La de Chile es una tragedia de orden moral
¡LA PATRIA OS LO DEMANDA, SEÑORES POLÍTICOS, CUMPLID VUESTRO JURAMENTO!
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Por Mario Briones
R.
¡LA PATRIA OS LO DEMANDA, SEÑORES POLÍTICOS, CUMPLID VUESTRO JURAMENTO!
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Con la moral, con la razón, con la verdad, es de lo que
no pueden hablar muchos políticos chilenos y otros tantos líderes mundiales a sus ciudadanos. Más de
2.000.000 de personas viven bajo la línea de la pobreza y tal vez una decena de
millones de chilenos viven con apenas 3 monedas más que la línea de la pobreza,
vienen a desmentir en forma tajante la falacia irritante que repiten cada día
al pueblo, de que estamos cruzando la frontera del PIB para hacernos
comparables con países como Portugal o
similares.
Expresar que nuestro PIB es el equivalente a graficar que
comemos medianamente, es como decir, que uno come y el otro no, una estadística
vergonzosa y monstruosa que nos obliga a
hacer pesar en la conciencia de quienes las emiten, su culpabilidad por esos discursos políticos
anquilosados y centrados en la pequeñez política, que violentan la inteligencia
del más cándido de los chilenos.
Se vuelven a escuchar los mismos discursos irracionales e
inexcusables del pasado, centrados exclusivamente en la pugna por el poder, sin
relación con lo que está demandando el país, son los mismos ilustrados de
siempre, que ejercen en la
política, sin hacer nada por el prójimo.
Para los líderes mundiales la situación de conciencia debiera ser peor, como un
martirio que les recuerde permanentemente la muerte de casi 260.000 personas
por hambre en Somalia, y que esas personas fallecidas merecen un minuto de
silencio, que los obligue a reflexionar sobre
su responsabilidad y culpa.
Pero en Chile, aún no estamos muertos y podemos
recordar algunas verdades. Este lunes, el Banco Central informó que el
Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) de Marzo 2013, fue de
3,1 %. El Ministro de Hacienda ha
señalado que la caída del Imacec es
culpa de las manifestaciones y los
paros. Dijo “cuidemos lo que tenemos y entendamos que las manifestaciones,
paros, huelgas, ilegales algunas de ellas, están afectando la capacidad de
crecimiento de nuestra economía".
La respuesta a esta declaración, se la dejaré al presidente de la Confederación de la
Producción y el Comercio, Andrés Santa Cruz, quién desestimó los dichos del
Ministro de Hacienda, pues cree que el efecto del paro portuario en el Imacec
de marzo fue muy menor.
El economista Sebastián Claro, asesor en el directorio ejecutivo del FMI, ha dicho “Hemos sido claros en decir que el
crecimiento de la actividad ha sido quizás algo superior al de tendencia (debe
entenderse como aceleramiento de la economía), con una expansión mayor de la
demanda (consumo) y eso explica el déficit en cuenta corriente”.
Por su parte, Hernán Frigolett, economista de la
Universidad de Chile, señaló que el bajo Imacec "es bastante sorpresivo,
porque el mercado esperaba algo que estuviera por sobre el 3,8 % de febrero y
lo que estamos viendo es que probablemente el frenazo es más agudo del que
pensábamos y debe estar afectándose principalmente la demanda interna en su
componente de inversión privada". Pero dijo algo más interesante, "Probablemente tenemos una
sorpresa que a nivel de los indicadores mensuales que publica el INE, que
publica la Sofofa, no lo estamos percibiendo con claridad", a buen entendedor, pocas palabras.
Estos son los porfiados hechos que vuelven a
repetirse y que hemos comentado antes.
Es evidente que existen contradicciones en las cifras que se reportan y en la
manipulación de los mensajes que se entregan
a la ciudadanía. Algunos economistas han advertido incongruencias
entre los datos locales de la economía y
su relación comparada con la información
de EE UU.
Pero no vamos a meternos en las cifras, ya las hemos
venido comentando desde hace varios meses alertando a los lectores con diversas
notas, para que no crean todo lo que dicen. Nos están manipulando con un
crecimiento ilusorio y debemos utilizar nuestra propia percepción, quizás un
tanto reducida, tal vez con pocos datos, pero verdadera y real para evaluar la
economía interna y prevenirnos de la economía mundial. En este sentido, el economista Nouriel Roubini, en una realidad muy distante a la
nuestra, encontró rastros de lo mismo que hemos venido comentado,
cuando dijo, “hay una enorme brecha entre el sentimiento de Wall Street y la
calle" ya que la economía de EE UU sigue siendo débil y debemos estar
atento a la gran fiesta o “rally”
bursátil, porque podría haber un
“crash”, que ocurrirá en el momento en
que se acentúen estos efectos.
Pero, la conversación que está pendiente con los
políticos no es esa. Es la distancia
entre ellos y la ciudadanía, teniendo en cuenta los hechos que dan cuenta
de la tragedia que existe. Es una
tragedia de orden moral, en el sentido
de las reglas de convivencia de la comunidad, o como un todo incondicional de
la conciencia universal, así como la disposición subjetiva para adaptarse a
estas reglas, es decir, la moralidad como actitud fundamental de un obrar
conforme al deber de la voluntad.
