, en lugar de los 3/5 que se requerían cuando aparecía mencionado explícitamente en el texto de la Carta Fundamental.

Es cierto que este sistema siempre ha sido formalmente criticado por el liderazgo concertacionista e incluso en diversas ocasiones se han presentado proyectos gubernativos o de parlamentarios de dicho conglomerado destinados a reemplazarlo. Sin embargo, aquellos no han tenido ninguna prioridad. Es más, la subsistencia del binominalismo no ha significado una piedra de toque para considerar si es democrático o no el sistema político chileno. Incluso, el propio ex presidente Aylwin hace ya tiempo consideró que dicho sistema no generaba una representación antidemocrática, al declarar que “yo creo que la democracia volvió a Chile para quedarse y eso es lo que importa. Hay cosas que aún no se han logrado. ¿Es bueno o no el sistema electoral binominal? A mí no me gusta, pero reconozco que le da estabilidad a los gobiernos y conduce a gobiernos de mayoría” (El Mercurio; 26-9-2003).

Más todavía, el actual diputado del PPD y uno de los máximos expertos electorales de la Concertación, Pepe Auth, ha señalado también inequívocamente que “el sistema binominal no es ni más ni menos democrático que otros aplicados en países de igual condición y muchos problemas usualmente atribuidos al binominalismo tienen otro origen, son comunes a varios sistemas electorales o francamente no tienen el carácter problemático que se les atribuye” (El Mercurio; 25-9-2005).

Pero, ¿cómo un sistema que perjudica clara e ilegítimamente a la coalición mayoritaria es tácitamente aceptado por ésta, cuando no justificado? Por la misma razón que el liderazgo de la Concertación regaló la mayoría parlamentaria simple, mediante las reformas constitucionales concordadas en 1989: Que el sistema binominal le ha ayudado a dicha cúpula a no quedar desnuda frente a sus bases respecto a su “convergencia” con el pensamiento económico de la derecha, “convergencia que políticamente el conglomerado opositor no estaba en condiciones de reconocer” (Edgardo Boeninger.- Democracia en Chile. Lecciones para la Gobernabilidad; Edit. Andrés Bello, 1997; p. 369).

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