Para referirnos a la moral, tenemos que hablar de la
verdad, aquella propiedad que se da en
el lenguaje humano para descubrir algo que es tal, como su comportamiento
ocurre en la realidad y poder
comunicarlo tal como ha quedado descubierto al conocerla. Siguiendo la línea
Aristotélica, de ahí la fórmula clásica, “veritas est adaequatio intellectus et
rei”, (la verdad es la conformidad del entendimiento con la cosa).
“Gracias señor por el favor concedido”, me decía un
amigo, conversando sobre esto, por lo cual muy intrigado le pregunté ¿a qué te
refieres? A la “dedocracia” de la UDI que eligió a Pablo Longueira. Con una sonrisa indesmentible antes las
cámaras, Longueira se disculpó con los grupos de menores ingresos y la clase media, porque su vocación electoral
está en seguir el mandato que interpreta
a su partido, es decir, gobernar
para la derecha, para el 1% de los más
ricos, lo que abre más opciones a los demás candidatos.
La simulación en que estaban Allamand como Golborne era
articular un discurso con principios o
contenido para hablar a la gente de lo que le “convenía” al pueblo. Su carencia
de legitimidad los fue enredando, como
al delincuente cuando lo pilla la ley y terminaron por dispararse en los pies.
Salió a flote un dictamen negativo para Cencosud cuando Golborne era su
directivo principal y supimos de los millones de dólares en depósitos off shore
que tiene Golborne en las Islas Virgenes. Murió por el fuego “amigo”, en la
jerga militar.
Ahora las pistolas de Allamand y Longueira apuntan a la
oposición, reforzadas por los cañones
que dispuso la Moneda, con la vocera de gobierno, Cecilia Pérez a cargo
de una alegoría que pretendió dar una imagen de comportamiento moral correcto
en política, criticando a los gobiernos de hace casi 10 años, para
desviar la vendetta hacia la oposición,
respecto de algo que venían tramando la derecha internamente, que era
sacar al advenedizo de Golborne como candidato al poder.
Cito esto hechos porque constituyen la “verdad” de los políticos prominentes, cuya distancia
es sideral con la angustia de aquella joven estudiante universitaria, que debió
ser trasladada por sus compañeros de
universidad a un hospital del área sur de Santiago, por un colapso que sufrió.
Ingresó a las 5 pm y debió esperar hasta
las 11 de la noche para tener un resultado. Cómo toda joven de 20 años, pudo
resistir la espera y la inmensa fila de
gente que también esperaba. Si hubiera sido un anciano, la familia lloraría hoy
su pérdida, porque su realidad habría
sido simplemente que “le llegó su hora de morir”. Son las realidades cotidianas
y dramáticas que han sido asumidas durante décadas por la población y de las
cuales los políticos no se hacen cargo ni tienen conciencia, porque ellos no
pueden empatizar con la gente común y corriente, ellos no aman a nadie, sólo a
sí mismos.
Algunos hablan de un plan universal de salud y seguro donde cada cual pueda escoger dónde
o con quién atenderse. Medidas por el estilo carecen de toda realidad y sentido
para la gente común y corriente, porque están pensadas como un valor para
otros, un bien apetecido fácticamente para un grupo de personas con meta o
voluntad propia o ajena, da lo mismo, cuyo objetivo es el dinero y no la salud.
Longueira vuelve a sacar el discurso de campaña del
crecimiento. El crecimiento nos hará libre, como parodiando la vieja frase
alemana de tiempos de Hitler, “Arbeit macht frei” (el trabajo hace libre).
Basta, basta, no queremos más crecimiento como este. Está
llevando a la miseria a millones de personas, sobre la base de una constitución
diseñada por un puñado de golpistas que escribieron sus artículos a balazos.
Quienes piensan que una asamblea constituyente tiene
“rasgos” de ilegalidad por no estar contemplada en la constitución, deben
pensar que tampoco las balas estaban contempladas en la constitución que fue
suprimida, y hoy es otra las que nos rige como base de legalidad con que nos
gobiernan.
¿Cuál es la verdad, cual es la razón, cual es la moral?
Todo aquello que surja de la conciencia de la gente, es decir, aquel valor
indisoluble del saber sobre algo, del
acto de ése saber y del saber del fundamento con la plenitud del conocimiento
de la evidencia. Todos sabemos que
tenemos una constitución que no es producto de la reflexión de todos, sino de unos pocos que la escribieron a balazos. Es entonces cuando salta la moral
acusadora que nos advierte de un poder superior, la conciencia general moral que nos entrega la razón, que es supra
individual y que trasciende el marco de las leyes heredadas de minorías
inmorales, que algunos políticos asumieron o la defendieron como su “verdad”,
pero que sigue siendo ilegítima a la conciencia de todos los demás.
Frente al juramento genérico tan solemne que aceptan los
políticos cuando asumen su cargo que dice,
¿Juráis a Dios o prometéis a la patria, observar y defender la Constitución y las Leyes de la República y
cumplir fielmente los deberes? Si ... si juro o prometo, si así lo hiciéreis Dios os ayude, si no,
que la patria os lo demande.
Este es el momento
en que la patria os lo demanda, señores políticos, cumplid vuestro juramento,
porque también Dios, encarnado en el
pueblo os lo demanda.
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